Martes, 22 de julio de 2008 | Hoy
EL PAíS › EL ESTADO FINANCIA AL CíRCULO MILITAR, QUE CONDUCEN DIVERSOS REPRESORES
El Círculo, habitual refugio de los dinosaurios militares, está solventado en parte por el Estado. El beneficio, a cargo del Ministerio de Defensa, se originó a partir de un decreto firmado por Videla en 1976. Este año se destinaron a ese fin 254 mil pesos.
Por Victoria Ginzberg
El Círculo Militar es el refugio de los dinosaurios de las Fuerzas Armadas. Allí se reúnen para rumiar su bronca los militares indignados por el avance de los juicios contra quienes violaron los derechos humanos durante la última dictadura (incluso algunos de sus directivos fueron alcanzados por esos procesos). Al ex jefe del Ejército Martín Balza lo echaron en 2000 porque criticó el terrorismo de Estado. A pesar de que su conducción deplora la política oficial de promover el enjuiciamiento de los represores, una de las entradas económicas de este club castrense proviene del Estado. El Ministerio de Defensa tiene asignada una “contribución” a la institución. El beneficio se originó en 1976, a través de un decreto firmado por el propio Jorge Rafael Videla. Este año, el Círculo recibió 254 mil pesos de parte del Estado.
Formalmente, el ministerio otorga ese subsidio porque del Círculo Militar dependen, por ley, el Museo de Armas de la Nación y la Biblioteca Nacional Militar. Como “su custodia origina gastos que debe atender esta institución, resulta equitativo asignarle una contribución para que pueda hacer frente a tales erogaciones”, sostiene el decreto firmado en 1976 por Videla, José M. Ruiz y José Alfredo Martínez de Hoz.
Según el relato del propio Círculo Militar, el Museo de Armas de la Nación fue fundado por Julio A. Roca el 1º de octubre de 1904 bajo el nombre de Museo Nacional de Armas y se instaló en el Cuartel de Inválidos, en la zona de Palermo. En 1911 pasó a los locales de la Exposición Ferroviaria del Centenario y en 1938 se mudó, junto con la Biblioteca Nacional Militar al Palacio de Retiro, el señorial edificio adquirido a la familia Paz para sede del Círculo Militar. El museo “exhibe dos mil armas y objetos en los que se refleja la historia y evolución de las armas en el mundo desde el siglo XII hasta nuestros días”.
La Fuerza Aérea y la Armada también tienen sus museos, pero ninguno de los dos está regenteado por una institución privada. El Museo Naval está en el Tigre. El Aéreo, que fue recientemente remodelado, en Morón.
“Hay una ley que dice que el Museo de Armas de la Nación es responsabilidad del Círculo Militar. Mientras la ley esté vigente, es decir, no se modifique o se derogue, corresponde mantener la contribución”, señaló un funcionario de alto rango del Ministerio de Defensa ante la consulta de PáginaI12.
Lo concreto es que el Estado aporta por año los 254 mil pesos (se puede acceder al detalle del subsidio y al decreto de Videla en la página web del ministerio, en la sección Transparencia en las Transferencias) a una institución en cuya comisión directiva abundan los represores. El presidente del Círculo es el general de brigada Roberto Felipe Domínguez, su vicepresidente segundo es Alfredo Manuel Arrillaga, su prosecretario es Horacio Alberto Goris y el director de la Editorial Militar es Roque Angel Martello.
Arrillaga está involucrado en, entre otros casos, la desaparición de un grupo de abogados de Mar del Plata, ocurrida en la llamada Noche de las Corbatas. Los captores de las once personas entre las que estaban Norberto Centeno, Tomás Fresneda, Salvador Manuel Arestín, Raúl Hugo Alaiz, Camilo Ricci y Carlos Bozzi, eran parte de una patota que estaba bajo las órdenes de Arrillaga, por ese entonces jefe operativo de la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601. Por su rol como uno de los líderes de la represión ilegal en Mar de Plata, Arrillaga está procesado con prisión preventiva, que cumple bajo arresto domiciliario.
En democracia, Arrillaga fue el encargado de la represión durante la recuperación del cuartel de La Tablada en 1989, cuestionada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por haber incluido torturas, ejecuciones sumarias y desapariciones.
Domínguez, que fue jefe del regimiento de Tartagal, fue citado a declarar por la desaparición de Aldo Melitón Bustos, un escribano desaparecido en esa ciudad el 2 de febrero de 1978. El presidente del Círculo Militar tiene falta de mérito en ese caso. Goris, por su parte, fue beneficiado por la leyes de impunidad en la causa en la que se investigaba la desaparición de personas en el área de Concordia, que fue desarchivada en septiembre de 2004. Martello, por su parte, es uno de los pocos miembros del Ejército procesados en la causa en la que se investigan los crímenes en la Escuela de Mecánica de la Armada, el centro clandestino de detención más grande de la Marina. Lo curioso es saber cómo dirige la Editorial Militar del Círculo, ya que está preso en la cárcel de Marcos Paz.
A pesar de ser una “asociación civil”, el Círculo es de matriculación casi obligatoria para todo miembro del Ejército, tanto en actividad como retirado (su pertenencia es parte de la identidad de la “familia militar”). Es también un sitio que no se “contamina” con valores extraños a aquellos que sostenían los represores del terrorismo de Estado. Cuando a Balza le fue retirado su carnet, el líder de la institución era Ramón Genaro Díaz Bessone, el ministro de Planificación de Videla procesado por su responsabilidad en el Plan Cóndor y como responsable del II Cuerpo de Ejército con sede en la ciudad de Rosario.
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