Lunes, 12 de febrero de 2007 | Hoy
EL PAíS › MARTIN SABBATELLA, INTENDENTE DE MORON
Sabbatella explica sus diferencias con el vicepresidente que será el candidato a gobernador del kirchnerismo y anticipa que no apoyará a ningún postulante a nivel provincial. Su distancia con Lavagna y con Carrió.
Por Werner Pertot
Las fotos en la antesala del despacho de Martín Sabbatella recorren sus 36 años de vida. Una imagen lo muestra con pelo largo en la Plaza Roja de Moscú, otra en su asunción como intendente de Morón en 1999, cargo que retuvo tras la caída de la Alianza y la crisis de 2001 gracias al corte de boleta. Este año posiblemente irá por su tercer mandato. En diálogo con Página/12, Sabbatella no se muestra muy feliz con la elección del vicepresidente Daniel Scioli como candidato a gobernador K. “Macri y Scioli pertenecen a un espacio que, en términos ideológicos, es muy similar”, apunta. A su vez, se diferencia de Elisa Carrió y Roberto Lavagna. Ambas le parecen opciones “por derecha” al Gobierno.
–¿Va a ir por la re-reelección?
–Nosotros quedamos con el partido que vamos a discutir estrategias electorales a partir de marzo. Creo que, por supuesto, hay cuestiones vinculadas a la profundización del proceso de transformación que me interesa continuar. Hay mucho por hacer. En términos personales, voy a hacer lo que decidamos colectivamente, pero hay un rol en términos de gestión en Morón que necesitamos profundizar. Y si eso significa que yo continúe en un rol en la gestión, lo voy a hacer. Pero no hemos decidido las candidaturas aún.
–¿Qué ocurrió con el espacio de los cuatro intendentes progresistas?
–Seguimos pensando que hay un espacio en común. Hemos tomado la posición de acompañar a Hermes Binner en Santa Fe, a Emilio Martínez Garbino en Entre Ríos y a Luis Juez en Córdoba
–Pero Juez se plantea como un candidato kichnerista.
–Nosotros no tenemos ningún problema.
–Más allá de su candidatura, ¿vuelve la tijera en 2007?
–Nuestra fuerza ha planteado mantener una posición de autonomía. Esto se expresará en 2007 con tijerita y con corte de boleta. Diferenciaremos los posicionamientos ideológicos de las pertenencias a las estructuras.
–¿No van a acompañar ninguna candidatura a nivel provincial?
–No, no. Claramente no.
–¿Cómo ve la decisión de Kirchner de impulsarlo a Scioli en la provincia?
–Obviamente, Scioli expresa un pensamiento que no tiene nada que ver con lo que yo creo. Esto demuestra las contradicciones de los procesos políticos que hoy se viven. Y vuelve a explicar que las pertenencias a determinadas estructuras no están determinadas por ideas. En el abanico opositor encontrás gente de un espacio que podrían estar con algunos del oficialismo. Oficialismo y oposición no terminan de ordenarse en términos de ideas. Macri y Scioli pertenecen a un espacio, que en términos ideológicos, es muy similar.
–¿Scioli podría ser indistintamente el candidato de Macri?
–Y bueno... Scioli fue candidato o expresión de muchas cosas... Es parte de las contradicciones de este proceso.
–¿Cómo responde a esas contradicciones?
–Me parece que hay que diferenciar procesos y estructuras. Nosotros estamos muy contentos con el proceso que vive la región y el país. Es un escalón hacia arriba que viven la Argentina y la región. Y tenemos un compromiso fuerte con el rumbo de este presente. Al mismo tiempo, somos conscientes de que hay que generar espacios políticos que permitan construir algo distinto y que permitan cambiar la injusta matriz distributiva de los noventa y la lógica de los partidos políticos. No hay que creer que estamos al límite de las transformaciones posibles de proyectos políticos. Por eso mantenemos nuestra autonomía. La situación regional permite imaginarse la posibilidad de ir por más.
–¿La candidatura de Scioli aleja la posibilidad de sumar sectores de centroizquierda?
–Está claro que el diagnóstico no cambió en lo que hace a que el sector de centroizquierda tiene miradas distintas. Nosotros seguimos colaborando en un espacio común que pueda unir las distintas tradiciones. En particular, en la provincia de Buenos Aires, me parece que Scioli no expresa bajo ningún punto de vista eso. Las estructuras políticas de hoy son pragmáticas y funcionales a cualquier ideología. Si no somos capaces de construir una fuerza política que pueda impulsarse por convicciones se pone en riesgo la profundización del cambio. Si no, cuando esté de moda apoyar las relaciones carnales, las mismas estructuras las van a apoyar sin ningún problema. Hay una resignación a la lógica de construcción tradicional.
–En el escenario nacional, ¿qué diferencia hay entre que sea “pingüino o pingüina”?
(Se ríe) –Nooo. Tiene que ver con una cuestión táctica de ellos. La verdad, que no voy a participar yo de esa discusión.
–¿Qué piensa de la posible candidatura de Blumberg en la provincia?
–Está claro que no comparto su concepción política e ideológica, más allá del respeto que implica el dolor del familiar de una víctima. Es claramente una expresión de la derecha en la Argentina. Y estoy convencido de que ser víctima no te hace especialista en seguridad. Si es candidato o no es decisión de él.
–¿Su mesa de diálogo puede servir para unir a la derecha?
–Puede ser que sí, pero es un tema de la centroderecha. A mí lo que me preocupa es cómo unir a la centroizquierda.
–Sin embargo, Blumberg convocó a referentes de ambos sectores.
–Pero pensar que no hay más ideologías es una ideología. ¿A quién le es funcional que la situación es preideológica? Es funcional a una ideología, que es la que impulsó el fin de las ideologías. Por eso, también creo que es funcional a la derecha cuando Lilita dice que la cuestión es preideológica y que es menos importante el debate en términos de izquierdas y derechas.
–Carrió plantea una coalición cívica, con sectores del socialismo, de la UCR, con Patricia Bullrich...
–No estoy de acuerdo con nada de eso. Vaciar de ideas y de ideología tiene más que ver con el pensamiento único de la década del noventa que con lo que hay que construir. Dividir el sistema político entre los que violan o no violan el Código Penal me parece un error. Aunque sí es justo considerar que una de las características tiene que ser que nadie pueda violar el Código Penal. Si uno mira la historia política, que la derecha hable de la calidad institucional suena muy hipócrita. La preocupación central no está ahí, sino en los intereses que defienden. Como decía (Arturo) Jauretche, nos critican por nuestros errores, pero nos quieren echar por nuestros aciertos. Cuando la derecha critica el populismo en la región, le preocupa que un indio gobierne Bolivia, le preocupa que alguien pueda representar la voz de los sin voz, a ese subsuelo de la patria sublevada. Hay intereses que se juegan...
–¿Y qué intereses defiende Lavagna, por ejemplo?
–Más allá de su persona, queda a la derecha del Gobierno y termina interpelando a la derecha.
–El dice que es centroprogresista.
–Pero uno no es lo que dice ser, sino lo que expresa en un contexto histórico y a lo que se es funcional. Con Macri, no hay discusión: es la pata empresarial de la década del noventa. Nosotros tenemos además un capítulo local, que es las firma de las famosas cloacas de (Juan Carlos) Rousselot con Macri sentado al lado.
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