EL PAíS › VUELVE EL CHANGUI CACERES
“Desapareció la política en serio”
El legendario dirigente radical, tras 14 años de anonimato, propone un frente de unidad nacional con las ideas del Plan Fénix.
Por Eduardo Tagliaferro
Algunos pocos personajes pueden ser reconocidos por su nombre o apodo. En algún tiempo decir “Changui” alcanzaba para nombrar a ese dirigente radical, fundador de Franja Morada, que en la noche de los bastones largos se enfrentó con el gobierno militar de Juan Carlos Onganía. Durante los días de Raúl Alfonsín en la Rosada, se convirtió en uno de los críticos más severos del caudillo de Chascomús. Al punto que fue de los pocos radicales, si no el único, que no votó la ley de obediencia debida ni el punto final. A 14 años de haber abandonado su banca de diputado y cuando ya hay líneas internas del radicalismo que lo proponen para dirigir el Comité Nacional de la UCR, el santafesino Luis “Changui” Cáceres reivindica la creación de un Frente Nacional en el que no pueden faltar ni los socialistas, ni la CTA de Víctor De Gennaro.
El legendario Café Tortoni en el que Página/12 lo espera está colmado de turistas extranjeros, atraídos por el cambio favorable, que esquivan mesas y personas. En ese marco, “El Changui” explica por qué se alejó de los primeros planos de la política y las razones de su retorno.
–En política seguí con la misma intensidad. De lo que me alejé, por decisión propia, es de las listas de candidatos. Ahí tal vez hice una mala evaluación al pensar que podía seguir haciendo política sin ser nunca más candidato.
–¿Por qué dice “fue una mala evaluación”?
–Cuando uno toma una actitud como ésa, aunque dedique todo el tiempo a la política, aunque no pierda ni desdibuje sus ideales, el hecho de alejarse de la lucha electoral lo termina debilitando porque deja de ser noticia. Al dejar de ser noticia, aunque lo que plantee sea absolutamente correcto, no sólo deja de ser recibido por la gente que no lo lee o no lo ve por televisión, sino hasta por los mismos que pueden estar escuchándolo en una charla debate.
–¿Y qué cambió para que decida volver a los primeros planos?
–Si la democracia no puede resolver los problemas de la gente se termina generando un debilitamiento de todo tipo: institucional, de los partidos, etc. Se está cuestionando velada o inconscientemente a la Democracia. Estamos a tiempo de zafar pero el riesgo pende sobre nuestras cabezas como una espada. No me cabe ninguna duda y esa es tal vez una de las causas que me hace volver a asomar el hocico desde las tinieblas. Cuanto mayor es la crisis en una sociedad, mayor es el esfuerzo que desde la política, desde la militancia, desde el razonamiento y desde la inteligencia se tiene que hacer para poder encontrar un camino de salida. Estoy convencido que Argentina, por sus potencialidades, tiene esa salida.
–¿Por dónde habría que buscar?
–Estamos en una crisis que no es terminal, pero que puede llegar a serlo si no acertamos las respuestas. Se sale con ideas y con un proyecto nacional que debe ser elaborado, que desde la política debe tener bases de sustentación lo suficientemente anchas para transformarlo en una alternativa al modelo neoliberal que nos condujo a esta situación. Creo que la oferta electoral no satisface –poco más, poco menos– a la mitad de la población argentina, y si no hacemos algo rápidamente tal vez lo que surja tenga mayor debilidad incluso que lo que está hoy en el gobierno. En el marco de este desafío, como integrante de un partido político y alejado de las candidaturas desde 1987, considero que la elaboración que desde el pensamiento nacional ha hecho el Grupo Fénix debe ser el punto de partida. A partir de ahí, para no quedar en un mero ejercicio intelectual, desde la política habría que construir un gran frente de unidad nacional que sostenga ese plan. De esta manera, al margen del resultado electoral, estaríamos cumpliendo con nosotros mismos, con la idea y con la gente.
–Ningún candidato, ni partido político, está planteando unir sectores en torno de un plan económico.
–En general estamos desorientados. Prolija e intencionadamente desorientados por los medios que, en muchos casos, desinforman, mal informan, nos llevan a discutir lo banal y no lo trascendente. Si en función de la prédica de los medios se transforma lo negro en blanco y te terminan matando los mismos que uno defiende, es lógico pensar, como yo pensé, que uno si se aleja de la lucha de las listas electorales se va de la trituradora.
–¿Y en los partidos políticos se discute lo trascendente?
