EL PAíS › REPORTAJE A CARLOS MARIA VILAS

“A Menem le conviene la desestabilización”

El cesanteado subsecretario de Seguridad explica la lógica que mueve a que el ex presidente y precandidato fogonee los saqueos: crear ambiente para su plataforma de autoritarismo y represión. Las razones de la interna justicialista que le costaron el puesto.

 Por Miguel Bonasso

“Mi cabeza fue la moneda de cambio para el acuerdo que negocian Menem y Duhalde”, dijo Carlos María Vilas, el cesanteado subsecretario de Seguridad, a Página/12. El ex funcionario ratificó ante este diario la grave denuncia que le costó el cargo: “Los punteros menemistas iban casa por casa armando listas para organizar saqueos el próximo 20 de diciembre”. Vilas se reservó el nombre de sus fuentes, pero aseguró que se trataba de “funcionarios municipales de absoluta confianza”. El funcionario, que fue durante más de un año la mano derecha del actual ministro de Justicia y Seguridad, Juan José Alvarez, reconoce que se está creando un clima ominoso en relación con el primer aniversario del 20 de diciembre y que hay sectores dentro del propio gobierno que coinciden con Carlos Menem en la criminalización del conflicto social.
Vilas empezó a colaborar con Alvarez cuando éste era ministro de Seguridad del entonces gobernador de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, pero siempre cuestionó la política de “mano dura”. Sus antecedentes -burdamente subrayados por la Side cuando llegó al cargo– lo ubican en un campo humanista antes que en el terreno represivo. Es abogado, tiene un master en Ciencias Políticas, fue funcionario de la Cepal y luego del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Su libro Perfiles de la revolución sandinista obtuvo el premio Casa de las Américas.
–Con esos antecedentes, ¿cuál fue su relación con las fuerzas de seguridad?
–Fue una relación buena, de trabajo, sobre todo con Gendarmería nacional y la Prefectura Naval Argentina.
–¿Y con la Policía Federal no?
–Por el tipo de cuestiones que estaban a mi cargo, siempre tuve una relación más estrecha con las otras dos fuerzas de seguridad.
–Le pregunto porque es evidente que los gobiernos de la democracia no han sabido educar a las fuerzas de seguridad (y tampoco a las fuerzas armadas) en el papel que deben cumplir en un estado democrático.
–Efectivamente, ha sido así. No se han reestructurado las fuerzas en democracia. Tenemos un sistema de seguridad que es anacrónico y fue diseñado para una Argentina que hace rato que dejó de existir.
–Iría más lejos, ¿se erradicó la ideología imperante durante la última dictadura militar?
–La ideología sí, diría yo, en general. Pero los estilos de trabajo policial todavía están muy a la zaga de lo que se advierte en países con problemáticas similares a la nuestra e incluso con las demandas de seguridad que formula la propia sociedad argentina.
–¿Por qué lo cesaron en su puesto?
–Es parte de la negociación entre el presidente (Eduardo) Duhalde y el ex presidente Menem con miras a la elección interna del Partido Justicialista.
–¿En qué consiste ese arreglo?
–Bueno, yo puedo hablar con mayor propiedad de las consecuencias que de los entretelones. Puedo decir cómo y por qué se produjo mi eyección. La decisión de cesantearme la tomaron cuando revelé a una radio que estaba certificando la exactitud de una información, según la cual activistas vinculados con el menemismo se proponían generar situaciones de violencia en torno de la conmemoración del 20 de diciembre. Y me referí concretamente a gente que actuaba en el primer y segundo cordón del conurbano bonaerense, reclutando personas sin recursos para efectuar pedidos compulsivos de alimentos y organizar eventualmente algún saqueo.
–¿Cómo obtuvo esa información?
–A través de personas de mi conocimiento que actúan en esos distritos. Algunos son funcionarios municipales de absoluta confianza. Hay también algunos asistentes sociales. Según estas fuentes, los punteros menemistasiban casa por casa, armando listas. Yo hice verificar la información para confirmarla y en eso estaba cuando tuvo lugar el comentario radial al que antes hice referencia. Este comentario provocó la reacción de la diputada Alejandra Oviedo en el programa “Hora Clave” el domingo por la noche. Allí le reclamó de viva voz al ministro Alvarez la renuncia del subsecretario Vilas. La diputada Oviedo, de La Rioja, es una conocida menemista.
–¿Hay datos, nombres, que avalen la denuncia?
