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Pasado y presente

La visita del papa Francisco, además de apostólica, tiene un cariz histórico y un fuerte costado político: sólo un tres por ciento de quienes habitan el continente asiático son católicos y su predecesor, Benedicto XVI, no logró visitar la región en su pontificado de ocho años. El domingo, Jorge Bergoglio llegará a Haemi, donde en el santuario de esa localidad verá a los obispos de Asia y después, en el Castillo, oficiará la misa que cerrará la Jornada de la Juventud asiática. El Papa se dedicará el lunes a la celebración de la misa para “la paz y la reconciliación”, como la denominó el Vaticano, en la catedral de Myeong-dong, en Seúl, para después regresar a Roma. El catolicismo se instituyó en Corea del Sur en el siglo XVII, de mano de ciudadanos de a pie en lugar de misioneros, algo único en el continente. Hasta el siglo XX, los devotos de esta religión –entre ellos algunos antepasados del arzobispo Andrew Yeom Soo-jung– sufrieron intensas persecuciones en este país de tradición confuciana y budista. Jorge Bergoglio señaló el año pasado, al regresar de la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, que tuvo lugar en Río de Janeiro, que Asia sería una de sus prioridades. Y ahora, un año más tarde, incluso ya está programada la próxima visita al continente asiático, para enero de 2015, a Sri Lanka y Filipinas.

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