Desde Mar del Plata

En el palco, dos carteles, a falta de uno, decían lo mismo: “Estoy con el campo”. En el cierre del seminario nacional del GEN, la referente de ese espacio, Margarita Stolbizer, y su socia Elisa Carrió anunciaron sus candidaturas a legisladoras en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal. La premura en postularse responde a la percepción de la líder de la Coalición Cívica –una fuerza que, según Stolbizer, “representó fielmente los intereses del campo”– de que a partir del lockout del agro “el país huele a historia”. Lilita decretó que “el matrimonio Kirchner decidió autoliquidarse el 25 de mayo”. Y, en su nuevo rol de caminante de rutas y piquetes verdes, anunció que estará ese mismo día en Rosario para el tractorazo: “Va a haber dos imágenes, la Argentina productiva y la foto de la coptación y el unitarismo grosero”, anticipó.

Carrió dejó flotando la idea de que Cristina Fernández tiene los días contados. “No es sólo Gobierno-campo, hay olor a dignidad nacional. Este proceso es distinto al 2001, es una crisis por exceso de poder, que está en los manuales de todos los pequeños tiranos. Como en la figura del parto, va a haber dolor y alegría”, pronosticó.

Con un batifondo de trompetas (que tocaban “Mamá, yo quiero”), redoblantes y tambores, Carrió y Stolbizer entraron juntas. Una de blanco y otra de rosa, casi remedando los colores del radicalismo, al que reivindicaron varias veces en su discurso. De buen humor, las dos aliadas parecieron olvidar los resquemores que produjo que Lilita anticipara hace unos días su candidatura y la de Stolbizer.

–¿Cómo tomaron en la CC su lanzamiento? –le preguntó Página/12.

–La verdad, nadie cuestiona mi liderazgo, salvo algunos medios.

–¿No es prematura la postulación?

–Lo que se está expresando con las candidaturas es la vocación de gobernar la Argentina, porque no les vamos a hacer el juego a los que quieren una oposición dividida. La defensa del campo ya me costó ocho diputados –recordó, en referencia al ARI Autónomo.

Más de mil militantes del GEN corearon con música de Gilda: “No me importa lo que digaaan, de Kirchner y de Cristinaaa/ con D’Elía se van a iiiir”. Los bombos cesaron cuando Stolbizer endulzó a Carrió con elogios y le recordó que eran “genéticamente radicales”. Luego le apuntó al Gobierno: “Está en su punto de mayor debilidad, por su pérdida de credibilidad. Su estafa es impulsar a Néstor Kirchner como candidato a senador por la provincia, aunque no reúne los requisitos legales. ¡Que pongan a Kirchner! ¡Ni con la familia entera les va a servir!”, lanzó la ex diputada, quien destacó que la CC “hoy representa al campo, que no sólo son los empresarios, sino también los peones rurales”.

Carrió recogió el guante. “No distingo entre productores pequeños, medianos y grandes. Que no nos corran por izquierda los indigenistas urbanos”, advirtió. Recordó sus orígenes radicales, la foto de Illia en su casa de la infancia (aplauso largo), sus comienzos con Raúl Alfonsín (aplauso ínfimo), y la figura de su padre: “Estoy acá por un complejo de Edipo, y seguramente por eso voy a ser presidenta”, vaticinó.

La líder de la CC construyó una doble imagen: de un lado, “el unitarismo más feroz, nepotista, de negocios, que es el matrimonio Kirchner” y el acto que planea el oficialismo para el 25 de mayo. “Es el acto de los gobernadores cobardes, que entregan su dignidad por unas monedas, de la UIA sin industria y del presidente de la Unión Argentina de la Construcción, casi un testaferro de Kirchner”, describió. Del otro, “el campo, la raíz más profunda del pueblo. La CC tiene que estar con la Argentina de la dignidad, frente a cada tractorazo”, señaló Carrió, quien se definió como “una militante callejera, rutera, que le gusta andar entre la gente”. La aplaudieron a rabiar. El acto parecía haber terminado, pero Carrió dijo “Paren, paren: es un honor para la CC que Margarita sea la que encabece la lista de diputados o senadores de la provincia”. Su aliada, que no tenía pensado lanzar su candidatura y menos ser ungida así por Lilita, la miró sorprendida y se perdió en los abrazos de los correligionarios.