Viernes, 6 de marzo de 2009 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Alfredo Chiaradía *
En abril, el G-20 se reunirá en Londres para continuar el esfuerzo de dar respuesta a la crisis económica mundial. La composición de ese foro, donde además de las potencias están representadas las principales economías emergentes, es un dato revelador de los vientos de cambio que soplan en el escenario internacional. Es en ese contexto que nuestro país, junto a otros emergentes, cree posible alcanzar algunos objetivos concretos. Una aspiración básica es consolidar al G-20 (o incluso a un G-20 ampliado a otros países en desarrollo) como ámbito de formulación de posiciones en esas materias, descartando intentos de preservación de grupos más reducidos o restringidos. En lo sustantivo, sostendremos la necesidad de dar prioridad a las medidas de reactivación de la economía mundial. Para ello será crucial frenar la fuerte retracción del comercio mundial. Esto ocurre, en gran medida, por falta de financiamiento por lo que apoyaremos iniciativas para llevar las garantías y el financiamiento al comercio a una escala significativamente mayor.
Otro objetivo será procurar que el Banco Mundial aumente sustancialmente los créditos que concede a los países para financiar sus programas de desarrollo. En tal sentido, creemos que será posible triplicar los flujos actuales en los próximos tres años sin poner en riesgo las finanzas del banco. En cuanto al BID, éste requerirá además, a diferencia del Banco Mundial, un aporte de capital de parte de sus accionistas para seguir sirviendo eficazmente a los intereses de nuestros países. También buscaremos que el financiamiento al desarrollo que proveen las instituciones financieras internacionales sea rápido y sin condicionalidades para jugar un papel verdaderamente contracíclico.
El G-20 deberá asimismo dar su respaldo al incipiente proceso de reforma de la conducción de los organismos financieros internacionales con el objeto de que los países en desarrollo tengan mayor voz y representación, acorde con su peso creciente en la economía mundial.
Los países en desarrollo ciertamente estaremos unidos por el interés en establecer un nuevo sistema de reglas que eviten las anomalías en el sistema financiero internacional generadas por regulaciones deficientes, excesiva tolerancia a paraísos fiscales y otras prácticas que han conducido a la grave crisis que hoy atravesamos. Es importante que el G-20 avance en acciones coordinadas que permitan acotar el margen de discrecionalidad de fondos especulativos que, además de estafar a sus propios inversionistas amparados en el vacío regulatorio, han tenido un comportamiento extorsivo en los procesos de reestructuración de deuda soberana en el pasado. En el mismo orden de importancia, será crucial aplicar estándares internacionales rigurosos sobre agencias de riesgo crediticio que han generado perjuicios a los inversores y afectado indebidamente los flujos financieros a países y a empresas, a partir de evidentes conflictos de intereses. Como puede apreciarse, se trata de una agenda de crucial relevancia. La Argentina tiene la responsabilidad de participar de esa discusión y lo hará consciente de la necesidad de contribuir a la construcción de un orden económico más justo y al mismo tiempo más sólido.
* Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería.
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