Lunes, 3 de julio de 2006 | Hoy
EL MUNDO › UN DIA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA PALESTINA
Entre la escasez de agua, electricidad, comida y combustible, más el vuelo amenazante de cazas israelíes y el tronar de la artillería, los Mughari se arreglan con lo que hay y no piensan irse de su casa.
Por Donald Macintyre *
Desde Gaza
Mahmoud Mughari habló sin rodeos. “Normalmente me baño dos veces por día. Ahora, sólo lo puedo hacer cada cuatro o cinco. Los niños huelen mal. Todos olemos mal. Tenemos miedo de que esto provoque enfermedades”, contó. Mughari vive en una casa en la zona central de Gaza, que él y su familia comparten con sus padres y cinco hermanos casados junto a sus hijos –48 personas en total–. Allí describió el impacto que tuvieron los ataques aéreos israelíes sobre Gaza la semana pasada, uno de los cuales dañó el acueducto que provee a un campo de refugiados de 57 mil personas.
El primer problema, explica Mughari, es que la energía –que normalmente estaría suministrando a heladeras y ventiladores en medio de una temperatura de 32,8 grados– se redujo de 24 horas al día a sólo ocho horas. De por sí, esto es un logro de los ingenieros palestinos que redistribuyeron parte de la electricidad que Gaza toma de Israel hacia la otra parte del territorio que previamente era dependiente de la central energética de Gaza, cuyos transformadores fueron destruidos por los misiles israelíes el miércoles pasado. El segundo problema es que el agua, que antes estaba disponible dos de cada tres días, ahora sólo se consigue cuatro o cinco horas cada tres días. Y el tercero es que la imposibilidad que hasta ahora hubo para asegurar la electricidad y agua al mismo tiempo es la misma para intentar bombear el agua desde los tanques en los techos.
Han guardado sus provisiones en dos barriles azules de 250 litros, la mayoría para tomar y –cuando es posible– para cocinar. Y para lidiar con el calor, los miembros de la familia han comenzado a dormir en colchones sobre el pavimento afuera de sus casas. La última crisis agravó los problemas que ya tenía la familia Mughari desde que el triunfo de Hamas en las elecciones de enero pasado provocó un bloqueo económico internacional sobre la Autoridad Palestina. Mughari es uno de los dos hermanos que trabajan –los otros tres son trabajadores textiles desempleados–. Todavía no recibió los 274,5 dólares mensuales, su sueldo por los tres meses en los que participó del sistema de creación de trabajos. Aunque su familia cumple los requisitos para recibir ayuda alimentaria de la ONU, él asegura que sus raciones de carne han disminuido de tres o cuatro por semana a sólo una por quincena.
Además de la reducción del agua y la electricidad, la familia está ahora intentando acostumbrarse a la reanudación, después de una pausa de varios meses, de los fuertes sonidos que hacen los F 16 israelíes que sobrevuelan Gaza, desde antes del amanecer. “Los niños se despiertan gritando y corren a mi habitación”, contó. “Algunos de ellos se dan cuentan de que es sólo un sonido muy fuerte, pero Mai, mi hija de cuatro años, cree que es un bombardeo de verdad. Me preocupa que pueda afectarlos psicológicamente en el futuro o que pueda dañarles su audición.”
Si el objetivo de la campaña militar israelí hasta ahora es asegurar un cambio drástico en la opinión pública palestina, no parece haber funcionado en el caso de esta familia. Acompañado por sus padres, sus hijos y algunos de sus sobrinos, Mughari adelantó que, aun si hay una incursión terrestre israelí al campo, aguantarán. “Lo soportaremos aun si la situación empeora”, aseguró. Hay pocos indicios de que los militantes se estén preparando para una incursión de este estilo, más allá de barricadas de arena cerca de la entrada del campo y de puestos, también hechos de arena, para resguardar a los francotiradores en algunas esquinas. Pero Mughari agregó: “Si (los israelíes) vienen aquí no recibirán rosas. Habrá resistencia”.
En su reunión semanal con su gabinete, el premier israelí Ehud Olmert aseguró que no permitirán una crisis humanitaria. “Haremos todo lo posible en este tema porque no estamos combatiendo contra el pueblo palestino y no permitiremos que sea maltratado”, prometió el premier.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Laura Carpineta.
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