En estos tiempos en que el Banco Central está en boca de todos y que las investigaciones sobre los bienes de los funcionarios públicos afloran, el juez federal Norberto Oyarbide procesó al ex titular de la entidad monetaria Pedro Pou por haberse enriquecido ilícitamente y le embargó bienes por cuatro millones de pesos.

Pou fue presidente del Banco Central durante los gobiernos de Carlos Menem y de la Alianza. La investigación por el incremento sospechoso de su fortuna en sus tiempos de funcionario tiene varios años. De hecho, se inició como un desprendimiento del expediente sobre la quiebra del ex banco Basel, a fines de los noventa.

La pesquisa había sido impulsada por la Oficina Anticorrupción y estuvo tres años empantanada a raíz de complejos peritajes realizados sobre las propiedades y bienes de Pou y su intento por justificar cómo los adquirió con el sueldo que recibía del Estado. En 2007 recuperó el envión en el marco del juicio de divorcio del ex funcionario y su esposa: ella, Edelmira Carrasco, lo acusó de haber ocultado créditos millonarios del Grupo Greco, al momento de liquidar la sociedad conyugal. Pou habría intervenido en una operación del grupo a fines de los setenta. El dato habría salido a la luz cuando el holding reclamba sumas millonarias como indemnización por la intervención de la empresa durante la última dictadura.

El delito de enriquecimiento ilícito –que prevé hasta seis años de prisión– invierte la carga de la prueba, lo que implica que el imputado tiene que demostrar su “inocencia”, es decir, debe mostrar que obtuvo su patrimonio de manera legítima. Pou había usado como justificación una transferencia de dinero que había realizado su ex esposa tras la venta de una bodega familiar, pero el juez Oyarbide no le creyó y finalmente lo procesó. Hasta ahora la única condena a un funcionario del menemismo por este delito es la que tuvo María Julia Alsogaray. Otros, como el ex ministro de Justicia Raúl Granillo Ocampo y el ex secretario presidencial Alberto Kohan, están camino al juicio oral. Actualmente el caso más resonante de este tipo es el de Ricardo Jaime.