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“Espectacular”, “un momento único”, “una multitud impactante”, “algo muy conmovedor”, “un día histórico”. Los dirigentes argentinos que viajaron el miércoles a Brasilia para participar de la ceremonia de asunción de Luiz Inácio Lula da Silva volvieron entusiasmados: no sólo por la perspectiva que se abre en la región a partir de la llegada al poder del dirigente de izquierda con más votos del mundo, sino también por lo que vieron en las calles: la simpatía de Lula, el entusiasmo de los dirigentes y funcionarios, los festejos de los militantes del PT, los discursos del nuevo presidente y, sobre todo, la esperanza y la fiesta popular.

- Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo:
“Fue un momento único. La multitud y los colores que tienen los brasileños, las caras, la felicidad que vivía esa gente, no sólo en el acto sino en cualquier lugar donde uno se lo cruzaba. Era un pueblo enfervorizado, con sus banderas. Y Lula estaba simpático, con el rostro siempre sonriente, en un auto abierto recorriendo las calles y permitiendo que toda le gente lo toque y lo abrace. Casi lo hacen caer del auto, porque hubo expresiones de cariño muy fuerte. Estaban prácticamente todos los líderes de Latinoamérica: estaba (Hugo) Chávez, estaba Fidel Castro, que después de las ceremonias y los discursos conversó con nosotros durante un rato. En cuanto al discurso de Lula, sus palabras me parece que fueron muy sensatas, porque no fueron acartonadas, fueron palabras que contenían un mensaje de compromiso de un hombre que dice que va ser el empleado de todos, de todo el pueblo brasileño. Es un hombre de trabajo que promete erradicar el hambre en su primer discurso de gobierno, y es posible creerle porque todos conocemos la historia de Lula. ¿Y uno que le puede decir a Lula en este momento? Que lo vamos a ayudar, porque ayudándolo a él nos ayudamos a todos”.

- Víctor De Gennaro, titular de la Central de los Trabajadores Argentinos:
“Fue espectacular. Brasilia tiene una gran plaza, la Plaza de los Tres Poderes, al costado está el palacio de Justicia, los dos congresos que son como dos tasas invertidas, una para arriba y otra para abajo, y el edificio del Planalto, con los jardines ondulados. Todo eso era impresionante por la cantidad de gente. Y me emocioné cuando dio el discurso en el Parlamento, ante unos 300 invitados, cuando explicó lo que significa estar ahí, y dijo que él no es producto de una candidatura ni de una campaña de dos meses. Les agradeció a su esposa, a los compañeros que no están. El eje del discurso, la palabra más repetida, fue “mudança”, que significa cambio. Vivimos condicionados, pero el tema es si estamos dispuestos a pelear por nuestra libertad o a entregarnos, a resignarnos. Si uno le hace caso al poder no haría nada. La diferencia, y por eso Lula habla de cambio, es que el pueblo brasileño eligió la esperanza, que le ganó al miedo. Entonces, yo reconozco que hay condicionamientos, que hay temor a equivocarse y que hay dificultades. Pero la esperanza de cambio es más importante, y eso no se puede parar. Yo siento esto como algo propio: este triunfo, este esfuerzo, esta demostración de que los trabajadores pueden ser capaces de organizarse, de proyectarse y de definir que podemos, con nuestra sabiduría, ser capaces de generar un proyecto para dar salida a la crisis”.

- Aníbal Fernández, ministro de la Producción:
“Nosotros fuimos con el Presidente (Eduardo) Duhalde, el canciller (Carlos) Ruckauf y el ex presidente (Raúl) Alfonsín, que fue creador y miembro firmante del Mercosur. Hubo actos formales en el Palacio Itamarati, después nos trasladamos al Congreso, donde se produjo la jura, y después al Planalto. Había muchísima gente, una cantidad de gente impresionante, una multitud realmente impactante. Ya por la noche, Duhalde tuvo la oportunidad de conversar unos minutos con Lula en el Palacio de Alborada y acordar futuras visitas, conforme se había hablado en la Quintade Olivos un mes atrás. Hay que esperar, porque recién asume, pero yo creo que va a ser muy importante para la Argentina”.

- Aníbal Ibarra, jefe de Gobierno de la ciudad:
“Siempre está el aspecto formal, la ceremonia, pero el entusiasmo en las calles de Brasilia, la cantidad de gente, el colorido, fue algo muy impactante. La sensación es que se llegaba a algo después de mucho tiempo, algo difícil de lograr que en algunos momentos se pensó que era inalcanzable. Lo que explotó fue esa alegría, absolutamente pacífica, ordenada. En cuanto a la perspectiva para el resto de América latina, creo que lo fundamental es no quedarse de brazos cruzados y esperar para ver si se derrama algo en la región. Si somos inteligentes, tenemos capacidad y nos ponemos a la altura de las circunstancias, podemos aprovechar el triunfo de Lula: su discurso, por ejemplo, tuvo mucho contenido, fue una mezcla de realismo y compromiso. Por eso, yo estoy convencido de que hay que aprender, no sólo de Lula sino de todo el proceso que se vivió en Brasil. Acá, en la Argentina, pareciera que todo se quiere conseguir a la vuelta de la esquina. Y no es así: hay que aprender de los fracasos, y no volver a empezar siempre de nuevo, buscar sumar y no destruir. Lula creció como dirigente y supo hacer alianzas, por ejemplo con José Alencar. La conclusión, entonces, es que estamos muy contentos con que asuma Lula, no es porque signifique un apoyo automático para los partidos progresistas de la Argentina. No es nada mágico, sino que marca qué cosas pueden lograrse. Sería bueno que todos los que estamos muy contentos podamos estar un poco más juntos y hacer mejor las cosas en nuestro país, en lugar de esperar a descubrir quién es el Lula argentino”.
- Elisa Carrió, candidata presidencial del ARI:
“La ceremonia de asunción fue algo muy conmovedor, fue un fenómeno muy impresionante desde el punto de vista ideológico y de la identidad colectiva. No sólo es una esperanza de cambio para Brasil, sino la confianza de que se termine definitivamente con el modelo de mercado con exclusión social que ha marcado la historia de Latinoamérica. El esquema de mercado con exclusión, desaparición del Estado e inequidad está absolutamente agotado, y Lula expresa la esperanza de una transformación. Lo que Lula decía es que el tránsito hacia un modelo de equidad, que no excluye al mercado pero que incluye a la sociedad, debe hacerse con una transición absolutamente serena y sólida a fin de que esos cambios finalmente no impliquen impactos regresivos: a veces, por avanzar demasiado rápido se puede volver a estadios anteriores, sobre todo en sociedades muy lastimadas. De todos modos, lo vi con una enorme voluntad de cambio, y también con una enorme convicción de que la serenidad y la gradualidad son pasos importantes para hacer sólidos esos cambios. Y, en cualquier caso, es indudable que subterráneamente muchas cosas van a cambiar en el continente”.