EL MUNDO › MARRUECOS INVADIO UNA ISLITA ESPAÑOLA EN EL MEDITERRANEO
Cuando Aznar quedó como un perejil
La isla española del Perejil queda a 200 metros de Marruecos y es una rocosa superficie deshabitada poco más grande que una cancha de fútbol, pero se convirtió en eje de un incidente internacional al ser invadida por una docena de guardiafronteras marroquíes.
Por Giles Tremlett*
Desde Madrid
Quedará asentada en la historia como la primera invasión militar de territorio europeo desde la Segunda Guerra Mundial. En una operación secreta llevada a cabo por mar, soldados marroquíes tomaron la isla española de Perejil en las últimas horas del jueves, izaron la bandera roja y verde de su país en su punto más alto, establecieron un campamento y esperaron que los españoles vinieran a reconquistar el territorio.
Ayer las tropas marroquíes esperaron con las armas listas, oteando el horizonte atlántico y el cercano Estrecho de Gibraltar en espera de buques de guerra españoles. Habían invadido exitosamente un pedazo de tierra que, formalmente, pertenece a una área protegida por la OTAN. ¿Qué pasaría después? La invasión de la isla del Perejil creó un incidente internacional que resonó a través de Europa y Africa del Norte pero por su naturaleza farsesca era improbable que encendiera algo más que una guerra de palabras.
La fuerza de invasión consistió en una docena de guardias de frontera marroquíes mal armados, equipados con una radio, dos banderas y un par de carpas. La isla que invadieron, que está a unos 200 metros de la costa del norte de Marruecos, está poblada sólo por lagartijas, insectos y ramitas de perejil salvaje. Nadie la ha utilizado para otra cosa que para tomar sol o practicar snorkel desde la década del 60. Incluso Madrid, que sostiene que sus últimos ocupantes hace 40 años eran legionarios españoles, concede que el islote no tiene ningún valor estratégico.
Nadie sabe con seguridad cómo llegó ahí la fuerza invasora, pero un par de botes a remo hubieran sido suficiente para llegar a la árida roca, cuya circunferencia mide menos de 800 metros y cubre un área escasamente más grande que una cancha de fútbol. Los marroquíes, sin embargo, dicen que la cosa va en serio. Y la farsa sobre una isla a la que han rebautizado Leila no deja de tener amenazas y peligros reales. Cuando oficiales de una fuerza policial de la Guardia Civil española llegaron en un pequeño barco patrullero desde el cercano enclave español norafricano de Ceuta a cuatro kilómetros de distancia y al que la isla nominalmente pertenece, fueron persuadidos a regresar a su barco a punta de pistola.
La invasión fue recibida con asombro por los marroquíes, que ayer se estaban preparando para una celebración de tres días por el reciente matrimonio del rey Mohammed VI. La mayoría ni siquiera habían percibido que la isla, tan cercana a las populares playas de Tánger, era española. Los políticos de la oposición en la capital marroquí de Rabat respaldaron la explicación oficial del gobierno, que sostuvo que la islita había sido territorio marroquí desde que España perdiera su protectorado en el Norte de Africa en 1956.
Las radios españolas, sin embargo, estuvieron saturadas de llamados exigiendo que los invasores marroquíes sean devueltos al mar. Una encuesta por Internet del diario El Mundo mostró que uno de cada cinco votantes quería que la Isla del Perejil fuera asaltada por tropas españolas de elite. El Mundo también llamó “dictador” a Mohammed VI y dijo: “El rey de Marruecos eligió la senda de la confrontación con una de las grandes democracias de Europa y esto puede resultarle en un serio costo”.
La invasión, que parece programada deliberadamente para coincidir con las celebraciones del casamiento, provocó temblores en el gobierno español y en la Unión Europea. El Ministerio de Defensa español envió al área tres barcos patrulleros armados con un pequeño cañón. Ayer fueron estacionados a un kilómetro y medio de la islita, que está siendo “protegida” por pequeños botes de pesca marroquíes pintados con colores vivos.
El gobierno del primer ministro José María Aznar advirtió sobre otros movimientos navales marroquíes alrededor de varios peñones rocosos y de islas sobre la costa del Norte de Africa que son propiedad de España y dijo que había enviado refuerzos a algunos puestos militares de vanguardia en la zona. “Un barco-patrulla marroquí ha sido visto llevando a cabomaniobras cerca de una de las islas Chafarinas y como resultado el gobierno ha decidido fortalecer al ejército que está permanentemente basado en los territorios”, dijo el viceprimer ministro Mariano Rajoy después de una reunión de gabinete en Madrid.
