La Cámara ya agrupa a 2400 negocios que, a su vez, se nuclean en varias cadenas: Luna, Argenchina, Petra, Leo, Universo, Bodao, Safari, Hong Kong. Según admiten algunos allegados a la comunidad china, Luna factura hoy más que supermercados Norte y Argenchina más que cualquier híper. Sobre la propiedad de las cadenas hay dos versiones. La primera es que los verdaderos dueños no se conocen y que son una especie de capitalistas de todo del negocio. La otra versión, sostenida por el titular de la Cámara, Calvete, afirma que el nucleamiento no se produce en cadenas porque los negocios sean de un mismo propietario, sino porque son familiares, y sobre todo porque provienen de una misma ciudad.

“En cierta manera la estructura se parece a la que en algún momento tuvieron los almacenes de inmigrantes españoles, que se juntaban en asociaciones de Galicia, Asturias, Cataluña, Euskadi y dentro de esas mismas comunidades originarias se agrupaban los que venían, por ejemplo La Gallega, de Lalín, La Coruña, Lugo o Pontevedra. La gran mayoría de los supermercadistas chinos vienen de la provincia de Fujian, en China continental, pero se dividen por las ciudades originarias Changlé, Lin Xian, Ping Tang, Fahou, Fiji, Putien”. Cada grupo tiene un vicepresidente en la Cámara y quien oficia de vocero y titular es Calvete.

Ellos niegan que manejen un aparato de seguridad, pero los funcionarios policiales afirman que existe una especie de organización de patovicas, aunque dedicada fundamentalmente a saldar los encontronazos internos. Por ejemplo, entre las distintas cadenas hay conflictos cotidianos, al punto que casi a diario alguno termina en la comisaría. Carlos Telleldín, quien se recibió de abogado siendo un preso de la causa AMIA, representa a más de cien súper en la parte penal y según dicen ya es un cotidiano visitante de las comisarías, sobre todo del Gran Buenos Aires y de las zonas más empobrecidas, donde los súper chinos tienen mayor llegada. Incluso hay causas por homicidio, extorsión y lesiones graves radicadas en juzgados. Calvete afirma que se trata de choques habituales que se dan en cualquier comunidad y niega la existencia de la llamada mafia china. “Es un mito. Una mentira con un toque discriminatorio”, sostiene Calvete.

La otra versión que circula en forma frecuente es que el gobierno chino financia con 40 mil dólares a los que se radican en el país. Esa cifra se la quedarían los poderosos de cada cadena, ponen a vivir a los emigrantes recientes en casas inhabitables y los explotan. Calvete también lo niega. “La propia embajada desmiente que financie la emigración de China. Insisto en que se trata de familias, que uno de aquí trae a un familiar de allá, al principio vienen con muchas dificultades, pero después se van asentando. Hoy en día en China la gente de la provincia de Fujian, que es de donde viene el 70 por ciento de los que están en los automercados o supermercados, no es pobre.”