Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LAS MASACRES DE BARRIOS ALTOS Y LA CANTUTA
Por Carlos Noriega
La noche del 3 de noviembre de 1991, una docena de hombres armados y encapuchados ingresó violentamente en una vieja vivienda de Barrios Altos, en el centro de Lima, donde un grupo de heladeros ambulantes celebraban una fiesta. Los asaltantes les ordenaron a los asistentes a la fiesta tenderse boca abajo en el patio y los acribillaron con las ametralladoras HK con silenciador que llevaban. Murieron quince personas, entre ellas un niño de ocho años, y otras cuatro quedaron gravemente heridas. Ese fue el bautizo de sangre del Grupo Colina, escuadrón de la muerte formado por el ejército y dirigido por Vladimiro Montesinos, brazo derecho de Fujimori.
El grupo de asesinos que ingresó en la vieja casa de Barrios Altos estaba dirigido por el capitán Santiago Martin Rivas, ascendido a mayor luego de esa matanza. Después de cometer su crimen, los militares se fueron a una playa del sur de Lima, donde el ejército tiene un campo de entrenamiento, para celebrar su primer operativo. El Congreso abrió una investigación, cuyas primeras conclusiones apuntaban al ejército, pero ésta quedó trunca luego de que Fujimori cerró el Parlamento, en abril de 1992.
El 18 de julio de 1992, los miembros del Grupo Colina ingresaron en los dormitorios de la Universidad La Cantuta, ubicada 50 kilómetros al este de Lima. Por orden de Fujimori, el ejército había instalado una base militar dentro del centro de estudios. Guiados por un agente encapuchado que había estado infiltrado entre los estudiantes, los miembros del escuadrón de la muerte irrumpieron en los dormitorios de los estudiantes y de los profesores y detuvieron a nueve alumnos, siete hombres y dos mujeres, y un profesor. Todos fueron sacados de la universidad por los militares y desde entonces no se supo nada de ellos.
El gobierno de Fujimori bloqueó todo intento de investigar la desaparición de los estudiantes y el profesor. Pero en julio de 1993 los cuerpos de las víctimas de La Cantuta fueron encontrados en un descampado en las afueras de Lima. Por la confesión posterior de los agentes del Grupo Colina, se sabe que los diez universitarios fueron llevados la misma noche de su secuestro hasta un descampado, obligados a cavar sus propias tumbas, puestos de rodillas y ejecutados de un disparo en la nuca. Sus cuerpos fueron quemados y enterrados.
Ante el escándalo por los asesinatos de los estudiantes y el profesor y las revelaciones en la prensa sobre la existencia de un escuadrón de la muerte, el gobierno armó una parodia de juicio militar en el que se condenó a los miembros de Colina, pero se dejó de lado a quienes ordenaban sus acciones. En junio de 1995, los miembros del Grupo Colina, que pasaron su breve condena en un cómodo cuartel militar, fueron amnistiados por Fujimori, tal como les había prometido para que aceptaran someterse al juicio militar y así calmar el escándalo político. Luego de la caída del gobierno de Fujimori, la amnistía fue anulada y los integrantes de Colina detenidos.
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