Miércoles, 21 de noviembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › EL ASESINATO DE JFK ABORTO UN ACUERDO ENTRE CUBA Y EE.UU.
Por Juan Jesús Aznarez*
desde Madrid
El asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy, del que este jueves se cumplen 44 años, abortó unas conversaciones secretas entre Estados Unidos y Cuba, cuyo primer objetivo fue, por parte norteamericana, lograr que Fidel Castro se alejara de la influencia ejercida por la Unión Soviética. “Cuba no habría roto nunca sus relaciones con la URSS, como se nos exigía”, reveló Castro en un artículo publicado el verano pasado. Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos preparaban entonces la agenda de la negociación. El día en que se cometió el asesinato, en la ciudad estadounidense de Dallas, Castro conversaba con el periodista francés Jean Daniel, emisario del presidente de Estados Unidos, en una residencia oficial del balneario de Varadero, a 185 kilómetros de La Habana: “No pudimos seguir hablando, cuando alguien llegó rápido y nos trajo la noticia de lo ocurrido”.
El fracaso de la invasión de Cuba por Bahía de Cochinos, en abril de 1961, y la llamada crisis de los misiles entre Estados Unidos y la URSS, desarrollada en octubre de 1962, fueron dos de los factores que habían determinado el arranque del intento negociador. El derrocamiento de Castro no era fácil y Kennedy intentó apartarlo de los rusos aprovechando la irritación del cubano con Nikita Kruschev, el entonces máximo dirigente de la URSS, que lo mantuvo al margen de las negociaciones con Wa-shington para solucionar la crisis del ’62. Estados Unidos aceptó no invadir la isla y retirar sus misiles de Turquía, a cambio del desmantelamiento de los cohetes soviéticos instalados en la mayor de las Antillas. Kennedy concibió las conversaciones como una herramienta para frenar el expansionismo soviético con la ayuda de un régimen de rumbo marxista, con muchos adeptos en América latina, instalado a 179 kilómetros de las costas de Miami.
“Hay un documento norteamericano con una frase que dice, más o menos, esto: ‘Logramos esa negociación con Castro, lo separamos un poco de los soviéticos, que era el objetivo, y después nos será más fácil desembarazarnos de él’ –subraya Reinaldo Taladrid, experto de la televisión cubana en asuntos relacionados con Estados Unidos–. Se ve que hay un elemento de perfidia en ese planteamiento que hace que muchos en Cuba, sin renunciar a una negociación justa y honorable, desconfiemos de todos esos trucos del imperialismo. Es muy triste que yo esté negociando con usted, para ver cómo le fastidio después.”
Según fuentes diplomáticas, algún mensajero de Castro hizo llegar al entorno del dictador español Francisco Franco su interés en la mediación del Caudillo ante Lyndon B. Johnson, que sustituyó al presidente asesinado, para que continuara las conversaciones iniciadas por éste. Pero ya no prosperó ninguna otra conversación posterior.
A partir de documentos desclasificados entre los años 1995 y 1999, apenas conocidos algunos de ellos, y de las precisiones de fuentes oficiales cubanas, es posible reconstruir los momentos más importantes de aquel proceso negociador. Reinaldo Taladrid alude críticamente a uno de los memorandos: el remitido por Gordon Chase, especialista del Consejo de Seguridad Nacional (de Estados Unidos) para asuntos de América latina, a McGeorge Bundy, consejero de Seguridad Nacional del presidente Kennedy, el 11 de abril de 1963. El texto dice: “Si una suave aproximación negociadora a Castro es factible y exitosa, los beneficios podrían ser sustanciales”. Chase menciona dos: la no reintroducción en Cuba de misiles soviéticos y el control de lo que se denomina como subversión cubana. “En el largo plazo –agrega–, podríamos trabajar para desembarazarnos de Castro.”
*De El País de Madrid. Especial para Página 12.
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