UNIVERSIDAD › INVESTIGADORES SE OPONEN AL CIERRE DE UN CENTRO DE ESTUDIOS

“Una pérdida muy seria para la UBA”

El equipo de docentes y científicos del CEA reclama la continuidad del centro, que se ocupa de la formación e investigación interdisciplinaria. El cierre es impulsado por el Rectorado y parte del Consejo Superior.

 Por Javier Lorca

Los profesores e investigadores del Centro de Estudios Avanzados de la UBA resolvieron enfrentar la decisión de cerrar el centro. Como informó este diario, la clausura del CEA es impulsada por el rector Guillermo Jaim Etcheverry y la mayoría del Consejo Superior de la universidad, quienes consideran que el centro de estudios concentró diversas irregularidades durante el gobierno shuberoffista de la UBA. “Hay que diferenciar entre la gestión del CEA y el trabajo de investigación y docencia que se hizo acá. El CEA nació como un centro interdisciplinario para investigar problemas clave para el país. Es cierto que el objetivo no se cumplió plenamente y sospechamos que hubo gente con objetivos no académicos. Pero el proyecto sigue siendo interesante y necesario. Y no se puede decidir el cierre de una institución sin hacer una evaluación y abrir una profunda discusión en la comunidad universitaria”, señaló a Página/12 un grupo de prestigiosos investigadores.
El CEA fue creado en 1985 con el fin de “contribuir al desarrollo y transformación del país y de la propia UBA” mediante “estudios interdisciplinarios relativos a problemas y encrucijadas de la sociedad argentina y la generación de conocimiento que combine aspectos de las ciencias exactas, las ciencias naturales y las ciencias tecnológicas”. Uno de sus fines básicos era fomentar el trabajo interdisciplinario. Hasta hoy, el CEA ha realizado tareas de investigación y ha dictado maestrías, doctorados y seminarios de especialización en áreas como política y gestión de ciencia y tecnología, ciencias sociales del trabajo, problemas infanto-juveniles, migraciones y otras. El año pasado tuvo 170 alumnos.
El proyecto del Rectorado para clausurar el centro de estudios fue presentado hace dos semanas ante el Consejo Superior, pero no fue aprobado. Tras una larga discusión, el tema pasó a comisión para consensuar un proyecto que coordine cómo se desarmará el centro en los próximos meses y cuáles de sus actividades serán transferidas a las facultades.
Desde que comenzó a correr la cuenta regresiva, los profesores e investigadores del CEA abrieron un espacio de reuniones y debates para defender su postura ante la UBA. En un documento advierten que, en los ‘90, las historias particulares de cada unidad académica “se manifestaron en el hecho de que las facultades con tradiciones y con equipos de investigación establecidos fueron menos vulnerables que las facultades ‘recientes’ a las deformaciones introducidas por las condiciones del entorno y a la ‘partidización’ de las políticas universitarias”. También recuerdan que nunca se conformó el consejo que debía regir al CEA, nunca se concursó a su personal, ni se le asignó un presupuesto claro, ni se le otorgó una línea de becas, por lo que “se generó un ambiente conflictivo”. “A pesar de las condiciones desfavorables, el CEA se ha convertido en un espacio auspicioso para actividades de impronta internacional y regional”, detallan en el mismo texto. Con duras críticas a las últimas direcciones del CEA, los profesores proponen reformar la estructura del centro de estudios, previa auditoría de lo actuado.
Para los docentes e investigadores del CEA, existe una fuerte resistencia al trabajo interdisciplinario por parte de las facultades (que, en general, representan a disciplinas particulares). “Las facultades siempre han tenido muchos intereses corporativos y les resulta muy difícil encontrarse con la interdisciplina. El CEA es un proyecto interesante para romper esa lógica. Se ha creado conocimiento en campos que no son desarrollados en las otras facultades”, coincidieron los investigadores Miguel Teubal, Roque Pedace y la profesora Sara Rietti. “El cierre del CEA no se puede decidir sin evaluar en forma seria, independiente y profunda lo que se hizo hasta ahora”, agregó Carlos Mallman, ex director del centro. La investigadora Alicia Massarini apuntó: “Destruir el CEA sería una pérdida muy seria para la UBA, sobre todo cuando hoy la universidad necesita ofrecer otras alternativas a una sociedad en crisis. Habría que aprovechar esta experiencia para replantear el lugar de la universidad pública”. “Es necesario que la universidad siga haciendo docencia e investigación transdisciplinaria –concluyeron Javier Rodríguez y Joaquín Farina, investigadores–. Y esa discusión nadie la planteó. Nadie cuestionó los objetivos del CEA, sino el modo en que fue gestionado.”

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Los investigadores quieren seguir haciendo interdisciplina.
 
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