Miércoles, 17 de octubre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › APOYO EXPLICITO DE PUTIN AL PROGRAMA DE TEHERAN
El presidente ruso, Vladimir Putin, dejó atrás las declaraciones tibias y le dio todo su apoyo al gobierno iraní. En una cumbre de los cinco países con salida al Mar Caspio, el mandatario reivindicó el derecho de los países a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos y rechazó las versiones que afirmaban que estaba retrasando a propósito la reconstrucción de la primera central nuclear iraní. Además, Putin consiguió que se firmara que, de ahora en más, cualquier oleoducto que pase por la zona deberá contar con la autorización previa de todos los miembros.
Putin llegó a Teherán ayer, en medio de un gran operativo de seguridad y supuestas amenazas de magnicidio. Pero la tensión desapareció no bien el presidente ruso se puso en contacto con sus pares. Además de él y Ahmadinejad, también participaron los mandatarios de Azerbaiyán, Kazajistán y Turkmenistán, las tres ex repúblicas soviéticas. Aunque se trataron varios temas, el programa nuclear iraní fue el gran protagonista de la jornada. “Los países expresamos la idea de que deben permitirse las actividades nucleares pacíficas”, explicó Putin. “Rusia es el único país que ayuda a Irán a construir un reactor nuclear para fines pacíficos”, agregó.
El mandatario ruso ya había adelantado su postura la semana pasada al reunirse con su par francés, Nicolas Sarkozy, quien intentó convencerlo de apoyar las nuevas sanciones impulsadas por Estados Unidos. Ayer la ratificó al visitar la capital iraní, un gesto que un presidente ruso no había tenido desde la época de Stalin. Tras la cumbre, el presidente ruso se reunió a solas con Ahmadinejad y el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei. Según aseguraron los asesores que acompañaban a Putin, el tema central de su agenda fue la reconstrucción de la central nuclear en Bushehr, en el sur iraní.
Se trata de la primera central del país. La comenzó a construir el régimen del sha con ayuda de la alemana Siemens, pero el proyecto quedó en suspenso después de la Revolución Islámica de 1979. Unos veinticinco años después, Rusia ganó la licitación para terminar la central y desde entonces se ha sucedido una complicación atrás de la otra. Ayer Putin destacó varias veces que no se trata de obstáculos políticos, sino de complicaciones con los equipos, los materiales y el pago.
Los intereses de Washington no sólo estuvieron presentes con el tema nuclear. Rusia llevó a la agenda su preocupación por los nuevos oleoductos que Estados Unidos promueve en la zona. Washington y la Unión Europea han planteado en más de oportunidad su interés por reforzar la integración energética entre el Este y Occidente, eso sí, evitando en lo posible pasar por Rusia. El Kremlin ya le hizo sentir, el año pasado, los efectos de un desasbastecimiento al cortar el suministró a Europa Central. Ayer, Putin consiguió ponerles freno a estos planes. “Todas las naciones del Caspio están de acuerdo en el asunto principal: todos los aspectos relativos a este mar deben solucionarse exclusivamente entre las naciones litoraleñas”, explicó Ahmadinejad. En otras palabras, Moscú mantendrá su influencia en la zona del Caspio, uno de los yacimientos de recursos energéticos más importantes de Europa del Este.
El tercer gran acuerdo de la cumbre también estaba indirectamente dirigido a las posibles ambiciones geopolíticas norteamericanas. “Ninguna nación del Caspio debería ofrecer su territorio a terceros países para el uso de la fuerza o la agresión militar contra algún estado del Caspio”, anunció victorioso Putin, después de la reunión con sus pares. Hace varios meses que el Kremlin y algunos medios rusos barajan la posibilidad de un acuerdo entre Azerbaiyán y Washington. Según sostienen, la superpotencia estaría intentando hacer base en la ex república soviética para poder lanzar un ataque contra Rusia.
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