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Obviedades cansadoras
por Eduardo Aliverti
Lo que sigue es el tramo matriz de la columna publicada por este diario el lunes 13 de mayo, con firma del autor, luego de que la diputada Alicia Castro conmocionara al Congreso al depositar una bandera norteamericana en el escritorio del presidente de la Cámara baja, como símbolo de la arrodillada gestión del Poder Ejecutivo ante el Fondo Monetario.
“(...) A pesar de todo; de la energía física y conceptual volcada en el debate de las leyes, de los acuerdos secretos, de los sobres secretos, de las razones de privilegio, de las amenazas de pugilato, de los periodistas trenzándose en largas discusiones sobre el gesto de Castro... A pesar de todo, todo fue al exacto cohete porque tampoco esto va alcanzar para que el gobierno norteamericano, el FMI y los organismos secuaces brinden la ayuda dineraria que el gobierno de Duhalde y Alfonsín tienen como único proyecto de corto, mediano y largo plazo. Creer –si en realidad lo creen– que a Washington le importa otra cosa que no sea el caos y la fragmentación territorial argentinos, dejando así el camino libre para la imposición de sus negocios con actores múltiples, es no entender absolutamente nada acerca del neo-papel hegemónico de los Estados Unidos. O expresado de otra manera, la dirigencia política tradicional de los argentinos podrá ser naturalmente corrupta pero antes que eso es esencialmente ineficiente. En ese sentido, las calorías gastadas en todo el proceso de discusión y aprietes de las leyes de Quiebras y Subversión Económica fueron el calco de lo insumido cuando Cavallo planteó al Congreso el invento del “déficit cero” como último recurso, ante los acreedores, antes del incendio final. Ya nadie lo recuerda, pero la ley se sancionó con diputados y senadores advirtiendo que lo hacían por contribución patriótica aunque apretándose la nariz; con las emisoras de radio y televisión transmitiendo en directo; con operadores gubernamentales despachando aviones al exterior para retornar a los legisladores que darían el quórum necesario; con De la Rúa insomne por primera vez en su vida siguiendo las alternativas de la votación desde Olivos. El resultado fue el cero que a los pocos meses acabaría con el gobierno de la Alianza y con la paciencia de los argentinos. Esta vez no será diferente y lo que importa no es que el gobierno de la Nueva Alianza entre peronistas y radicales termine de la misma forma, sino que la paciencia popular, de nuevo estallada, no sea capaz de transformarse en organización y liderazgo”.
Ahora que Krueger dijo que si es necesario debe pagarse la deuda con las reservas, que Köhler sostuvo que el compromiso con el Fondo lo deben firmar las provincias y el Congreso y que Tietmeyer advirtió que “la Argentina se convirtió en un país insignificante y probablemente lo sea para siempre”, este periodista juzga que no tiene mayor sentido agregar algo.