Escuchando las radios, mirando la TV, leyendo los medios gráficos, parece que todos los militantes y dirigentes del ARI –que hemos aportado nuestro trabajo, desde ser fiscales de una mesa hasta nuestros proyectos y propuestas desde hace muchos años– no podemos tener opinión propia. Es más: algunos quisieran que si no aceptamos sus condiciones nos vayamos con la familia K. No lo conseguirán. El ejemplo de un par de dirigentes que pasaron de partido es ínfimo, si consideramos que cientos de compañeras y compañeros de todo el país se han ido a su casa por estas decisiones y la metodología de construcción política de la líder de la Coalición Cívica.

La sensación que nos deja a quienes venimos debatiendo internamente desde hace bastante tiempo, sin hacer público este disenso, con el camino elegido por Carrió, es que estamos refiriéndonos a dos proyectos distintos.

Si teníamos un gran reconocimiento por Lilita, era por su capacidad intelectual y compromiso con los sectores más desprotegidos. Cuando decíamos que no votamos contra los pobres, que luchábamos por una equitativa distribución de la riqueza, estábamos hablando de que había que tomar el dinero de los mayores beneficiados por el sistema para favorecer a los excluidos del capitalismo salvaje. Para dar mayor acceso a la salud, la educación pública y mejores posibilidades a quienes luego sólo les queda el delito como salida para sobrevivir.

No encuentro racionalidad al concepto que dirigentes que han hecho gestión reduciendo los salarios –o en nombre de la banca financiera menemista, o con la Sociedad Rural que representa a los mayores productores y empresarios de las cerealeras–, nuevos socios de la Coalición Cívica, ahora sean quienes van a tener planes a favor de los pobres que ellos mismos han generado. Suena risible, ¿verdad?

Ante este vertiginoso vuelco del pensamiento de Carrió, algunos aceptaron incondicionalmente su viraje. Otros disentimos y hemos pedido espacio para discutir este rumbo y mantener el ARI en esa línea de pensamiento y accionar.

No lo hemos tenido antes de las elecciones. Evitamos perjudicar su CC y, más aún, trabajamos para ayudar a su mejor elección. El congreso partidario, que ya había rechazado un eventual acuerdo con López Murphy, sólo fue convocado para apoyar la fórmula de dos extrapartidarios como Carrió y Giustiniani. En nuestra provincia el ARI ya venía haciendo acuerdos con los socialistas, a pesar del desacuerdo de Carrió. En esa línea se venía conversando sobre acuerdos futuros con los dos gobernadores electos de la centroizquierda, Hermes Binner y Fabiana Ríos. Por los diarios nos enteramos de que los futuros ministros serían Alfonso Prat Gay o el empresario Del Sel, ex dirigente del grupo Banco República que vació el Banco Mendoza.

Por esto es que muchos aristas hemos decidido no aceptar más sumisión a decisiones que se toman por fuera del partido, porque tampoco estas resoluciones tienen nada que ver con el origen partidario y su carta de principios, mal que les pese a algunos personajes que encontraron en Carrió la punta de lanza para combatir al Gobierno. No vamos a prestarnos a volver a dividir al país en dos, no somos partidarios del enfrentamiento de la sociedad con “alpargatas sí, libros no”, pero tampoco a la inversa. La mejor calidad de vida de toda la población es la que genera mayor seguridad y justicia social.

Tal vez algunas opiniones de referentes de la CC, como Patricia Bullrich, faciliten la lectura de la sociedad. No queremos estar con la corrupción del Gobierno, pero tampoco con la corrupción de quienes generaron la mayor acumulación de riqueza de nuestra historia.

En síntesis, he compartido junto a mi agrupación interna y al ARI provincia de Santa Fe la decisión de ocho diputados nacionales de formar un bloque ARI autónomo de la CC. Queremos tener el derecho a debatir el futuro del ARI y disentir, sin ser acusados de favorecer al Gobierno. Eso sería muy vil, pero también antidemocrático y antirrepublicano.

* Diputada provincial. Vicepresidenta ARI Santa Fe.