Los funcionarios del Ministerio de Exteriores, sin duda conscientes del precedente sentado por la aparición de banderas argentinas en las islas Georgias del Sur antes de la guerra de Malvinas, describieron al incidente como “grave” pero se comprometieron a la “serenidad” en su respuesta. “Es una situación seria sobre la cual nos pondremos a trabajar en lugar de sólo hablar de ella –dijo la canciller española Ana Palacio, en su segundo día de trabajo–. España debe pedir el regreso al statu quo y eso es lo que estamos haciendo.”
El gobierno marroquí, con su mente puesta en el matrimonio real, no hizo comentarios, pero altos funcionarios de la Cancillería dijeron que no tenían intención de retirar a sus hombre de la Isla del Perejil. “La isla está dentro de aguas territoriales marroquíes”, dijo un funcionario. Los funcionarios declararon que Marruecos simplemente había establecido un “puesto de observación” sobre la islita para evitar ataques terroristas y la emigración ilegal hacia Europa a través del Estrecho de Gibraltar, que divide España de Africa y al Mediterráneo del Atlántico. Parecía poco probable que la invasión hubiera tenido lugar sin la aprobación personal del rey Mohammed, considerado un aliado importante de Occidente.
Funcionarios de la Unión Europea condenaron la invasión. “Es claramente un incidente lamentable. Constituye una violación al territorio español -dijo el vocero de la Comisión Europea, Gunar Wiegand, en una conferencia de prensa–. Esto no tiene nada que ver con la lucha contra la inmigración ilegal.” La OTAN, sin embargo, dijo que era un problema puramente bilateral entre España y Marruecos.
La invasión marca uno de los puntos más bajos en las relaciones entre los dos países desde que Hassan II, padre del actual rey, llevó a cabo una invasión pacífica de la ex colonia española de Sahara Occidental con decenas de miles de marroquíes desarmados en la llamada Marcha Verde hace casi 30 años. Disputas sobre el apoyo español para el movimiento de independencia Frente Polisario en Sahara Occidental y sobre pesca, agricultura, inmigración y contrabando de droga ya han tensionado las relaciones al borde de la ruptura. En octubre pasado, el rey Mohammed retiró al embajador marroquí en Madrid. Este mes, funcionarios marroquíes llamaron al embajador español en Rabat para que explicara el inesperado despliegue de cinco buques de guerra cerca de algunas rocas españolas a 600 metros del puerto Al Hoceima en el Mediterráneo. España dijo que estaban “en maniobras”.
Como resultado de las crecientes dificultades en las relaciones entre ambos países, la familia real española y miembros del gobierno ya habían declinado asistir a las celebraciones del casamiento del rey Mohammed. Rajoy dijo ayer que la ocupación de Perejil era “incomprensible” y un “acto de hostilidad”. Advirtió a Marruecos que no olvidara que era el mayor receptor de asistencia extranjera de España, que también es su segundo socio en comercio. También señaló, algo amenazantemente, que había 200.000 marroquíes viviendo en España y que este verano 1,5 millón de marroquíes irían de vacaciones a su hogar desde Europa. “¿Adonde quiere llegar el gobierno marroquí con sus relaciones con España?” preguntó.
España retiene dos enclaves en Africa del Norte, o de los días cuando gobernaba gran parte de la costa Mediterránea de lo que ahora es Marruecos. Resiste, sin embargo, cualquier comparación entre su retención de los dos enclaves, Ceuta y Melilla, y la soberanía británica sobre Gibraltar. Dice que ninguno de los enclaves estuvo poblado por los moros y que ambos son, por derecho de conquista, ocupación o tratado, totalmente españoles.
Marruecos, a su vez, reclama soberanía no sólo sobre Perejil sino sobre Ceuta y Melilla, y con menos vigor, sobre las islas Canarias. Se mantuvovigilante en las negociaciones entre España y Gran Bretaña sobre Gibraltar. España ayer admitió que aunque había mantenido control sobre Perejil durante varios cientos de años, la isla no había sido legalmente documentada como española en las últimas décadas. “Hay una cierta vaguedad en este aspecto”, dijo un vocero de la Cancillería.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.