EL PAíS › LA BATALLA ELECTORAL POR EL GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Aníbal Ibarra despliega su Capital
El jefe de Gobierno confía en un ballottage con Macri, y exhibe los coqueteos que le hacen el centroizquierda y el PJ. Nosiglia armó una red para arrastrar a la UCR tras el empresario de la basura.
Por Sergio Moreno
No hay fecha para las elecciones en el distrito más díscolo, politizado y rico de la Argentina, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero tal indefinición lejos está de evitar interesantes movimientos. Las fuerzas políticas porteñas –empezando por el oficialismo– han comenzado a mover sus mesas de arena. Los hombres del jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, empezaron a armar una estrategia para llegar al ballottage tras el cual, en un escenario de enfrentamiento con el empresario Mauricio Macri, creen que podrán retener el poder. Necesitan, por tanto, contener la mayor cantidad posible de votos del centroizquierda, para lo cual las conversaciones se multiplican, incluso con dirigentes insospechados de izquierdismo.
Las encuestas, tan confiables como difuso es el horizonte electoral, otorgan al jefe de Gobierno un lugar oscilante entre la cabecera y un cómodo segundo lugar, antecedido por Macri. Eso no amedrenta a sus operadores. “Se puede ganar, no tenga dudas”, aseguró un importante funcionario de Ibarra ante Página/12. En el distrito rige el sistema de ballottage, que es al estilo francés: gana quien obtiene el 50 por ciento más uno de los votos; de lo contrario, se debe ir a segunda vuelta donde se impone quien más sufragios consiga. Los estrategas del gobernador consideran que el escenario de ballottage con Macri es el que más los puede favorecer ya que la polarización impuesta por el sistema electoral inclinaría a favor del ex fiscal a los votantes de la gauche que pudieran haberse dispersado en la primera vuelta.
“Sería ideal esa polarización en la primera vuelta, pero el escenario es muy volátil, la izquierda irá por su lado y no sabemos qué hará la Gorda en la ciudad.” La Gorda, según la fuente oficial mencionada, es Elisa Carrió, que no ha definido su estrategia porteña. Los hombres de Ibarra han recibido mensajes halagadores desde el ARI, aunque sólo desde una de sus alas, quizá la más organizada. El recientemente unificado Partido Socialista le hizo saber al jefe de Gobierno que acordarían con que Norberto La Porta pudiese acompañarlo como vicejefe en una hipotética fórmula. La idea es de las que más seduce al frentismo gobernante, aunque, dicen, no es momento de cerrar. “Esto da cuenta de que los socialistas ya han comenzado a hacer valer su peso, después de la unificación, más allá de lo que haga o diga Lilita”, deducen en la jefatura.
Peronistas
Ibarra mantuvo, meses atrás, una reunión con Rafael Bielsa, otro candidato del “progresismo porteño”. La charla tuvo la intención de cerrar un pacto de caballeros para no atacarse y ambos escogerían a Macri como blanco. Algo se habló de algún camino en común, pero no fue más allá de algún flirteo. El Rafa Bielsa intenta ganar en el mismo sector que Ibarra pero su chance también podría estar en el peronismo, habida cuenta de la buena performance que desarrolla el menemista actual secretario de Deportes y Turismo, Daniel Scioli. El ex motonauta despierta simpatías en el deletéreo peronismo porteño, que crece a medida que sube en las encuestas. Bielsa no se prohíbe nada con Scioli.
En el Palacio Municipal consideran que la figura de Scioli succiona votos a Macri. Y ven casi imposible que el empresario sume al secretario de Eduardo Duhalde a su fórmula. “Sería difícil que Daniel acepte secundar a Mauricio”, dijo a este diario un peronista que los conoce bien. La inversión de dicha fórmula, Scioli-Macri, sólo sería posible en la imaginación del primero.
Pero Ibarra se preocupa por sembrar también en esas tierras. El peronismo es un campo que suele dar frutos para todos los gustos y, así como hay macristas y sciolistas, también hay antiambos. Además, Ibarra suele mantener un fluido diálogo con referentes nacionales del PJ, situación conocida por los peronistas del distrito. Cuando Carlos Reutemann declinó candidatearse, el jefe de Gobierno recibió un llamado de Duhalde, con quien mantiene una buena relación.
