- Sueño. La asamblea de la OEA sesionó pasada la medianoche del sábado. El cansancio ya no daba para escuchar con atención discursos largos. Si no que lo diga el vicecanciller brasileño Samuel Pinheiro Guimaraes, que se durmió haciendo base con sus codos en la mesa y sosteniendo la cabeza con las manos. El frágil equilibrio, como les pasó a tantos esa madrugada, sucumbió y su abrupto despertar llamó la atención de varios. La diplomacia al menos a la vista de los periodistas, no da lugar para la risa. Ni aun cuando, para completar el cuadro, la presidenta Cristina Fernández, en ese preciso momento de su discurso estaba mencionando a Pinheiro. La Presidenta enumeraba naciones amigas y dijo “lo veo al representante de Brasil”. Alguien agregó por lo bajo: “Sí, lo ve dormido”.

- Corridas. La decisión de los tres presidentes de viajar a El Salvador fue tomada con celeridad. Y fue tan veloz que la salida pactada para dentro de dos horas se achicó a una y a algunos no les avisaron. Así, seis periodistas argentinos al llegar al punto de encuentro se enteraron con estupor que la delegación y el Tango 01 estaban a punto de despegar en una base militar de Washington. Con llamadas desesperadas, autos diplomáticos y patrulleros de escolta pudieron alcanzar el vuelo, transpirados de los nervios y la corrida cruzando la pista antes de que levantasen la escalerilla.

- Admiración. “Estoy recorriendo esta maravilla y da envidia”, le comentó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, al cronista de Página/12 al topárselo en un pasillo del Tango 01 que admiraba el mandatario. Pero al llegar a la zona donde estaba el grueso de los periodistas el admirado fue él, a juzgar por las fotos que pidieron sacarse a su lado.