Viernes, 27 de octubre de 2006 | Hoy
DEPORTES › HASTA EL OFICIALISMO BOQUENSE VOTO EN CONTRA DE SU PROYECTO ESTATUTARIO
El presidente de Boca, que lleva tres períodos consecutivos al frente del club, había ideado un estatuto con conflictivos recortes para la oposición, pero no pudo reunir las tres cuartas partes de la asamblea de representantes para aprobarlo.
Por Gustavo Veiga
Ni los quince títulos conseguidos durante sus casi once años de mandato, ni ese aire de político suficiente que muestra su gestión en el club como modelo para gobernar el país, ni las encuestas que señalan la pasión boquense del 43 por ciento de la población pudieron evitarle a Mauricio Macri su más estruendosa derrota como presidente. En medio de un clima festivo que contrastaba con su semblante de amargura, centenares de socios lo despidieron de la asamblea que rechazó su propuesta de nuevo estatuto con un cantito tribunero: “Otra vez será, otra vez será Mauricio, otra vez será...”. El ingeniero no había obtenido las tres cuartas partes de los representantes presentes para modificar, a su gusto, la norma con que se rigen los 60 mil asociados de la institución. Pero esa sensación de fracaso se acentuó porque los 51 votos en contra que recogió su proyecto se contaron entre el propio oficialismo, que tenía la mayoría absoluta en esa asamblea extraordinaria.
Obsesionado con la concentración de poder, y dividiendo sus energías entre la política y el fútbol, Macri, quien lleva tres períodos consecutivos de gobierno al frente del club, había ideado un estatuto con conflictivos recortes para la oposición y que afectaba a la tropa que todavía lo acompaña.
Uno de los artículos más cuestionados es el 51, que establece el número de representantes para la asamblea de socios. El presidente y las cinco agrupaciones que aún le responden de las once oficializadas que hay en el club pretendían bajar de 270 a 190 los integrantes de ella. O sea, pasar de 210 titulares a 150 y de 60 suplentes a 40. Con un agregado sensible que exigía un mínimo del 20 por ciento de los votos en cada elección para que una lista pudiera conservar su representación en la asamblea.
Si este artículo se aprobaba como deseaba Macri, hubiera terminado con la última caja de resonancia para la oposición, dominadas como están las comisiones directiva y fiscalizadora por el oficialismo. Con un agravante mayor: el artículo 16 bis iba a establecer que “las agrupaciones que planteen litigios que pudieren tener con el club, con otras agrupaciones o internas, deberán someter toda diferencia al Tribunal de Disciplina al que reconocerán como instancia administrativa previa, obligándose a adoptar todas las medidas necesarias para que sus afiliados acepten el arbitraje del mismo”.
Según Claudio Giardino, de la Agrupación opositora La Bombonera, el Tribunal cuyos miembros no perderían su cargo hasta los 80 años, salvo por razones de muerte, enfermedad o inconducta, hubiera sido una especie de “corte menemista”. En una minuta que envió por correo electrónico a todas las agrupaciones políticas, también se preguntó: “Si esto no es una desmedida pretensión de tener la suma del poder, que alguien me lo explique”.
Los adversarios de Macri siguieron la asamblea desde el interior de la Bombonera y también desde la calle. Roberto Digón, el ex vicepresidente que está suspendido en su condición de socio, declinó ir porque sabía que le impedirían el acceso. En su lugar, envió a su esposa. En cambio, Pablo Abbatángelo estaba exultante (“Movió toda la artillería y aun así perdió”, le contaba a quien quisiera escucharlo) y los referentes del oficialismo que rechazaron la propuesta del ingeniero, como Emilio Nana y Marcelo London, entre otros, disfrutaban de su victoria a un puñado de metros del vestuario donde el plantel de Boca festejó tantos títulos.
El presidente se retiró de la asamblea acompañado por el vicepresidente Pedro Pompilio, tras la primera votación en general que había arrojado 51 votos en contra para su estatuto. Los vencedores coincidían en que Macri había “movido todos los recursos a su alcance” para imponerse en la reunión extraordinaria, como el reemplazo de un asambleísta muerto, otro que estaba de viaje y la apelación a varios representantes suplentes.
La única concesión que había ideado el oficialismo puro y que tampoco pasó el filtro de la asamblea fue sobre los discriminatorios avales requeridos para ser miembro de la comisión directiva. En el proyecto del ingeniero bajaban del 10 al 6 por ciento, por lo que a cada aspirante a un cargo se le hubieran requerido unos 7.320.000 pesos de respaldo ante una hipotética disminución del patrimonio neto boquense. Ese pedido de avales está vigente desde el 26 de noviembre de 2001 gracias a un fallo de la doctora Betty Saigg de Piccione, del Juzgado Civil N° 65. En aquel momento, Macri le había solicitado a la Justicia un 20 por ciento, pero la Cámara de Apelaciones los bajó al 10.
A un año de las elecciones nacionales del 2007, el líder del Pro que hizo pie como político gracias a los éxitos deportivos liderados por Carlos Bianchi y se mantuvo por los de Alfio Basile después, necesitaba dejar la casa en orden antes de lanzarse a la campaña. En diciembre del año próximo deberá abandonar el cargo de presidente para el que fue reelecto en dos oportunidades, la última de ellas sin pasar por los comicios. Quizás haya sido ésa su más trascendente victoria política en Boca: haber conseguido en 2003 la re-reelección que Carlos Menem, uno de sus mentores, ni siquiera pudo lograr.
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