EL PAíS › OPINION

Un nuevo juego

 Por Eduardo Aliverti

El juego consiste en recorrer las principales noticias extra-Alemania y descubrir alguna en la que el rasgo central no sea la hipocresía o la ficción. Este columnista pretende ofrecer la yapa de que el Mundial no tapa –no tapó, ay– nada que ya no estuviera o esté tapado a sí mismo (si cabe, perdón por la insistencia del suscripto con ese tema).

Llegó el presidente boliviano y se fijó el precio del gas que nos venden. No hubo ningún problema. No podía haberlo, además, porque Argentina depende en un ínfimo porcentaje del fluido que le entrega Bolivia. El cuasi apocalipsis energético advertido por la prensa del establishment no dio ni para el guión de una novela mala. El problema de energía que aqueja al territorio argentino es o podría ser severo y hasta grave, pero no pasa por el gas que le vende Bolivia sino por la ausencia de inversiones de grupos que no son precisamente bolivianos. Chau a esa tontería.

Se frenó en el Senado el tratamiento de cómo encarar los decretos de necesidad y urgencia. Los medios le dedicaron un considerable despliegue, a contramano de lo que el asunto le importa a la inmensa mayoría de la sociedad. Y quien tiene razón es la inmensa mayoría de la sociedad. Porque la representación parlamentaria es la que surge del voto popular; y si el Parlamento, más allá de dimes y diretes pasajeros, avala al Ejecutivo, no se ve cuál es la dinámica autoritaria. La derecha debería inventar algo mejor para hablar de riesgos institucionales. ¿En qué le cambia la vida a la gente si hay más o menos decretos de necesidad y urgencia? ¿O acaso el Congreso Nacional tiene mayor calidad institucional que el Ejecutivo? ¿No era que los diputados y senadores son una manga de chorros e ineptos? ¿Qué se está pidiendo? ¿Que la manga adquiera estatura republicana? ¿En qué quedamos?

En Diputados sale la ley que establece obstáculo cero contra la ligadura de las trompas de Falopio y la vasectomía. Se quejaron la Iglesia, para variar; la cada día más curiosa Elisa Carrió y algunas decenas de dinosaurios. Quienes se asisten en la medicina privada pagan la esterilización y a otra cosa. Quienes van al hospital público requieren de autorización judicial. Con un cinismo ideológico a toda prueba, los quejosos que instalaron la polémica reproducida por los medios dicen que esto es planificación familiar solapada, que no se le informa a la gente pobre de qué se trata y que es utilitarismo liberal porque consiste en evitar la pobreza evitando los embarazos. Espectacular: la Iglesia y los grandes reptiles preocupados por las andanzas del capitalismo, y llamando a esperar la revolución proletaria mundial para que traer hijos al mundo no sea una condena.

La batalla entre “los chinos” y “los camioneros”. Debate estructural si los hay. Como si el asunto no hubiera tenido destino indefectible de terminar como terminó: arreglo con mediación gubernamental. ¿Cuál era el extremo de tensar la situación? ¿Una guerra de pandillas con olor a mafia y la colombianización de los autoservicios? ¿Los chinos levantando campamento y llevándose sus comercios a la isla Martín García, o los camioneros exigiéndole a Kirchner que en su carácter de monjitas de clausura les diera protección? Y sí, es más interesante analizar la armonía con que Beckham peina las pelotas paradas.

Personal de seguridad impidió que 200 radicales encabezados por Alfonsín depositaran una ofrenda floral en la Casa Rosada, en recuerdo del buenazo de Arturo Illia. Todas las radios y los canales haciéndose un picnic con el blooper. Qué temazo.

La avanzada del sargento Montoya. Ahora dice que investigará a los argentinos que viajaron a Alemania, para ver si adeudan impuestos provinciales. Y ojo porque ya se cargó una pantalla de plasma de 42 pulgadas, secuestrada a un contribuyente que le debe al fisco unos 15 mil pesos. Eso sí que es arremeter contra uno de los sistemas impositivos más regresivos del planeta.

¿No hay cuestiones que valgan la pena, entonces? Sí, sobran. La política tributaria, justamente, que merece del Gobierno un silencio absoluto aunque, en proporción, los que menos tienen pagan varias veces más que la clase privilegiada. Esa única vela prendida al precio de las materias primas que exportamos. Una sensible baja de la desocupación que está lejos de una baja del desempleo, porque las heladas cifras del Indec hablan del trabajo en bruto pero no de la calidad del trabajo. La renta petrolera. El sembradío de soja sin rotación de cultivos, con la tierra avisando que están haciéndola pelota y no la escucha nadie. Y desde ya que el futuro energético.

Parecería o es que no hay quienes quieran enterarse de esos pequeños detalles. No es que no existan: es que prácticamente no se dicen ni se publican en los grandes medios. Pensar a largo plazo, y bastante menos también, no tiene rating en la Argentina.

Si alguien descubre lo contrario, se gana estar con Bilardo y Veira en el programa de la medianoche.

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