–Tenés que presentarte como candidato. Yo te apoyo –le dijo el Presidente.
–Es muy prematuro, Eduardo. Además quién piensa en elecciones en esta ciudad –le respondió Ibarra.
–¿De qué ciudad me hablás? –lo interrumpió Duhalde–. Tenés que presentarte como candidato a presidente.
Ibarra enmudeció. Segundos después le agradeció la confianza, pero se dispensó diciendo que la presidencia no estaba en sus planes inmediatos.
Adolfo Rodríguez Saá no fue personalmente a la jefatura de Gobierno, pero mandó a sus operadores. Luis Lusquiños fue el encargado de ofrecerle al ex fiscal correr con los colores del Frente Nacional y Popular del “Adolfo”. Ibarra fue cortés, habló de destiempos y de plazos. Y no cerró ninguna puerta. Los hombres del jefe de Gobierno piensan que tanto Duhalde como el puntano deben haber repetido esos ofrecimientos a otros, pero no dejan de solazarse con la demanda.
Néstor Kirchner atesora una vieja relación con Ibarra. Han coincidido en la movida para revalidar los cargos electivos de toda la Nación –alianza que rompió Carrió, también integrante de aquella partida, cuando con Luis Zamora lanzó otra maniobra similar–. La incorporación de Gustavo Beliz a los equipos técnicos del patagónico ha metido ruido en la relación, pero, como dijo a este diario un operador porteño, “qué es un ruidito cuando la política se hace a los bocinazos”.
El sindicalismo no es un terreno que Ibarra desconozca. Hace 15 días, los “Gordos” de la CGT y varios gremialistas porteños invitaron al jefe de Gobierno a un almuerzo que ayudó a tejer el director de Banco Ciudad Diego Santilli. La tenida fue en el Sindicato del Seguro. Ibarra llegó acompañado de Raúl Fernández y de Abel Fatala. Se sentaron intercalados entre otros, Jorge Daer, Carlos West Ocampo, Armando Cavalieri, etc. Faltó Luis Barrionuevo, pero mandó a su enviado. “Los muchachos querían conocer a Aníbal, hablar de política, saber qué piensa. No se cerró nada, no hubo nada concreto. Pero fue una buena charla”, confió a Página/12 uno de los arquitectos del almuerzo.
Radicales
En el Palacio Municipal saben que Macri no sólo obtendrá los votos de la derecha, aquel caudal que supo concentrar Domingo Cavallo. Seguramente un importante número de votantes históricos de Fernando de la Rúa (uno puede imaginarse a gente de campera de gamuza marrón y pañuelo de seda al cuello) se inclinará por el presidente de Boca Jrs. Algunos lo harán naturalmente, otros, inducidos por algún acuerdo dirigencial. Una de estas alquimias estuvo a punto a concretarse, aunque finalmente fracasó. Fue la que quiso cristalizar un sector del radicalismo.
Tres fueron las reuniones. Las tres se hicieron en el bar del Hotel Intercontinental de la Capital Federal. Enrique “Coti” Nosiglia, Rafael Pascual y Jesús Rodríguez ofrecieron su apoyo a Macri. Nosiglia es viejo amigo del empresario, con quien comparte algo más que su pasión por Boca. Los intentos derraparon. Los radicales pedían demasiado y Macri no pierde esperanzas de cerrar con algún peronismo, que es lo que a él le gusta. Quebrada la ingeniería, Nosiglia, Rodríguez y Pascual han lanzado a correr que apoyarán a Luis Brandoni. Al menos es radical y daría pelea, aunque nada de eso está cerrado definitivamente.
El sector de la UCR del vicepresidente de la Legislatura porteña, Cristian Caram, apuesta a seguir con Ibarra. Caram, hombre que responde a Rodolfo Terragno, ha sido un fiel operador del jefe de Gobierno. Incluso si Terragno fuera el candidato de la UCR, él podría tener libertad de acción en la ciudad, ya que los comicios no serán simultáneos. Aunque para eso, faltan siglos.