ECONOMíA › LOS PRECIOS EN SURTIDOR NO SUBIRAN POR TRES MESES SI NO SE DISPARA EL CRUDO

Acuerdo de petroleras con un ojo en Irak

Los productores acordaron con las refinadoras un valor de referencia para el crudo, al que lo venderán por tres meses siempre que los precios internacionales –o el dólar– no se disparen exageradamente. Esso y Shell no darán marcha atrás en sus aumentos en surtidor, al que ayer también se sumó Petrobras antes de firmar el acuerdo.

 Por Raúl Dellatorre

Tras un fin de semana de intensas negociaciones y ya sin la presencia del Estado en la mesa, productoras de crudo y refinadoras llegaron a un acuerdo para intentar estabilizar, por tres meses, el precio de los combustibles para el mercado interno. Ambas partes acordaron fijar un valor de referencia para el barril de crudo (de 28,5 dólares) al que los productores se comprometen a entregar a las refinadoras los volúmenes estipulados por contrato durante los próximos noventa días. Pero el acuerdo perderá vigencia si el precio internacional se dispara muy por encima de ese valor (20-25 por ciento) o la cotización del dólar sufre un desliz similar. Las comercializadoras se comprometen a mantener inalterado el precio de sus naftas y gasoil mientras tenga vigencia el convenio, pero ello no significa que las dos empresas que ya anticiparon el ajuste de precios en los surtidores (Esso y Shell) vayan a dar marcha atrás. Por el contrario, ayer Petrobras se sumó a las empresas que ajustaron sus precios, aumentando los valores de los combustibles que comercializa entre un 3,5 y 5,2 por ciento a partir de hoy.
La repercusión interna de las tensiones en el mercado mundial del crudo desató una fuerte polémica ya durante la semana pasada, cuando las petroleras empezaron a advertir su intención de trasladar al mercado local el repunte del barril en la plaza internacional. A raíz del prolongado conflicto en Venezuela, que sacó a ese país del mercado como proveedor, pero fundamentalmente por las previsiones de un ataque a Irak encabezado por Estados Unidos, el precio del crudo empezó a trepar a niveles no alcanzados en los últimos dos años. El viernes había alcanzado en Nueva York a 32,72 dólares por barril; ayer bajó a 31,37, frente a versiones acerca de que la OPEP estaría dispuesta a aumentar el cupo de producción diaria. Pero siempre bien por arriba de la franja de 26-28 dólares promedio en la que se mantuvo durante la mayor parte del año.
Los intentos de la Secretaría de Energía por contener el ajuste en los surtidores resultaron infructuosos la semana anterior. Las productoras –aquellas empresas que extraen crudo del subsuelo argentino– pretendían una compensación a cargo del gobierno para venderle a las refinerías locales a un precio más bajo, en dólares, del que obtendrían en caso de exportar el crudo. Las refinerías pretendían que se les garantizara la materia prima a un precio de 26 dólares por barril. El gobierno se negó a aportar la diferencia. Sin pegar el portazo, Esso se levantó de la mesa anunciando que el viernes a la noche aumentaba el valor de sus combustibles. Pocas horas después, la otra refinería sin producción propia de crudo, Shell, seguía el mismo camino, que ayer imitó Petrobras, otra empresa que en el país refina crudo de terceros.
Durante el fin de semana, el titular de Energía, Enrique Devoto, le volvió a dar impulso a la negociación, advirtiendo que no habría una compensación fiscal y retirando, a la vez, la amenaza de aplicar retenciones a la exportación del 100 por ciento al valor excedente de los 30 dólares el barril. La salida surgió del mano a mano entre productores y refinadores: ayer arribaron a un principio de acuerdo, que hoy se perfeccionará y el jueves 2 se pondrá en conocimiento, formalmente, de las autoridades del área.
Los signos de agotamiento eran evidentes en las voces de los negociadores de un lado y de otro del mostrador. A la sucesión de reuniones, los representantes de productores y refinadores debieron sumar frecuentes contactos, vía celular, con funcionarios de sus respectivas empresas instalados, en muchos casos, en lugares de descanso fuera del país. La ecuación económica no terminaba de conformar a nadie:
u Las refinerías ya empiezan a sentir todo el rigor de la pérdida de ventas con cada centavo que aumentan los combustibles y ven cómo muchas estaciones de servicio cierran por no poder mantener la carrera;* A las productoras les cuesta aceptar –y explicarle a sus accionistas– que en una coyuntura “tan favorable” para exportar a precios rentables, deben resignar ganancias en favor de las refinerías locales;
u El gobierno hubiera preferido un acuerdo antes del ajuste de precios de Esso y de Shell. Al no revertir éstas su aumento, ante la opinión pública el acuerdo huele a derrota para la conducción económica.
u Desde afuera de la negociación, provincias petroleras y estaciones de servicio hacen sentir su presión. Las primeras, a favor de un aumento del crudo, base de cálculo de sus regalías. Las segundas, en contra, por temor a la extinción de su propio mercado.
El acuerdo alcanzado no logró despejar esas ni otras dudas. “Es un arreglo muy coyuntural supeditado a un acontecimiento. como la guerra de Irak, que si ocurre nadie sabe cuántos meses puede durar”, resumió un vocero de las productoras. “Prevaleció el interés político por mostrar un signo de acercamiento por sobre el económico”, sintetizó a su vez un participante en la mesa de negociaciones.

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Por tres meses, las refinerías mantendrían congelado el precio de los combustibles, siempre que el crudo internacional no se dispare.
 
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