EL MUNDO
La mano dura de Blair contra el terrorismo o lo que se le parezca
El primer ministro británico aprovechará la revisión de las leyes antiterroristas en septiembre para promulgar nuevas medidas que permitan actuar contra la instigación del terrorismo, para deportar o impedir la entrada en el Reino Unido de extranjeros sospechosos.
Por Walter Oppenheimer *
El Reino Unido vive en estado de choque. El descubrimiento de que los atentados de Londres fueron cometidos por suicidas nacidos y crecidos en el país ha resonado como un “toque de corneta”, en palabras del ministro del Interior, Charles Clarke. El primer ministro, Tony Blair, declaró la guerra al extremismo religioso y prometió en los Comunes un paquete de medidas para combatir a quienes fomentan el terrorismo y el odio religioso y para defender a la comunidad de 1,6 millón de musulmanes británicos de cualquier acoso y cualquier amalgama que les identifique con los atentados. Pero la policía ha contabilizado 300 ataques racistas desde el 7-J, según el diario The Guardian. El más dramático ocurrió el domingo en Nottingham, cuando Kamal Raza Butt, un paquistaní de 48 años que estaba en el Reino Unido visitando a unos amigos, murió apaleado por un grupo de jóvenes al grito de “talibán”.
La policía de Nottinghamshire calificó el crimen de “racialmente motivado”, pero lo desvinculó de los hechos de Londres, provocando la indignación de los grupos musulmanes de la zona. Gran Bretaña se enfrenta a algo más que al sarampión del terror suicida, que ha aparecido por primera vez en Europa occidental; se enfrenta al peligro de que los atentados de Londres deriven en un ajuste de cuentas contra su amplia comunidad musulmana. Laboristas, conservadores y liberales, unidos para arropar a esta minoría religiosa, celebrarán el martes en Downing Street una cumbre con los líderes moderados de la comunidad musulmana. Los líderes musulmanes no han cesado de condenar los atentados nada más producirse y a negarles cualquier vinculación con una práctica religiosa que presentan como un compendio de valores pacíficos. “Los que han hecho esto no son mártires, son asesinos. Esto no los va a llevar al paraíso”, proclaman.
El ministro del Interior admitió ayer que se quedó “conmocionado” al saber que los atentados de Londres fueron cometidos por suicidas británicos y calificó de “hipótesis central” la posibilidad de que formaran parte de una red más amplia que se dispone a golpear de nuevo. “Creo que esto es un toque de corneta para todos, para nosotros como políticos, para los medios, para los líderes religiosos, los abogados, para todos, para decir que tenemos que luchar por la sociedad que tenemos en lugar de quedarnos al margen y considerar que está bien”. Anunció que el gobierno intentará pactar con la oposición la revisión de la legislación antiterrorista prevista para otoño. Pero advirtió que frente al fanatismo no basta ni con legislar ni con luchar contra la pobreza: “Hay que asegurarse de que la comunidad musulmana toda, apoyada por toda la sociedad, se enfrente a esta suerte de creencia”.
“El cambio al que nos enfrentamos es muy claro. Esas voces que hasta ahora hemos tolerado ya no van a ser toleradas, lo mismo en la calle que en las escuelas, en los clubes juveniles, en la mezquita, en la esquina o en casa”, aseguró el diputado musulmán Shahid Malik, de cuya circunscripción electoral procedían algunos de los suicidas, tras entrevistarse con Tony Blair en Downing Street.
El primer ministro expresó luego en el Parlamento su intención de aprovechar la revisión de las leyes antiterroristas en otoño para promulgar nuevas medidas que permitan actuar contra la incitación o la instigación del terrorismo, para deportar o impedir la entrada en el Reino Unido de extranjeros que han incitado al terrorismo, para ayudar a la comunidad musulmana a contrarrestar la interpretación “maligna” de su fe y para promover una movilización internacional que promueva “la voz moderada y verdadera del Islam”.
Blair, que citó específicamente a España al agradecer la colaboración internacional recibida tras los atentados del 7 de julio, coincidió con Clarke al subrayar que las medidas de seguridad no bastan para evitar ese tipo de atentados: “Es una ideología extremista y maligna cuyas raíces descansan en una interpretación maligna y venenosa de la religión del Islam”. El primer ministro y los líderes de los dos grandes partidos de la oposición asistirán el martes en Downing Street a una cumbre para arropar a los representantes moderados de la comunidad musulmana. La policía confirmó ayer que los cuatro terroristas suicidas eran británicos de origen paquistaní, todos ellos nacidos en la región de West Yorkshire, aunque al cierre de esta edición sólo había divulgado la identidad de tres de ellos: Hasib Hussain (18 años), Shehzad Tanweer (22) y Mohamed Sadique Khan (30).
Los investigadores buscaban ayer a un quinta persona relacionada con los atentados que habría dado cobijo y quizás instruido a los suicidas en los días previos a los atentados (ver página 15). Los analistas creen que si el ataque ha sido planeado por Al Qaida el cerebro de la operación ya no está en el Reino Unido y quizás ni siquiera ha llegado a entrar en el país. Una de las grandes incógnitas a resolver es quién ha facilitado el sofisticado explosivo que nutría las bombas. Y, tan importante quizás como eso, los investigadores han de determinar si las bombas llevaban temporizador o fueron accionadas por los terroristas. Aunque se da por descontado que se trata de suicidas, la policía no lo ha confirmado oficialmente. De hecho hasta ahora sólo ha confirmado la muerte de uno de ellos, aunque ha dado a entender que murieron los cuatro.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.