EL MUNDO › UN GOLPE SINCRONIZADO Y ESPERADO PARA LONDRES
Con la seguridad en otra parte
Por Ernesto Ekaizer *
Desde Gleneagles
El reguero de bombas que comenzó a estallar de manera sincronizada a partir de las 8.51, hora británica, en las estaciones del centro de Aldgate, Edgware Road, King’s Cross, Old Street y Russell Square, en el centro de Londres, “conmovió” a la Policía Metropolitana y a los servicios de seguridad, según admitió ayer uno de los responsables, “pero no fue una sorpresa”. Las fuerzas policiales habían trabajado en un escenario parecido al que utilizaron ayer los terroristas. “Manteníamos el alerta en el sistema de transportes e hicimos una planificación”, añadió.
La pregunta, según admitieron en los últimos meses altos cargos del gobierno británico, no era si podía haber un atentado terrorista en Londres. El tema era otro: se trataba de saber cuándo. Sin embargo, en el mes de junio, el Centro de Análisis Terrorista Conjunto del gobierno redujo el nivel de la amenaza terrorista de la organización Al Qaida de “severo-general” a “sustancial”. Preguntado ayer uno de los responsables policiales, respondió: “Era el segundo nivel de amenaza. Creo que era el adecuado”. La rebaja de la amenaza indica, empero, que los servicios de seguridad e inteligencia, aun considerando la existencia de una amenaza genérica sobre Londres, no estimaban como una probabilidad concreta el ataque terrorista sincronizado como el que ocurrió ayer. La proyección de la sombra de los atentados terroristas del 11-M en Madrid minutos después de que comenzara la cadena de estallidos en la capital londinense se adueñó de los comentarios en la calle, en medios periodísticos y políticos, por la similitud de ambas operaciones.
Algunos expertos de los servicios de inteligencia también apuntaron que puede existir otro punto de contacto entre el 11-M y el 7-J. Ese punto es que la policía de ambos países seguía los pasos de los terroristas. Y en el medio de ese rastreo, dicen esos expertos, no saltó ninguna señal de alarma. En particular, la policía británica mantenía un control sobre ciertos militantes fundamentalistas islámicos que habían abandonado el Reino Unido en dirección a Francia. Los servicios de seguridad no tuvieron noticias sobre su posible regreso. Pero a partir de ayer ésa es la hipótesis que los servicios pretenden aclarar.
La cumbre del G-8 llevó al gobierno británico a reforzar como nunca las medidas de seguridad en Edimburgo y en los alrededores del Hotel Gleneagles, donde se celebra el cónclave de los líderes. Ese refuerzo tenía por objeto controlar las movilizaciones antiglobalización. El gobierno hizo esfuerzos por aislar a los grupos violentos y separarlos de los manifestantes pacíficos. Y para ello destinó muchas unidades policiales. Quizá esa concentración de esfuerzos, razonan ahora expertos policiales, permitió a los terroristas, que tenían información desde hace un año sobre el encuentro del G-8 en Gleneagles, aprovechar la oportunidad para golpear en Londres.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.