Domingo, 9 de enero de 2011 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Carlos A. Tomada *
Es muy grave que todavía existan prácticas esclavizantes y serviles en el trabajo. Y resulta indignante que haya quienes justifiquen estas prácticas.
Acabo de leer en un diario –influyente por cierto– que las graves denuncias sobre casos de esclavitud deben ser investigadas “sin contaminaciones políticas e ideológicas”. Esto resulta un contrasentido, porque esas prácticas se sustentan, precisamente, en fundamentos políticos e ideológicos. Es desde ese mismo lugar en donde hay que encontrar la solución del problema. A una política de explotación se la combate con una que propicie derechos, obligaciones y regulaciones. A una ideología que tiene como valor supremo la rentabilidad a cualquier precio y el desdén por el trabajo, se le debe contraponer una que se fundamente en el trabajo como derecho humano de ayer, de hoy y de siempre.
Es inadmisible aceptar o defender el trabajo en términos de servidumbre o esclavitud. Es inaudito que en 2011 haya quienes todavía quieran seguir desarrollando su actividad empresaria de esta manera.
Esto es lo que vinimos a combatir con la gestión iniciada desde 2003 por Néstor Kirchner. Lo hicimos y lo hacemos de la misma manera que lo venimos planteando con el trabajo infantil y con la informalidad laboral. Por eso pusimos este debate sobre la mesa cuando no era materia de discusión y se habían “naturalizado” estas prácticas indecentes. Por eso la prédica y la didáctica sobre los beneficios de la registración y sobre los derechos de los trabajadores. Por eso la recuperación de la inspección laboral. Por eso desde el Ministerio de Trabajo venimos recorriendo el país con otros organismos del Estado. ¿Falta aún? Sí, falta seguir profundizando para que todos se sumen a esta cruzada. Son más de 30 años de retroceso. Desde mediados de los ’70 hasta el 2003 el empleo en negro, ilegal, sin protección creció permanente, año tras año. Ahora que retrocede, ahora que de 10 puestos de trabajos que se crean, ocho son en blanco, hay que redoblar la fiscalización. Es un buen ejemplo la tarea que venimos haciendo en forma conjunta con el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires. ¿Falta? Sí, sigue faltando todavía. Por eso es que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner envió al Congreso una nueva ley de trabajo rural que evite la explotación, que mejore los controles, que restablezca equilibrios.
Por suerte están los que desarrollan su actividad económica en forma correcta y organizan la producción de manera rentable con trabajo decente. Tenemos que tener en claro el problema: esto no es un hecho aislado, es una práctica permanente de algunos con la que hay que terminar. Así lo hemos ido detectando en varias provincias, ciudades y establecimientos. Porque desgraciadamente también están los que quieren “ideológicamente” trabajar en el pasado; sin leyes, sin obligaciones, sin considerar la dignidad de los trabajadores.
Que nadie se llame a engaño. Esto que se visualizó en San Pedro y Ramallo es gravísimo. No tiene ninguna justificación. Aunque haya editoriales que quieran hacerlo basándose en la ley vigente. Otra vez “lo” político. Esa es una ley sancionada, en respuesta a intereses y concepciones decimonónicas, por la dictadura militar con la firma de Videla y Martínez de Hoz. Sin comentarios. Por eso, la Presidenta envió en 2010 al Parlamento una ley que equipare los derechos de los trabajadores rurales a los de todos los trabajadores.
Vamos a actuar con todo el rigor de la ley (porque fue nuestro gobierno el que sancionó la Ley 26.364 sobre el delito de trata de personas), porque nuestro proyecto tiene convicciones políticas, que se sustentan en la justicia social, la ampliación de derechos, la reparación de la deuda social y en más y mejor trabajo para todos y todas. A eso no pensamos renunciar.
* Ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
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