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En la noche del viernes 18, luego de encabezar un acto de más de 100 mil personas en San Pablo, que reanimó a la militancia democrática, Luiz Inácio Lula da Silva fue informado de que su cargo de ministro había sido suspendido por un juez de la Corte.

El desembarque de Lula como jefe de Gabinete funge como un dínamo en un gobierno poco menos que inerte. La incertidumbre sobre qué decidirá la Corte sobre su suspensión o autorización, lleva agua al caudal opositor donde se afanan por impedir que el líder petista vuelva a escena.

Dilma confirmó que si finalmente la Corte no avala su nombramiento como ministro jefe de gabinete, lo designará asesor, para que de hecho asuma un papel protagónico en el gobierno.

“O él viene como ministro o viene como asesor, esto ellos no lo podrán impedir, vendrá de una manera o de otra. Nosotros vamos a traer al presidente Lula para que ayude al gobierno.” E insistió en esa línea. “Lula es sin sombra de dudas el mayor líder de Brasil después de Getulio Vargas (ex presidente fallecido en 1954). Todo esto es un intento de descalificarlo. Yo he convidado al presidente Lula desde hace mucho tiempo, el siempre fue mi consejero, pero ahora quiero que él ayude al gobierno en este momento de crisis.”