En la lectura de la Cancillería argentina había que apuntar el referéndum de ayer como un indudable triunfo para el gobierno de Santa Cruz. Más allá de la poca certeza que ofrecían los números que se difundían anoche –“no hay justicia nacional ni observadores internacionales que avalen el escrutinio”, explicaban en el Palacio San Martín– lo que resaltaban era que Santa Cruz se había propuesto y finalmente realizado la elección, y que eso obligaba a Evo Morales a llevar adelante una postura negociadora más hábil que la que desarrolló hasta ahora en este conflicto.

Dada su ilegalidad, la Cancillería no difundió ningún comunicado oficial con la evaluación de la consulta. Con todo, en los despachos de los funcionarios que se ocupan de los asuntos de la región se instaló durante todo el día un “operativo de emergencia” para seguir paso a paso lo que sucediera en Santa Cruz y mantener informado al ministro Jorge Taiana. El embajador argentino en La Paz, Horacio Macedo, y los buenos amigos que los argentinos tienen entre los funcionarios bolivianos hicieron de polea de transmisión de datos. En la evaluación del comando, los incidentes que se registraron fueron menos de lo que podía esperarse dado el clima previo. En el informe que le pasaron al canciller, incluso, había dudas sobre la relación entre la muerte de un hombre sucedida ayer y los duros choques generados por la elección propiamente dicha.

A propósito del caso boliviano, Argentina votó en la OEA una resolución a favor del diálogo. Incluso, semanas atrás, por el rol de “países amigos” que Argentina, Brasil y Colombia juegan en la crisis, Taiana viajó junto al canciller brasileño Celso Amorin para conversar con los actores del conflicto pero la ronda –los hechos dan cuenta de ello– no aportó mayores avances. Semanas atrás también hubo una declaración de “solidaridad” con la gestión de Evo. Sin embargo, eso no evitó que en el gobierno argentino se mencionaran los errores que decían ver en Morales y sus funcionarios a lo largo del proceso que derivó en el llamado a los referendos autonómicos. Entre otras cosas, marcaban la necesidad de recomponer rápidamente un canal de negociación con Santa Cruz, que consideraban bastante más que el reducto de la derecha que Evo decía ver allí. “El gobierno puede que sea de derecha, pero hay más de un millón de personas que viven en esa zona que están hablando de autonomía y no hay que pensar que sean todos de derecha”, explicaba uno de los funcionarios que ayer ocuparon su despacho en la Cancillería.

Argentina mantendrá inalterable el respaldo a Morales –una posición unánime dentro del Mercosur–, pero buscará que La Paz inicie una apertura hacia los prefectos opositores como forma de evitar la fractura política en Bolivia.