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Como consecuencia de una bochornosa interna que sigue sin resolverse, la UCR está cada vez más cerca de una fractura. El ministro de Defensa, Horacio Jaunarena –un funcionario que no es de hablar mucho en público– apareció ayer para decir que la única solución para el escándalo radical era que Rodolfo Terragno y Leopoldo Moreau renuncien a sus candidaturas. A Jaunarena le respondió Terragno, quien denunció la existencia de un “radicalismo duhaldista” que quiere sumarse al nuevo espacio que ahora lidera el santacruceño Néstor Kirchner. “Para eso necesita que la UCR no tenga fórmula propia, mucho menos una fórmula independiente”, completó. En el sector de Terragno sostienen que desde el Ministerio del Interior están presionando al juez Norberto Oyarbide para que falle en su contra.
Hoy a las 10 vence el plazo que Oyarbide dio a las dos listas del radicalismo para que lleguen a un acuerdo. De más está decir que Terragno y Moreau están más lejos que nunca de cualquier posibilidad de consenso, así que a Oyarbide no le quedará más remedio que resolver de alguna forma el entuerto radical. Desde el jueves, el juez tiene en sus manos el dictamen del fiscal Jorge Di Lello quien recomendó repetir la interna en tres distritos –Formosa, Chaco y San Juan–, tal como desea Moreau. La junta electoral de la UCR, atendiendo el deseo de Terragno, había resuelto que sólo se vote de nuevo en Formosa. Oyarbide tiene que decidir qué solución le parece más ajustada a derecho, si la que propone el fiscal o la que tomó la junta electoral.
Sin pruebas concretas y en base a rumores, cerca de Terragno aseguran que el dictamen de Di Lello tiene que ver con las presiones que estaría ejerciendo la Rosada para obtener una resolución favorable al sector del radicalismo más cercano al Gobierno. Y que en ese sentido deberían interpretarse las declaraciones de Jaunarena, quien insistió en su idea de que ni Terragno ni Moreau pueden ser ya candidatos a presidente.
Además de ministro, Jaunarena es un dirigente del radicalismo bonaerense que no es de aparecer mucho en los medios. Sin embargo, durante el fin de semana rompió con su costumbre y habló de la interna radical, un tema al que todos le huyen. “La salida más lógica y honorable para terminar un proceso que a todos los radicales nos avergüenza es que renuncien los candidatos”, sostuvo. “Esta elección está teñida de sospecha, de fraude y de maniobras. Eso no es bueno para la vida política de ningún país, de ningún partido y, mucho menos, de la UCR”, agregó.
Los que piensan en forma parecida a Jaunarena –por ejemplo, el ex presidente Raúl Alfonsín y algunos gobernadores radicales– sostienen que la Convención Nacional, el máximo organismo partidario, debe decidir una nueva fórmula presidencial de consenso. Moreau, aunque cercano a este sector, no es de la misma idea. Antes que nada Moreau pide que se vuelva a elegir en los tres distritos más cuestionados porque cree que así podrá confirmar que ganó la elección. Luego, una vez que quede en claro que es el candidato, no descarta que pueda bajar su postulación en miras de algún acuerdo político. Por ejemplo, con el duhaldismo que impulsa a Kirchner.
“Hay un radicalismo duhaldista. Ese sector se acopló a Duhalde en enero, según se dijo entonces, para fortalecer la transición”, sostuvo Terragno. Y denunció que, ahora, este radicalismo duhaldista le “gustaría integrar, de alguna manera, el nuevo espacio anunciado por el Presidente pero para eso necesita que la UCR no tenga fórmula propia”.