El hecho que precipitó la caída del titular de Hacienda fue la violación por parte de funcionarios públicos del secreto bancario del jardinero Francenildo dos Santos Costa, quien denunció ante el Senado las supuestas andanzas de Palocci y una novia de alquiler en una mansión del barrio más elegante de Brasilia por la que se pagaban unos 60.000 reales al mes. Allí empresarios y operadores ligados al gobierno habrían concertado negocios que involucraron a empresas estatales. El chalet también acogía, según denunció Dos Santos Costa, fiestas con “garotas de programa” (prostitutas).

El gobierno decidió espiar ilegalmente al joven Francenildo en la sospecha de que la oposición lo había sobornado y así fue como descubrió que había 35.000 reales depositados en su cuenta, cifra que no guarda proporción con su salario de 700. Las sospechas del contubernio entre el joven y senadores del derechista PFL y el socialdemócrata PSDB pasó a un segundo plano cuando tomó estado público la invasión de su sigilo bancario: la oposición puso el grito en el cielo y pidió la cabeza de Palocci.

Luego de días de desmentidos oficiales, ayer el presidente de la Caja Económica Federal, Jorge Mattoso, admitió el ilícito al declarar ante la Policía Federal que tuvo acceso a los números de Dos Santos Costa y que los transmitió a Palocci. Poco después el titular de Hacienda elevaba su dimisión al Palacio del Planalto.