El llamado a la unidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva no tuvo eco en la reunión de la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT). Los dirigentes petistas cuestionaron la política monetaria del segundo gobierno de Lula y pidieron cambios en el equipo económico del Planalto. Consideran que las recientes reformas hechas por el Banco Central son muy pequeñas, conservadoras y que tendrán un efecto negativo sobre el Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), el paquete de incentivos económicos y obras públicas, y uno de los pilares del segundo mandato de Lula.

Lula abrió la reunión de la Dirección Nacional del PT el viernes pasado con un mensaje muy claro: “Que nuestras divergencias y nuestras disputas internas no nos hagan perder de vista quiénes son los adversarios”. Pero sus correligionarios no estuvieron de acuerdo y volvieron a atacar al sector económico del gobierno. “Para evitar la inflación, el Banco Central mantiene en un nivel elevadísimo la tasa de interés, que aún está entre las más altas del mundo. Con esa visión, Brasil no puede crecer”, afirmó la cúpula en el texto final, que servirá de base para el congreso nacional partidario de julio próximo. El Banco Central, dirigido por el ex hombre del Bank Boston Henrique Meirelles, redujo en un 0,25 por ciento la tasa básica de interés Selic, que quedó en 13 por ciento anual.

Para la dirigencia del PT, Lula debería dejar en manos de fieles militantes del partido los sectores claves para llevar adelante el PAC, un programa cuyo presupuesto ascendería a 326 mil millones durante los próximos cuatro años. “Por su importancia para incentivar el desarrollo y por los efectos sociales que provocan, los ministerios que se ocupan de la infraestructura –Minas y Energía, Transportes, Ciudades e Integración Nacional– tienen que ser ocupados por militantes afinados con los imperativos del crecimiento”, destacaron en el documento. Hoy estas cuatro carteras son ocupadas por miembros de los partidos aliados del gobierno, como el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

El objetivo no es sólo que el petismo vuelva a recuperar el control sobre la política económica del gobierno, sino que, al menos, quede en manos de dirigentes que apoyen su ideología desarrollista. Actualmente en el gobierno coexisten las dos tendencias. Por un lado, el grupo conocido como los desarrollistas está liderado por la jefa de Gabinete, Dilma Rousseff, y el ministro de Economía, Guido Mantega. Por otro lado, los dirigentes monetaristas, encabezados por el propio Meirelles.