–Este país, no es el único por supuesto, ha vivido una descomposición de la política. Han transformado la práctica política en el trabajo de armar el proceso electoral y la picardía de conformar listas de manera que contengan a los que las arman. Así se han ido alejando de la búsqueda de ideas, del debate político serio, de lo que deberíamos ser y lo que deberíamos hacer. Cuando la política se comienza a transformar en la forma de vida de algunos y se aleja de la búsqueda de una sociedad mejor que satisfaga las necesidades del conjunto es cuando se genera un abismo entre la política en serio y esta mala versión de la política práctica que tenemos en los últimos tiempos. Si hay un lugar en el que no se discute de política desde hace más de una década, tal vez 15 años, es en los partidos políticos. Yo pregunto: ¿Se puede concebir la existencia de partidos que no discutan política, qué no discutan los problemas de la gente, los modelos alternativos si los que se implementan no funcionan?
–¿Pueden seguir unidos partidos como el peronismo y el radicalismo que tienen en su interior líneas antagónicas?
–En el radicalismo ni siquiera hubo propuestas antagónicas. La UCR se subió a la corriente de las encuestas y eligieron a quien éstas decían que ganaban. No sólo el partido termina llevando un candidato en función de las encuestas, sino que además queda preso de la necesidad de ganar. Uno de los problemas centrales de la crisis en la Argentina es la mala forma de construir poder. Se trabaja, se junta plata y se organiza todo para que un fulano sea presidente y un mengano sea gobernador o intendente. Pero no hay un debate para definir lo que se va a hacer. Y todos estos que dicen que hay que cambiar todo y que en definitiva no cambian nada abren las puertas para un continuismo más arraigado aún de lo que estaba. Si se quiere cambiar, hay que construir en función de ideas y proyectos. Y cuanto más grande es la crisis, mayor tiene que ser el frente de unidad. Si se define primero el modelo se discutirá el cómo y la forma para llegar al poder a partir de los que están de acuerdo. Hacerlo al revés, que es lo que generalmente se hace, es un verdadero disparate. Y cuando se realizan esos rejuntes electorales, en general, si no lo ve con claridad, si no se da cuenta, la gente al menos lo percibe.
–Hablando de superar la crisis, ¿ayudan en algo las estructuras de los partidos tradicionales?
–Hablaría del radicalismo, que es lo que conozco más. De los peronistas espero que no hagan un zafarrancho. A priori no soy de la idea de tirar a nadie por la ventana. El radicalismo está viviendo un debate interno, se lo dice un tipo que no quería esta interna y que venía reclamando un gran frente nacional alrededor del Plan Fénix. Tuvimos la interna que uno no quiso. Lo que no tuvimos todavía es un candidato. Espero que quien surja ganador, con una cuota de racionalidad, ponga su renuncia a disposición del partido para plantear la creación de un frente de unidad nacional. Si se hace esto, resultados electorales aparte, estaremos transitando un buen camino. Es importante marcar el camino, de lo contrario será un “apaga la luz, Marilú”. Y no sólo para el partido sino también para la sociedad, ya que se retrasará la salida de la crisis. El rumbo a tomar tiene que ser discutido previamente a la conformación de la mesa del Comité Nacional.Los próximos 60 días serán importantes para el radicalismo y el proceso general. No me meto en la vida de otros partidos, pero es hora de juntar a los que piensan parecido. Vengan de donde vengan. Lo que en todo caso sería interesante es que la gente pudiera mirar el archivo que cada uno tiene, su pasado, su experiencia. Está visto que en determinados momentos los políticos terminan diciendo lo que la gente quiere escuchar. Si se quiere acotar el margen de error, habría que buscar en la coherencia de los protagonistas. No sólo en los dichos sino también en los hechos.
–¿Quiénes formarían su Frente de Unidad Nacional?
–El Frente que yo reclamo no debe ser sólo político, tiene que tener un fuerte condimento social, trabajadores, movimiento de cooperativistas, pequeños y medianos empresarios, profesionales progresistas, entre muchos otros. Es un abanico muy amplio. Si los políticos pensaran sólo en los políticos estarían equivocados. A la CTA yo la considero valiosa en la construcción de una alternativa nacional, popular y progresista. Si se quieren erigir en la columna vertebral de esa construcción, aunque tuvieran suerte, los plazos de construcción serían excesivamente largos como para poder ayudar a superar la coyuntura nefasta que estamos atravesando. Han dado algunos pasos aunque todavía tienen un gran dilema a resolver. No deja de ser una porción minoritaria del movimiento obrero.