A 90 kilómetros de Madrid, al sur de la comunidad de Castilla y León, hay niños que dicen “¡pasamos frío!” cuando se aproxima el invierno. El informe de Unicef España difundido este año señala que “en los institutos y colegios de Segovia se ha reducido el presupuesto para calefacción y para excursiones...”. Esa es tan sólo una –y no la peor– de las consecuencias que ocasiona la prolongada crisis económica sobre la infancia.

Por ejemplo, en la pujante e independentista Cataluña se redujo en 2011 un 74,6 por ciento el presupuesto en subsidios a las familias con niños; y en Extremadura, la ayuda por nacimiento de 6600 euros anuales durante el primer año de vida se redujo hasta 1200. Ciudades y regiones enteras de España se han visto afectadas por los recortes que empezó Rodríguez Zapatero y que ahora profundiza Rajoy.

Madrid ha eliminado las becas a los libros y los cuadernos de ejercicios de los niños en educación infantil. Olga Cantó, profesora de Fundamentos de Economía de la Universidad de Alcalá, quien ha participado de estudios de Unicef y Cáritas, es concluyente: “Las repercusiones de la pobreza infantil no se verán hoy, sino mañana”. Paloma Escudero, directora ejecutiva de la Unicef local, denunció esta semana en la Televisión Española: “Cada año hay unos 200 mil niños que viven en riesgo de pobreza. No puede ser que sea la infancia el sector que más esté sufriendo el impacto de la crisis”.