El helicóptero que transportaba a los diplomáticos se disponía a aterrizar en el aeródromo de Batticaloa, en la costa este de Sri Lanka, cuando de pronto comenzaron a impactar granadas de mortero de los rebeldes tamiles. Ocho de los veintidós pasajeros del helicóptero habían bajado cuando comenzaron a explotar las granadas. El piloto levantó vuelo con el resto de los pasajeros. Y los embajadores italiano, estadounidense y alemán, junto a las otras seis personas que habían descendido ya del aparato, fueron trasladados después a un lugar seguro en vehículos blindados. Otros tres embajadores, los de Francia, Japón y la Unión Europea (UE), viajaban en un segundo helicóptero que no aterrizó al percatarse del ataque, por lo que los tres diplomáticos escaparon ilesos.

En la delegación había un total de once diplomáticos, entre ellos los embajadores de Francia, Estados Unidos y Japón, así como el representante de la ONU en Sri Lanka. “Cayeron dos granadas en el transcurso de un minuto. He tenido mucha suerte”, dijo el embajador alemán, Juergen Weerth. “Cayeron muy cerca, a unos 40 metros de nosotros”, agregó. Pero el embajador italiano, Pio Mariani, no tuvo tanta suerte. Fue herido en la cabeza por una metralla. Igual que una colaboradora del ministro de Derechos Humanos, Mahinda Samarasinghe, que fue el que invitó a los embajadores. Ella tiene restos de metralla en la pierna. Además hay seis policías, tres soldados y un niño entre los heridos. El embajador estadounidense, Robert Blake, resultó ileso, al contrario de lo que se había informado en un principio.

El LTTE (Tigres de Liberación de Tamil Eelam) reconoció haber disparado contra el helicóptero, pero responsabilizó al gobierno de lo sucedido por no haberle informado de los vuelos. El portavoz militar de los LTTE, S. Ilanthirayan, acusó al gobierno de Colombo de “negligencia criminal”. Hace pocas semanas, el ejército conquistó Vakharai, pero el ataque de ayer demuestra que el LTTE no abandonó la región. Los rebeldes, que luchan por tener un Estado propio tamil en el norte y el este de Sri Lanka y que controlan partes de la isla, lamentaron haber atacado a los diplomáticos. Desde finales de 2005, la violencia se ha incrementado en Sri Lanka, cobrándose más de 4000 vidas.