Martes, 4 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › DE VISITA SORPRESA, DIJO QUE SE HARA EFECTIVO “SI CONTINUAN LOS EXITOS”
Desde una base aérea en la provincia de Anbar, el mandatario republicano anunció que los soldados de EE.UU. podrían empezar a volver. No dijo ni cuándo ni cuántos y pidió esperar el informe militar.
Por Antonio Caño *
desde Washington
Después de certificar personalmente lo que él entiende como el éxito de su estrategia en Irak, el presidente George Bush anunció ayer en una base aérea, en la simbólica provincia de Anbar, que los soldados norteamericanos podrían empezar a volver a casa si se mantienen los progresos actuales. No dijo cuántos ni cuándo. Pidió a todos esperar a que el jefe de la expedición en Irak, general David Petraeus, presente la próxima semana su esperado informe al Congreso. Pero parece ya fuera de toda duda que tanto ese informe como el sorprendente y secreto viaje de ayer están destinados a defender ante la opinión pública la necesidad de continuar el esfuerzo militar en Irak.
“El general Petraeus y el embajador Crocker (el jefe de la misión estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker) me han dicho que si los éxitos que estamos viendo continúan, será posible mantener en el futuro los mismos niveles de seguridad con menos fuerzas norteamericanas”, declaró Bush al término de poco más de seis horas en Irak en las que se entrevistó con los responsables militares de su país, con las principales autoridades de Irak y con líderes locales y en las cuales, en su papel de comandante en jefe, entró en contacto directo con sus hombres y mujeres de uniforme. “¿Cómo está la moral?”, preguntó a un capitán de la fuerza aérea. “Muy alta, señor”, le contestó.
George Bush eligió para esta inesperada visita –la tercera a lo largo de su mandato y la primera en 15 meses– un punto en el desierto cercano a la ciudad de Ramada, en el corazón de la provincia de Anbar, a menos de cien kilómetros de Bagdad. Esa región era hasta hace pocos meses, como se encargó de repetir Bush, una tierra sin ley, dominada por la violencia y a punto de caer en manos de Al Qaida. Ultimamente la insólita colaboración entre los mandos norteamericanos y los jefes sunnitas de la zona, temerosos del crecimiento de Al Qaida, consiguió revertir la situación drásticamente.
Con su presencia, Bush quiso ayer dejar en claro hasta qué punto la seguridad ha mejorado en esta área y aprovechó para poner el caso de Anbar como ejemplo de los progresos ocurridos en Irak desde que el general Petraeus, con el apoyo de 30.000 soldados de refuerzo, puso en marcha una nueva estrategia, conocida en el lenguaje político norteamericano como “surge” y que consiste, básicamente, en mantener el control y establecer bases permanentes en las zonas ganadas militarmente a la insurgencia.
Así se ha hecho en la provincia de Anbar y pretenden hacerlo también las tropas norteamericanas en Bagdad y otras regiones del país en las que el nivel de violencia ha aumentado constantemente en los últimos meses. “El éxito es posible en todo el país si los líderes locales luchan contra Al Qaida como lo han hecho en Anbar”, prometió el presidente norteamericano.
Para agradecer ese apoyo, Bush se reunió ayer con un consejo de dignatarios sunnitas, a los que garantizó que Estados Unidos no va a retirarse precipitadamente de Irak. “Les he asegurado que Estados Unidos no abandona a sus amigos, que no abandonaremos a Irak”, declaró.
Esta promesa frustra, por supuesto, el deseo de una mayoría de norteamericanos que, como muestran las encuestas, quieren la retirada de Irak y desafía también la exigencia de la mayoría demócrata del Congreso, que ha pedido reiteradamente al presidente el reconocimiento de que la guerra ha sido un error y un calendario preciso para salir de aquel país.
A unos y a otros, Bush pidió ayer que esperen a lo que Petraeus tiene que decir la próxima semana en Washington. El presidente anticipó, sin embargo, que el tono del informe será positivo, anotando avances sustanciosos en distintos apartados de seguridad, hasta el punto de poderse vislumbrar, por primera vez, una futura reducción de tropas.
Ahora bien, si, desde el punto de vista de la Casa Blanca, las cosas han mejorado en Irak es precisamente porque el número de tropas se incrementó la pasada primavera hasta los 162.000 soldados con que Petraeus cuenta en la actualidad. Para que los avances continúen, seguramente advertirá el general, es necesario mantener ese nivel varios meses más, probablemente un año más.
¿Aceptará el Congreso una propuesta así? Difícil decisión. Por un lado, la premura del calendario electoral, con primarias dentro de cuatro meses, aconseja a los demócratas presionar a favor de la retirada cuanto antes. Pero, por otro lado, la recomendación de un general de prestigio, como Petraeus, de que con un poco más de esfuerzo y de paciencia las cosas pueden mejorarse en Irak, resulta difícil de rechazar para unos políticos que buscan ser comandantes en jefe algún día.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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