“Felipe (Solá) tiene la idea de que quien larga primero también alcanza ese puesto en la llegada. Pero en política esto no siempre es así.” Con esa frase, otro de los diputados oficialistas díscolos –que no acompañaron el proyecto del Gobierno de retenciones móviles– desestimó “por ahora” la fractura del Frente para la Victoria en la Cámara baja, como insinuó Sola. Cerca del ex gobernador bonaerense admiten que esa posibilidad depende del trato que reciban de parte de la bancada oficialista y de la decisión que adopten los también díscolos Juan Schiaretti, Jorge Busti y Carlos Reutemann. Como conocen los rumores que se tejen en el kirchnerismo, descartaron cualquier injerencia de Eduardo Duhalde. En tanto, en la conducción del bloque K anticiparon que esperarán un par de semanas para que se enfríe la situación y evaluar el comportamiento de los rebeldes. Allí las posturas también se dividen entre duros y conciliadores.

“Fue la respuesta a una pregunta donde se planteó la posibilidad de que se fracture el bloque oficialista”, dijeron los voceros de Solá en un intento de bajarles los decibeles a sus declaraciones. Pero el bonaerense fue contundente a la hora de definir la situación públicamente: “Somos hombres libres y vamos a hacer lo que se nos cante”, dijo después de confirmar que las conversaciones con el resto de los diputados rebeldes continúa y que “nos vamos a juntar y nos vamos a hacer respetar”, dentro o fuera del bloque oficialista.

Las actitudes de Solá van desde enfrentar al Gobierno en una votación decisiva en el Congreso –encolumnando oficialistas y aliados díscolos detrás de su propio proyecto– hasta consultas casi naïves como cuando preguntó el jueves pasado si también estaba invitado a la recepción que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ofreció en Olivos a los legisladores leales.

“No todos quieren abandonar el oficialismo”, reconocieron cerca de Solá para desmentir que la conformación de un bloque rebelde ya esté resuelto. “Mucho depende de cómo los traten, nadie va a aguantar que le digan todo el tiempo traidor, y de lo que harán otros dirigentes que tomaron la misma actitud”, dijeron las mismas fuentes e incluyeron en la lista a Schiaretti, Busti y Reutemann. Pero enseguida excluyeron a Duhalde, con quien Solá –aceptan– mantiene una buena relación pero no ve como líder de un nuevo proyecto.

“Todavía no nos echaron”, dijo otro de los diputados rebeldes consultados por este diario. “Es cierto que no es un capítulo cerrado, como también es cierto que no estamos en contra del Gobierno”, sostuvo también otro de los 15 diputados oficialistas que le bajaron el pulgar a la iniciativa reguladora que imponía retenciones móviles.

En cambio, quien sí sacó los dos pies del plato fue la diputada santiagueña Marta Velarde, que ya conformó su bloque Justicialismo Republicano (Jure). “Está abierto a todos”, dijo Velarde en referencia a su flamante monobloque, que a pesar de mantener “excelente relación” con díscolos y leales no recibió ningún pedido de sumarse a su decisión.

En el bloque kirchnerista están dispuestos a “dejar pasar bastante agua bajo el puente” antes de tomar una determinación con los rebeldes. El jefe del bloque de diputados oficialistas, Agustín Rossi, se tomó una semana de descanso donde no llegan las llamadas de celulares para luego encarar la nueva etapa. “No vamos a echar a nadie, pero tendrán que dar explicaciones a los diputados que se jugaron la vida acompañando el proyecto del Gobierno mientras ellos se diferenciaban para posicionarse políticamente”, repetían en la conducción de la bancada oficialista sobre la actitud de los rebeldes.

Pero allí las opiniones tampoco son uniformes. Algunos quieren sanciones para los díscolos, mientras que otros proponen hacer diferencias de acuerdo a las actitudes que adoptaron a lo largo del conflicto. El kirchnerismo no puede darse el lujo de una sangría que lo ponga en inferioridad numérica y lo obligue a tejer distintas alianzas parlamentarias según los proyectos que estén en juego. Cinco de los quince rebeldes presiden comisiones legislativas, lo que también siembra dudas en el oficialismo. “Si el Ejecutivo envía la nueva ley de radiodifusión al Congreso, no se la podemos dejar en manos de (Manuel) Baladrón” –otro pampeano díscolo–, sostuvo un miembro de la conducción kirchnerista en Diputados.