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Después de ocupar por más de treinta años los primeros planos de la dirigencia sindical, Lorenzo Miguel protagonizó por última vez ayer una noticia: su cuerpo fue inhumado en el cementerio de Flores en presencia de centenares de familiares, amigos, gremialistas y seguidores. En el sepelio del líder de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) no pasó desapercibida la interna que divide al PJ y todos los que hablaron abogaron por la unidad del partido y del movimiento obrero.
El féretro del viejo caudillo metalúrgico, envuelto con una bandera justicialista, fue despedido al grito de “Lorenzo” por una 500 personas que se apostaron en la puerta de la casa velatoria de Murguiondo al 3300 y que, además, cantaron la marcha peronista y el himno nacional. Miguel falleció el último domingo a la mañana como consecuencia de problemas renales y pulmonares de vieja data y su familia quiso que fuera velado en esa cochería del barrio de Villa Lugano en el que vivió por años.
Antes de encaminarse definitivamente al cementerio de Flores, el cortejo fúnebre de Miguel recorrió la calle Murguiondo –precisamente eje comercial de ese barrio– y paró en distintos lugares de su viejo pago: en su propia casa, en la sede de la UOM de Lugano y en las fábricas Pirelli y Aluar, donde delegaciones de empleados le rindieron un último homenaje.
En el entierro de Miguel en el cementerio de Flores estuvieron, entre otros, el secretario general de la CGT oficial, Rodolfo Daer; el de la disidente, Hugo Moyano; el diputado Saúl Ubaldini; el aeronáutico Ricardo Cirielli, los metalúrgicos Francisco “Barba” Gutiérrez, Luis Guerrero y Roberto Monteverde; y el rural Gerónimo Venegas. Fueron los dirigentes metalúrgicos junto a los titulares de ambas centrales sindicales los que se encargaron de los discursos de despedida a Miguel y de las palabras de condolencia para su esposa Elena Ramos y sus hijos Lionel y Mariana.
“Lorenzo abrazó los profundos ideales políticos y del trabajo y aunque él se va, nos deja la convicción de un país que nos contenga a todos”, señaló Daer y agregó: “Desde acá reclamamos la unidad del justicialismo para sacar a la Argentina de la crisis que provocaron las políticas neoliberales”.
La del titular de la CGT oficial no fue la única exhortación a la unión de todos los peronistas. A su turno, Moyano consideró que “el mejor homenaje que le podemos hacer a Lorenzo Miguel es empezar a luchar por la unidad del PJ y del movimiento obrero”. Antes, en la casa velatoria, el camionero había calificado al cacique metalúrgico como “uno de los dirigentes más importantes de la historia del sindicalismo argentino” y destacó que “le teníamos un profundo respeto y reconocimiento por su trayectoria”.
Guerrero tuvo palabras previsibles para un responso: definió a Miguel como “un hombre cabal y con una honestidad que se vio en su vida política y sindical”.
Hubo quienes no estuvieron en el entierro, pero sí pasaron por la casa velatoria antes de que el cortejo partiera rumbo al cementerio de Flores. Uno de ellos fue el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, quien definió a Miguel como un “protagonista que siempre estuvo presente en todas las luchas de los excluidos”. El funcionario afirmó sentir “mucho dolor” porque “se va un líder sindical verdaderamente emblemático; un hombre del que muchos que hemos transitado las filas del movimiento sindical hemos recogido muchas enseñanzas que hemos tratado de aplicar de la mejor manera posible”.
El gobernador bonaerense Felipe Solá también figuró entre los que ayer a la mañana pasaron por el velatorio de Miguel. El presidente Eduardo Duhalde lo hizo el mismo domingo por la tarde, mientras que Carlos Menem prefirió comunicarse con allegados a Miguel y transmitirles sus condolencias por teléfono.