–Mis fuentes las reservo. Yo estaba dispuesto a transmitir esta información a mis superiores, pero éstos simplemente se apresuraron a exigirme la renuncia reclamada por Oviedo y en ningún momento manifestaron intención de querer conocer la fundamentación de mis dichos.
–¿Están vigentes o abortados los proyectos sediciosos que usted denunció?
–Yo creo que la publicidad que recibieron mis declaraciones, así como otras de similar contenido formuladas por otros funcionarios y por dirigentes sociales, reduce sus posibilidades de éxito. Además está muy claro que la firmeza de las declaraciones de muchos funcionarios del gobierno nacional y provincial respecto de las prevenciones que se están tomando, está directamente relacionada con mis declaraciones.
–No acabo de entender por qué Duhalde habría actuado en el caso de su cesantía, haciéndole el juego a Menem. Al cabo, él está ahora en el gobierno y no le conviene que lo desestabilicen...
–A Menem le conviene la desestabilización que tornaría plausible su reclamo de autoritarismo. Yo creo que Duhalde actúa a la defensiva respecto de Menem porque sus maniobras para desplazarlo del control partidario hasta el momento sólo han sido parcialmente exitosas. Si Duhalde quiere tener un control efectivo sobre el PJ, necesita que el menemismo participe del Congreso para que la conducción de Duhalde tenga real legitimidad. Por eso necesita la negociación con Menem. El ex presidente lo sabe y administra la amenaza del conflicto con la oferta de la negociación. Y Duhalde responde entregando la cabeza del funcionario que fue reclamada por la gente de Menem. “Buen gesto” que Menem agradece en público el martes pasado desde Córdoba.
–¿Qué papel jugó el ministro Alvarez en toda esta historia?
–Ni me llamó ni nada, pese a que hasta ese momento pasaba por ser uno de sus funcionarios de mayor confianza.
–En torno al aniversario del 20 de diciembre “los desconocidos de siempre” han ido creando un clima ominoso: amenazas a las víctimas y los testigos de la masacre, sugerencias de un baño de sangre... En otras palabras, ¿no será que también desde el gobierno de Duhalde se busca la criminalización del conflicto social?
–Si bien uno de los principios enunciados de la política de seguridad a lo largo de este año fue precisamente evitar esa criminalización, en los últimos meses advertí síntomas graves en sentido contrario y así lo hice saber a mis superiores. Advertí un incremento en el tratamiento violento de hechos colectivos y en el manejo de situaciones en que se involucraban jóvenes, por parte de efectivos policiales. El caso más notorio, por supuesto, fue el de los jóvenes obligados a lanzarse al Riachuelo, a consecuencia de lo cual uno de ellos murió. La represión a los militantes de Greenpeace frente al Congreso Nacional, el despliegue de violencia física en la contención de los disturbios en las canchas de fútbol y, más recientemente, lo ocurrido en el Puente Pueyrredón, que no degeneró en situaciones de gran violencia gracias a la madurez de los militantes sociales.
–Piensa que el 26 de junio fue un hito decisivo en el cambio de política?
–En alguna medida sí. Aunque haya ocurrido en el ámbito provincial es indudable que dentro del gobierno nacional se habían manifestado algunas voces partidarias de “la mano dura”.
–Hablando de mano dura, más allá de sus denuncias concretas, ¿qué opinión le merece la propuesta de Menem de reprimir el conflicto social con el Ejército?
–Al haber fracasado su propuesta de dolarización plena, porque Estados Unidos no lo respaldó, el doctor Menem apela ahora a una propuesta de disciplinamiento autoritario de la sociedad que obviamente tendría como destinatario y víctima al pueblo empobrecido, al pueblo sin trabajo, a todos aquellos que fueron perversamente castigados por el modelo económico que impulsó el ministro (José Alfredo) Martínez de Hoz durante la dictadura militar y fue perfeccionado por Menem y Cavallo y finalmente continuado por Cavallo-De la Rúa. Un modelo que ha hecho caer a la mitad de la población por debajo de la línea de la pobreza, en una de las distribuciones del ingreso más injustas del hemisferio occidental y tal vez del mundo. Un modelo que condena a un millón trescientos mil muchachos y chicas a no tener trabajo ni estudio y da pie al reclamo colectivo de “que se vayan todos”, que será –a no dudarlo– la consigna central del próximo 20 de diciembre.

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