En buen estado de salud y acompañado por la presidenta Cristina Fernández, Néstor Kirchner abandonó el Sanatorio de Los Arcos por una salida lateral pocos minutos después de las ocho de la noche de ayer, mientras el vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro, entretenía a los periodistas apostados en la puerta principal anunciando el alta para algunas horas más tarde. El titular del Partido Justicialista había ingresado en esa clínica el sábado a la noche para realizarse unos estudios y terminó siendo intervenido quirúrgicamente a causa de la obstrucción de una arteria coronaria. Según confirmaron fuentes médicas a Página/12, no hubo ningún sobresalto durante la intervención quirúrgica ni en el posoperatorio, y el diputado podrá retomar su actividad normal esta misma semana.

“Estoy perfecto”, aseguró el ex presidente a los periodistas que se dieron cuenta de su salida y llegaron a interceptarlo cuando abandonaba el lugar, en auto. Las menos de veinticuatro horas de posoperatorio que requirió parecen respaldar sus palabras. Según pudo averiguar este diario, Kirchner estuvo despierto y de buen ánimo en todo momento, incluso durante la intervención, que se llevó a cabo con anestesia local. Desde su habitación, pudo disfrutar la victoria de Las Leonas en la final del mundial de hockey sobre césped, sufrir la derrota de Racing (equipo del que es hincha) contra Estudiantes y, ayer, se entusiasmó con la victoria de la selección de básquet ante España. A su lado estuvieron, en todo momento, su médico personal Luis Buonomo, y su compañero de la Unidad Médica Presidencial Marcelo Ballesteros. Cristina Fernández durmió en la clínica pero ayer, durante algunas horas, se fue a la Quinta de Olivos y volvió para acompañar a su marido en el alta.

El ex presidente había sentido el malestar el sábado. Cerca de las seis y media de la tarde, cuando se encontraba descansando en la residencia presidencial, comenzó a sentir una sensación de malestar y desvanecimiento, por lo que decidieron llevarlo a la Clínica de Olivos para realizar una serie de chequeos. “Algunos de los estudios que se hizo dejaron dudas, por lo que se decidió trasladarlo a Los Arcos para realizar nuevos controles”, confiaron fuentes médicas. Allí le hicieron un cateterismo, procedimiento que consiste en colocar en sus arterias una sonda, desde la ingle hasta las coronarias, por la que se inyecta un líquido que permite ver cómo circula la sangre en el paciente. Cuando se descubrió que una de las arterias tenía una “lesión obstructiva”, en ese mismo momento se decidió realizar la angioplastia para colocarle un “stent” para reforzar las paredes de la coronaria afectada.

Médicos que siguieron de cerca el procedimiento le explicaron a este diario que “no existe ninguna relación directa” entre este episodio y el que sufrió Kirchner en febrero, cuando debió ser operado de urgencia para remover una placa ulcerada en su arteria carótida derecha. Sin embargo, advirtieron, “existe algún tipo de relación” entre las enfermedades carotideas, como aquélla, y coronarias, como la que obligó a la última intervención. En febrero, a pesar de que la operación fue satisfactoria, el diputado debió hacer tres días de posoperatorio, y sólo retomó la actividad pública un mes más tarde. Esta vez, el problema fue detectado antes de que adquiriera mayor gravedad, por lo que los tiempos de recuperación serán más cortos: estuvo menos de 24 horas internado y esta semana podría retomar su agenda pública.

Durante la noche del sábado y todo el domingo fueron muchos los funcionarios, legisladores y allegados que se acercaron para manifestar su apoyo al ex presidente, amén de una pequeña multitud de militantes que se ubicaron frente a la puerta del Sanatorio de Los Arcos con pancartas. Quien no se movió del lugar mientras duró el trance fue el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. También pasaron por la clínica los ministros de Planificación, Julio De Vido; de Justicia, Julio Alak y de Economía, Amado Boudou; el secretario de Gestión Pública y estrecho colaborador de Kirchner, Juan Manuel Abal Medina; los legisladores porteños Juan Cabandié y María José Lubertino; y figuras más pintorescas como el ex boxeador Jorge “el Roña” Castro.

Otro de los que pasaron un buen rato del día de ayer en el sanatorio de Palermo fue el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que luego de su visita habló con la prensa y aseguró haber visto a Kirchner “de muy buen semblante y con muy buen estado de ánimo” tras la intervención. “Estoy muy contento de ver a mi amigo en muy buenas condiciones”, aseveró, antes de dedicarles un elogio a los médicos: “Son intervenciones mínimas, que en manos de profesionales avezados como los que lo atendieron se hacen simples”. El funcionario también aclaró que el ex presidente “estaba consciente durante la intervención” y que “se siente muy bien anímicamente.”

Según el último parte médico difundido antes del alta, a Kirchner “se le realizaron los estudios de evaluación post procedimientos, encontrándose los resultados del paciente dentro de los valores normales”. Si bien el período de recuperación luego de un trance como el que pasó el ex presidente este fin de semana suele ser de unos cinco días, el vocero Scoccimarro anunció que el diputado “progresivamente se incorporará a sus tareas habituales en el transcurso de la semana”. Aunque el martes, en el Luna Park, donde tenía previsto encabezar un acto (ver aparte), su lugar lo ocupará la presidenta Cristina Fernández, uno de los médicos que formaron parte de la intervención dejó abierta la posibilidad de que haya una sorpresa: “Hay que ver cómo sigue, pero podría estar –arriesgó–. Que no te sorprenda”.

Informe: Natalio Cohn