EL PAíS › EL GOBIERNO CONCEDERíA UN AJUSTE EN LAS TARIFAS DE CABOTAJE

Viene volando otro aumento en los pasajes aéreos

 Por Cledis Candelaresi

En el medio de cambios accionarios en Aerolíneas Argentinas, el Gobierno dispondría en los próximos días un nuevo ajuste en las tarifas aéreas de cabotaje de alrededor del 18 por ciento, similar al que otorgó hace unas semanas. También se considera inminente la imposición de un precio de referencia para el combustible aéreo que permitirá abaratarlo, otra medida esperada por las cuatro operadoras del mercado. Estas decisiones forman parte del esfuerzo oficial para mejorar el marco de un negocio en el que el Estado plantea tener una mayor participación, también asociado a empresarios locales.

La idea es subir la banda tarifaria (con piso y techo), a través de la cual el Gobierno regula el costo de los pasajes domésticos, ya que los precios de los vuelos internacionales son libres. Fue resultado de muchas discusiones con representantes de las aerolíneas, ante quienes el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, reconoció la necesidad de ajustes, aunque planteando la estrategia de desdoblar los incrementos. Eso implicó que al 18 por ciento de aumento otorgado semanas atrás debía seguir otro en un segundo momento, posiblemente entre mayo y junio.

Hasta el último de esos cónclaves formales entre el Gobierno y las empresas –suspendidos luego por los cambios en Aerolíneas–, la hipótesis de incremento tarifario factible que manejaban ambas partes era del 40 por ciento. Más que la última suba otorgada, pero menos de lo que había reclamado el conjunto de las líneas aéreas.

Según las empresas, la brecha entre sus ingresos y egresos antes del último ajuste autorizado se habría cerrado con una recomposición en el precio de los vuelos domésticos del 70 por ciento, impensable para el Gobierno, en particular para instrumentarlo de una sola vez. Ahí surgió la idea de desdoblar el incremento, difiriendo la segunda suba.

Por ahora, Transporte prefiere guardar reserva y sólo admite cautamente que son inminentes algunas otras medidas para alentar al sector. Sin embargo, en ámbitos empresarios ya se descuenta el ajuste para la semana entrante, sin considerar que el ministro de Planificación, Julio De Vido, pueda dar marcha atrás en la decisión ya tomada antes de que el Estado reafirmara su voluntad de subir su porción accionaria en Aerolíneas, que tiene más del 80 por ciento de los vuelos domésticos.

En el acuerdo para establecer un nuevo esquema accionario para esa empresa, que el jueves Planificación firmó con los socios españoles de Air Comet (a su vez dueña de Marsans), se prevé que el Estado aumentaría su participación a “un mínimo del 20 por ciento”, aunque sin precisar ni fecha ni mecanismo. Allí mismo, y según uno de los pocos párrafos que las partes dejaron conocer, se alude a la adopción de medidas para apoyar a la industria. En este afán están inspirados el resto de los cambios en ciernes.

La otra medida está referida al combustible JP1, cuyo precio viene subiendo progresiva y continuamente. Tan así es que, según destacan las líneas aéreas, en algunas estaciones aéreas del interior (Calafate o Salta, por ejemplo) el producto tiene un costo en dólares por encima de otras ciudades del mundo como Nueva York. Los precios de la nafta aérea son libres y Repsol-YPF es proveedor exclusivo en la mayoría de los aeropuertos, salvo Ezeiza, Aeroparque y Córdoba.

Sobre esta base, el Gobierno se comprometió a buscar un mecanismo –en principio con la anuencia de esa petrolera– para que el valor del combustible no supere cierto límite, posiblemente alrededor de 2,25 pesos el litro, IVA incluido. Lo que se denomina un “valor de referencia”, justamente porque no se trata de un precio regulado; es que el Estado puede “indicar” o inducir mediante un acuerdo de partes pero no imponer. La incógnita es quién absorbería la diferencia entre el precio actual, que supera los tres pesos, y aquel tope: si las refinadoras o el Estado, por la vía de un subsidio.

A estas dos medidas se añadirían una serie de desgravaciones, pero de importancia relativa menor. El JP1 representa más de la mitad de los costos fijos de las líneas aéreas, mientras que el precio de los pasajes, una porción sustancial de los ingresos.

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