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El duhaldismo tuvo su jura en la Corte y los ahorristas su protesta

El flamante ex senador Juan Carlos Maqueda juró ayer como ministro de la Corte Suprema de Justicia en reemplazo de Gustavo Bossert. La sospecha de que su postura será ratificar la pesificación de los depósitos provocó una marcha de rechazo de los ahorristas.

 Por Irina Hauser

En la fachada del Palacio de Justicia los ahorristas escribían “Baño público nacional: acá se cagan en todo”. En el cuarto piso juraba, recién llegado desde el Senado, Juan Carlos Maqueda, el nuevo ministro encargado de inaugurar la casta duhaldista dentro de la Corte Suprema. El acto de asunción comenzó antes del horario en el que había sido convocado y duró menos de cinco minutos. Desfilaron políticos y juristas. Dentro del propio tribunal pronostican que “ahora (Eduardo) Duhalde armará su propia Corte” y “será muy difícil sacar el fallo redolarizador”. Las huestes de Nito Artaza amenazan con recusar al juez entrante.
El acto, tan fugaz como el trámite con que el Senado convirtió al justicialista Maqueda en supremo en reemplazo de Gustavo Bossert, se celebró en la sala de audiencias de la Corte. Como cortina de fondo se escuchaban los gritos de unos 200 ahorristas que rompieron ventanas del edificio de tribunales y a través de los huecos logrados tiraron huevazos y tomates. Entre el público que fue a saludar al cordobés, de 53 años, fue más notoria la presencia de la “familia política” que de la “judicial”. Desfilaron, por ejemplo, el ministro de Justicia Juan José Alvarez, el de Interior Jorge Matzkin, Rodolfo Barra, el diputado Osvaldo Mércuri y el diputado Jorge Casanovas. También estuvieron secretarios de la Corte, consejeros de la Magistratura y el camarista Santiago Corcuera.
Los integrantes del tribunal que estuvieron presentes no alcanzaban ni para hacer una ajustada mayoría de cinco: el presidente, Julio Nazareno, encabezó la jura escoltado por Adolfo Vázquez, Antonio Boggiano y Augusto Belluscio. Al final del evento Maqueda se escabulló y pasó un rato reunido con sus compañeros, mientras algunos de sus seguidores lo proyectaban como el próximo presidente del máximo tribunal –algo bastante difícil– que debe ser elegido a fines del año que comienza.
En la intimidad de la Corte hay una fuerte sensación de que con el desembarco de Maqueda, “Duhalde ya está en condiciones de manejar la Corte si quiere, incluso de armar su Corte propia”. Por un lado, en varios despachos del tribunal dicen que el juez Carlos Fayt no demoraría mucho en dejar su cargo: “Si no renuncia, esta vez parece que sí lo van a remover con el nuevo juicio político (por ocultar un plazo fijo de 200 mil dólares), Duhalde quiere esa vacante”, intuyen. El ministro niega ante su entorno que tenga planeado renunciar y suele decir que “la manera que tiene de rendir cuentas un magistrado es el juicio político”.
Algunos funcionarios judiciales también razonan que la vieja mayoría automática menemista está jaqueada por varios flancos. Antonio Boggiano ya no es permanentemente fiel a ese equipo, incluso en los expedientes sobre el corralón mostró posturas abiertamente favorables a los bancos y al Gobierno, algo que sus propios pares le facturaron en voz alta. Su postulación como candidato argentino a ocupar un cargo en el Tribunal Penal Internacional de La Haya ya fue enviado por Duhalde. Augusto Belluscio suele seguir el ritmo de los pactos entre radicales y peronistas. Nazareno y su segundo, Eduardo Moliné O’Connor, están cada vez más permeables –aunque no ciento por ciento– a los reclamos del oficialismo. Adolfo Vázquez podría enfrentar en febrero la apertura de un nuevo juicio político. En la Casa Rosada dicen aspirar a lograr “al menos dos vacantes más en la Corte” y dentro del propio tribunal admiten que eso no les parece imposible.
El nombramiento de Maqueda, rubricado con una tácita dedicatoria al FMI, logró que uno de los más grandes deseos del Gobierno se hiciera realidad: frenar el fallo con que la Corte amagaba con ordenar la devolución de los depósitos en moneda de origen. La reunión plenaria en que se iba a firmar la resolución estaba fijada para ayer y, de hecho, contaba con los cinco votos despesificadores necesarios (Nazareno, Moliné O’Connor, Vázquez, López y Fayt). El pretexto para posponerla una vez más, quizá hasta febrero, fue un pedido de tiempo de Fayt y de dos conjueces. Para el caso de la redolarización de los ahorros seguramente Maqueda adoptará una postura pesificadora, a la que se acercarían al menos
Boggiano y Belluscio. Pero también circula una versión que dice que los expedientes de la pesificación quedarán en la nada por un tiempo o quizá para siempre si el Gobierno finalmente impone los bonos compulsivos. Dos magistrados, no obstante, relativizaron ese rumor consultados por Página/12. Nito Artaza, además, anunció ayer que recusará al ex senador en todas las causas vinculadas al corralón porque como senador “votó la ley que suspendió la de intangibilidad de los depósitos”.
Como si la persistente operación que frenó la redolarización no hubiera tenido nada que ver con su Gobierno, Duhalde intentó ayer calmar a los ahorristas enardecidos diciendo que en realidad lo único que le preocupaba a él era que el fallo de la Corte depesificara también las deudas.

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El cordobés Juan Carlos Maqueda juró ante el presidente de la Corte, el riojano Julio Nazareno.
El Gobierno mostró su satisfacción a través de su ministro de Justicia, Juan José Alvarez.
 
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