Miércoles, 28 de febrero de 2007 | Hoy
EL MUNDO › TESTIGO CLAVE EN EL JUICIO POR EL 11-M EN ESPAÑA
Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
La declaración ayer en Madrid, en el marco del juicio que se sigue a los implicados en los ataques terroristas del 11 de marzo de 2004, de Rafá Zouhier, uno de los hombres clave de toda la trama terrorista, se terminó transformando en un show macabro que acabó con la paciencia del tribunal, de los abogados de la acusación y del puñado de víctimas de los atentados que se hallaban presentes en la sala.
Rafá Zouhier no es un acusado más en este largo y espectacular juicio que se desarrolla en Madrid. Stripper, traficante de hachís en gran escala, portero de discotecas, aficionado a las pastillas y a la cocaína –“un fiestero” como él mismo se autocalificó ayer en sus declaraciones–, este oscuro personaje del hampa madrileña de origen marroquí está acusado de haber sido el intermediario entre el grupo islamista que perpetró los ataques terroristas y Emilio Suárez Trashorras, el español que facilitó los explosivos robados en una mina de Asturias, a cambio de cargamentos de hachís y cocaína.
Desde el comienzo, la declaración de Zouhier se transformó en un show que terminó por escapársele de las manos al presidente del tribunal, el magistrado Javier Gómez Bermúdez. “Esta vez a la mínima lo mando al calabozo”, le advirtió antes de que comenzara su declaración. “¿Cuál es la mínima?”, fue la respuesta veloz y cortante del hombre que durante más de cinco horas elevó hasta cotas insospechadas la tensión del tribunal, algo que no había sucedido en ninguna de las sesiones anteriores.
Al tiempo que se jactaba de ser un hombre de la noche, razón por la cual, según sus palabras, es más que claro que no puede ser un integrista islámico, Zouhier fue despejando ayer durante su interrogatorio una de las claves más importantes de la trama del 11-M. Antes de los atentados, según sus propias declaraciones, este marroquí de 27 años había desempeñado en más de una ocasión el rol de informante de la policía, siempre en cuestiones vinculadas al tráfico de drogas. “Lo hacía para ganarme la vida”, aclaró, “y es la mejor prueba de que soy inocente”.
Gracias a sus relaciones con el bajo mundo madrileño y a un corto período anterior en la cárcel mientras estuvo procesado por un asunto de tráfico de armas, conocía a la mayor parte de los presuntos autores islamistas de los atentados, muchos de los cuales se dedicaban a la venta de hachís a gran escala. Fue Zouhier el que los conectó con Emilio Suárez Trashorras, un ex minero asturiano, también comerciante de hachís y al que se acusa de haber robado los explosivos de la empresa Mina Conchita para darlos a los islamistas a cambio de un cargamento de droga.
Pero en su declaración de ayer Zouhier agrega un elemento inquietante a la trama: se declara inocente, porque dice que alertó a la policía de que el asturiano ya no estaba interesado sólo en comprar droga, sino que ofrecía explosivos a cambio. La fiscalía reconoce que gracias a Zouhier se pudo destapar gran parte de la trama, pero cree que éste no fue lo suficientemente claro con las fuerzas de seguridad y sólo alertó del intercambio entre las drogas y las bombas cuando ya era demasiado tarde, tres días después de los ataques. Ayer Zouhier negó esto y afirmó que había advertido a la Guardia Civil con anterioridad, sólo que gracias “a su incompetencia” no hicieron nada. Luego, continuó, “me llamaron para decirme que me tenía que ir de España porque me iban a acusar de los atentados”, según él porque no quería que su testimonio dejara al descubierto su falta de profesionalismo.
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