Domingo, 24 de junio de 2007 | Hoy
Ocho soldados estadounidenses y un soldado británico murieron ayer en diferentes ataques en Irak. Con estas muertes ya suman 68 los militares norteamericanos caídos en lo que va de junio en el país y al menos 3540 desde la invasión en marzo de 2003. Para las fuerzas inglesas el número es mucho menor. Londres perdió 153 soldados en lo que va del conflicto. A pesar de la diferencia de víctimas, mientras Washington sigue aumentando su contingente militar en el país, el gobierno británico planea reducirlo. Ayer sus fuerzas se preparaban para cerrar una de sus principales bases en Basra, su sede principal en el sur. No obstante, el futuro primer ministro Gordon Brown defendió ayer la invasión y el derrocamiento de Saddam Hu-ssein, dejando poco espacio para una eventual retirada total. Además de las tropas extranjeras, los otros objetivos preferidos de la insurgencia son los policías iraquíes. Ayer dos agentes murieron cuando una bomba explotó en una calle de Hilla, cien kilómetros al sur de Bagdad, cuando su patrulla estaba haciendo tareas de reconocimiento. En el norte del país, en tanto, un grupo de marines estadounidenses habrían detenido a un jefe militar de Al Qaida.
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