Viernes, 27 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › REPORTAJE AL ESTRATEGA DEL PT MARCO AURELIO GARCIA
Dijo que un triunfo de Lula representaría la consolidación regional de la alianza entre sectores medios y los trabajadores.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Como asesor especial del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurelio García ha sido el responsable de afianzar las relaciones brasileñas con América latina. Eso le reportó elogios en la izquierda y cuestionamientos en la derecha. A dos días de los comicios, el coordinador de la campaña por la reelección analiza el proceso brasileño desde una perspectiva regional y rebate afirmaciones de otro intelectual, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. García refuta la noción de “populismo” definida por aquél así como su comparación entre Lula y Perón.
“La comparación que el ex presidente Fernando Henrique Cardoso (F. H. C.) hizo entre Lula y Perón merece ser analizada con atención. Al hacerla, F. H. C. pretende criticar a Lula asumiendo, implícitamente, una evaluación negativa de Perón y el peronismo. Cardoso comparte las críticas al ‘populismo’ difundidas por la derecha latinoamericana. Con liviandad intelectual y conservadurismo político, busca explicar la reciente irrupción de las clases trabajadoras en la escena política regional como la reedición tardía del ‘populismo’ de décadas pasadas, sin darse cuenta de lo que significó en los últimos años la ampliación del espacio público en el continente y su impacto en el fortalecimiento de la democracia. El no entendió los orígenes del peronismo y menos aún el fenómeno del PT/Lula.
”Por cierto, Perón y Lula son muy distintos, no sólo porque actuaron en países diferentes y en períodos históricos distintos, sino también por sus orígenes y trazos personales. Sin embargo, hay algunos rasgos comunes entre el peronismo y lo que hoy representan el PT y Lula en Brasil. Ambas manifestaciones políticas representan una toma de conciencia de las clases subalternas sobre el lugar que éstas ocupan en la construcción de lo nacional. Son fenómenos plebeyos, inclusivos, distribucionistas y, al mismo tiempo, preocupados con la definición de un programa de desarrollo nacional. Separados por más de medio siglo, en medio de enormes transformaciones mundiales, dan énfasis a la soberanía nacional y la solidaridad continental. El gobierno Lula, en sus primeros cuatro años, inició importantes transformaciones sociales semejantes a las que el peronismo realizó, sobre todo en materia de inclusión e igualdad social. Tanto Lula como el peronismo –independientemente de las críticas que se puedan hacer a sus respectivos proyectos– permitieron a los ‘de abajo’ construir una identidad y sobre su lugar en la sociedad y en la política.”
–A propósito de paralelos, ¿que líder argentino es comparable a Geraldo Alckmin?
–No conozco, en la política argentina, ningún personaje que se compara a (Geraldo) Alckmin y, si lo conociera, no lo diría. No quiero ofender a nadie.
El candidato opositor censuró la “tibieza” del gobierno ante Bolivia, luego de la nacionalización del gas y la revisión de los contratos con Petrobras.
“Las opiniones de Alckmin sobre las relaciones entre Bolivia y Brasil son una mixtura de ignorancia y conservadurismo. El está muy desinformado y mal asesorado sobre las cuestiones que están en juego, lo que es grave para alguien que quiere gobernar Brasil. Hemos tenido algunas dificultades en nuestras relaciones con Bolivia. Siempre creímos que el camino a seguir es el de la negociación y el respeto a la soberanía boliviana. La política externa propuesta por el PSDB privilegia el ALCA y las relaciones con las grandes potencias y una relación más tenue de Brasil con el Sur del mundo. Somos criticados por ser ‘ideológicos’ en nuestra política externa, mientras ellos se reivindican como supuestos realistas pragmáticos. Falso. Esto prueba que la oposición brasileña es ideológica y conservadora. Desconoce o no quiere ver que, incluso desde el punto de vista económico y comercial, nuestras relaciones con el Sur son muy positivas, sobre todo porque no se hacen en detrimento de nuestra relación con los EE.UU., Europa o países de Asia”, señaló García.
“La diplomacia que el PSDB propone aislaría a Brasil en América del Sur, distanciándolo de sus aliados regionales. Comprometería nuestra relación con Argentina, que es una pieza clave de nuestra política externa”, agregó.
–¿Cómo recibieron el respaldo a Lula de Kirchner y Chávez? ¿Sigue en pie el proyecto del gasoducto del Sur?
–El presidente Lula se siente muy halagado por la simpatía que su candidatura a la reelección ha despertado en toda América latina, sobre todo entre nuestros vecinos, como son Argentina y Venezuela. Todos los proyectos de integración continental –energéticos y sobre todo de infraestructura– y, evidentemente, el Mercosur y la Comunidad Sudamericana de Naciones, ocuparán un lugar central en la política externa de su segundo mandato.
–¿Qué significaría una derrota de Lula para la izquierda regional?
–En lugar de especular sobre el impacto que tendría una eventual derrota de Lula para la izquierda y para los movimientos sociales latinoamericanos, prefiero apuntar al significado que tendría una victoria. La reelección de Lula –después de un año de fuerte campaña orquestada por la derecha brasileña contra nuestro gobierno– representa para Brasil, y para el resto del continente, la demostración de que los trabajadores de la ciudad y el campo, aliados a las clases medias progresistas, asumen cada vez más un papel protagónico en el proceso de transformaciones democráticas que nuestros países necesitan para vencer la pesada herencia de décadas de dictaduras y dependencia seguidas por la deconstrucción de lo nacional y lo social que nos impuso el neoliberalismo. Aliados a sectores productivos del empresariado de nuestros países, será posible llevar adelante un proyecto de crecimiento con distribución de renta, profundización de la democracia, soberanía nacional y solidaridad continental.
Marco Aurelio García, licenciado de sus funciones de asesor de política externa, preside interinamente el PT, cargo para el que fue designado tras el escándalo conocido como dossiergate. Pasadas las elecciones, el partido ingresará en una fase de debate que desembocará en el III Congreso el año próximo. “La izquierda brasileña en su conjunto –y el PT en particular– deben hacer una profunda reflexión sobre el nuevo período que estamos viviendo para definir instrumentos de intervención adecuados al fortalecimiento de la democracia política y social. Esperamos que la experiencia de nuestros hermanos del continente nos ayude en nuestra reflexión crítica”, apuntó.
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