ESPECTáCULOS › VUELVE “AGRANDADYTOS”
“Preferimos grabar para protegerlos”
Dady Brieva comienza esta noche una nueva temporada de su programa, aunque este año los gags infantiles invadieron otros programas, entre ellos los de Tinelli y Susana.
Por Emanuel Respighi
De golpe y sin anestesia, la TV del 2005 inauguró la nueva fórmula televisiva del éxito y la exprimió al máximo: incluir en los programas a niños de no más de 12 años para cantar, bailar, contar chistes o hacer simples morisquetas. Así, se puede ver cómo los dos programas de mayor presupuesto de la televisión argentina, Showmatch y Susana Giménez, no tienen pudor a la hora de dedicar buena parte de su tiempo a la presencia en los estudios de nenes y nenas. Incluso, hasta el matutino Mañanas informales convoca a chicos para que muestren su talento. Si hasta en el ciclo que Diego Maradona conducirá desde fines de agosto, La noche del 10, están pensando en un espacio con los más bajitos. Como nunca antes, los chicos invaden la tele. “Tengo una vena...”, admite a Página/12 Dady Brieva, resignado, ante tanta competencia nueva con la que este año se topará la quinta temporada de Agrandadytos, que esta noche vuelve a Canal 13, todos los viernes, a las 21.
Bajo la producción de Promofilm, Agrandadytos regresa con la misma fórmula con la que se mantuvo durante el lustro de vida: dándoles el protagonismo a los chicos, cuyos comentarios, reflexiones y salidas más o menos graciosas son bastoneadas por el ex integrante del trío Midachi.
“Vuelvo a insistir con el ciclo porque me parece que todavía sigo teniendo feeling con los chicos”, confiesa el hombre de pera prominente. “El programa –detalla– se renueva permanentemente porque los chicos son otros. Esa es la mejor renovación. Nosotros siempre cuidamos a los chicos, por eso el programa va grabado y no en vivo. Es la forma que encontramos para no exponerlos a situaciones que pueden llegar a ser traumáticas.”
–En ese sentido, ¿cómo maneja el lenguaje delante de los chicos?
–Es pura intuición. Yo trato de no guardarme nada. Les hablo a los chicos como les hablo a mis hijos. Trato de no tener pruritos con esas cosas porque si no el ciclo pierde espontaneidad. No me cuido. Sé que tengo buenas intenciones y confío en eso. Si me tengo que cuidar con cada cosa que digo, se pierde la magia.
–Hace un par de años, el episodio de la nena mostrándole la bombachita fue repudiado públicamente por cincuenta psicólogos...
–Si tengo que pensar que me van a estar mirando los psicólogos o que me van a acusar de pederasta no tengo que hacer el programa. Yo les hablo como les hablé siempre. No tengo por qué hacerme cargo de los cambios sociales y psicológicos de la sociedad. A mi hermana, que se llama Analía, yo le sigo diciendo “la chancha”, pero no voy a cambiar la forma de llamarla porque la bulimia o la anorexia hacen estragos en la sociedad. No es tan importante lo que se dice sino las intenciones. Lo peor de estos tiempos es que los tipos que nos caracterizamos por la espontaneidad tenemos que andar cuidándonos ante cada cosa que decimos. Sobre todo en tipos como yo, que no tenemos un lenguaje tan amplio ni académico para encontrar sinónimos que no dañen la sensibilidad de ciertas personas. No hay peor cosa que simular un pedo. Por eso me muestro como soy.
–Aun a costa de ser blanco de críticas...
–Todo este debate de la TV basura limita, en vez de mejorar las cosas. Tenemos la TV que nos merecemos. Si la TV es basura, entonces nosotros somos la misma basura. Hay que dejar algo en claro: la TV no educa a los niños. Si alguien quiere educar a un niño, que no lo ponga a ver tele durante cinco horas diarias. La TV, a lo sumo, entretiene a los chicos. No más que eso. La educación debe provenir de la familia y la escuela.
–¿Qué es lo más complejo a la hora de trabajar con chicos? ¿En estos años notó un cambio en la manera en que ellos se relacionan con el medio?
–Ultimamente veo que los mismos adultos están poniendo a los chicos en un lugar de mierda, inmundo. Veo muchas cosas muy jodidas. El valor que tiene este programa es que hay una edición cuidada. Muchas veces, me pasa que de los mismos chicos afloran cosas feas, producto de la locura de los padres. Cuando empecé con Agrandadytos, los chicos venían a leer conmigo para que la abuela los vea por televisión. Ahora, los chicos son utilizados por los padres para ganarse algún premio o llevarse algún regalo. Se convirtió en una cosa comercial. Los chicos están presionados por los padres y terminan sufriendo con algo que los debería divertir.
–Si bien la relación de los chicos con la TV no es nueva, Agrandadytos fue uno de los primeros programas en darles protagonismo a los chicos. Hoy, los chicos parecerían ser la fórmula inevitable de casi cualquier programa televisivo. ¿Cómo ve al fenómeno?
–... (pone cara de no saber) Creo que los éxitos de muchos programas descansan en las cosas que les hacen hacer a los chicos. Si el chico va a la TV porque tiene ganas, me parece bien. Ahora, si es por presiones de los padres, que les tiran tres plumas y los hacen hacer cualquier cosa, es una cagada. Por eso, el resultado depende de la producción de cada uno de los programas que convocan a los chicos. Ahora, todos los programas hacen lo mismo. En Agrandadytos los chicos no compiten por nada: vienen sólo a divertirse.
–Que la mayoría de los ciclos de humor tengan chicos, ¿habla de un declive del género?
–Habla de que he hecho escuela, loco... (risas). La TV se maneja por modas. Ahora, salvo No hay dos sin tres, no hay más humor en TV. Hace 15 años, estaba lleno. Hoy, los noticieros se permiten poner noticias divertidas, y antes a Sergio Villarruel no se le conocían los dientes. El humor televisivo, a la vieja usanza, no existe más. Antes, también, los programas infantiles estaban conducidos por referentes. No venían minas o vedettes y se ponían al frente de un programa infantil, como pasa hoy. Y encima ¡ganar un Martín Fierro! Hoy todo es un gran cambalache.