EL MUNDO › SE QUEBRO EL PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA Y HAY ALERTA MAXIMO MILITAR

Cuatro años terminados en 48 horas

Cuatro años después del inicio del proceso de paz, la guerrilla de las FARC tiene dos días para abandonar la zona desmilitarizada. El gobierno rompió el diálogo, bajo presión norteamericana e interna.

Exactamente cuatro años duró el proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y la principal guerrilla colombiana, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Fueron exactamente los cuatro años de la gestión de Pastrana. Su primer acto de gobierno fue la apertura de las negociaciones con las FARC, el 7 de enero de 1999. El último, quizás, sea la firma de su defunción definitiva. A cuatro meses de las elecciones presidenciales, el comisionado para la Paz colombiano, Camilo Gómez, anunció que se rompieron las negociaciones de paz con las FARC y que a partir de hoy, la guerrilla tiene 48 horas para abandonar los 42.000 km2 que ocupan, como “zona desmilitarizada”, en el sur del país. Las Fuerzas Armadas colombianas se pusieron en “estado de alerta máximo” ante posibles ataques de las FARC. La ruptura del proceso de paz es consecuencia del endurecimiento de las posiciones desde una reunión del 7 de octubre. El detalle que desató el endurecimiento es el cerco militar a la zona dominada por las FARC. El telón de fondo: el 11 de setiembre.
El tono dramático y definitivo del comunicado que Camilo Gómez leyó en la tarde de ayer dio la pauta de que esta no es una de las crisis cíclicas por las que pasó este proceso. “Después de oír a las FARC en sendas rondas de discusión, el gobierno entiende que este grupo insurgente no continúa en el proceso de paz y por tanto han pedido las 48 horas que fueron acordadas desde el inicio de la zona, tal como lo manifesté en la Mesa. Me dispongo a salir para Bogotá para sostener una reunión con el señor presidente, quien está al tanto del desarrollo de lo sucedido en las reuniones”. Gómez salió de San Vicente del Caguán, virtual capital de la zona desmilitarizada, hacia la Casa de Nariño, sede del gobierno en Bogotá. Pastrana convocó a todos sus ministros, a los jefes de las Fuerzas Armadas y a los candidatos presidenciales. Se supone que en esa reunión se planteaban los lineamientos del discurso que el presidente iba a dar ayer por la noche.
Pero había pocas dudas: políticos y empresarios salieron a decir poco tiempo después de las palabras de Gómez que había que rodear al gobierno de apoyo ante lo que significará, seguramente, el recrudecimiento de la lucha armada hasta límites desconocidos. Alvaro Uribe, candidato independiente a la presidencia, pidió directamente la ayuda internacional. “Lo que nos toca hacer ahora es acompañar al gobierno en esta determinación, pedirle que ejerza autoridad con todo rigor, que aumente velozmente el pie de fuerza del ejército y la policía y que pida rápidamente cooperación militar internacional para evitar actos terroristas”. “Es el momento para que el presidente asuma como comandante de las Fuerzas Militares”, declaró el ex candidato presidencial, el general retirado Harold Bedoya.
Las FARC acusaron al gobierno de “romper” con el proceso de paz y de “mentiroso” a Gómez por acusar a la vez a la guerrilla de hacerlo. Más allá de la guerra verbal, más allá incluso del plazo de 48 horas para que las FARC abandonen la zona desmilitarizada (una formalidad acordada en caso de ruptura que seguramente no se cumplirá), la cuestión central es el endurecimiento de las negociaciones que tiene una fecha precisa: el 7 de octubre, casi un mes después del 11 de setiembre, luego de que el Plan Colombia, un programa que incluye ayuda militar directa de Estados Unidos, llevara casi un año de implementación. Desde hace una semana, las noticias mostraron en concentrado el proceso: mientras el gobierno y las FARC se sentaban y levantaban enfurecidos de la mesa de negociaciones, las Fuerzas Armadas colombianas recibían 14 helicópteros de combate Black Hawk.
“El gobierno colombiano nunca había ejercido un control serio sobre la zona desmilitarizada, que las FARC convirtió en su zona de operaciones. Desde el 7 de octubre se puso firme en cercar el área, que las FARC busca extender, pero las FARC no quieren dar el brazo a torcer”, dijo a Página/12 Fernando Cepeda, politólogo de la Universidad de los Andes. ¿Loque viene es la guerra total? “La guerra nunca se detuvo. Ahora se intensificará. Habrá que tener más cuidado en las ciudades, en las carreteras”. ¿Pero el Ejército entrará ahora a sangre y fuego en la zona desmilitarizada? “Lo más probable es que se extienda este plazo, y que a lo sumo las FARC entreguen las cinco cabeceras municipales de la zona. Se refugiarán fuera de las ciudades y desde allí va a escalarse el conflicto”. ¿El abandono de la zona desmilitarizada significa una “derrota” para las FARC? “No. Las FARC tienen 18.000 efectivos en todo el país y en la zona desmilitarizada hay apenas 3000. Tiene condiciones para librar batallas en todos los frentes. Desde la aplicación del Plan Colombia, fue quedando claro que en el proceso de paz no había nada serio para negociar. Y ambas partes estaban preparándose para esto”.

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El presidente Andrés Pastrana con Manuel Marulanda, “Tirofijo”, en su reunión de mayo de 1999.
Los anuncios de ayer marcarán el recrudecimiento de la lucha hasta límites desconocidos hasta ahora.
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