Domingo, 13 de marzo de 2011 | Hoy
EL PAíS › LOS POSIBLES COMPAÑEROS DE FORMULA DE CRISTINA FERNANDEZ
En la lista de los que se mencionan para completar la boleta de la Presidenta hay gobernadores, ministros, diputados y senadores nacionales del peronismo y también de espacios aliados.
Por Nicolás Lantos
A menos de nueve meses de las elecciones nacionales, Cristina Fernández se mantiene en todos los sondeos con una buena ventaja sobre cualquiera de sus rivales, y a pesar de los diversos augurios que la oposición repite desde la muerte de Néstor Kirchner, su intención de voto no parece declinar. Es por eso que, a pesar de que la Presidenta aún no ha transparentado su voluntad de ir por la reelección, no son pocos los que se hacen los rulos pensando en el segundo lugar de la boleta, más teniendo en cuenta que –al menos según la Constitución vigente– el próximo sería su último período al frente de la Casa Rosada y su vice largaría con un handicap interesante la carrera por la sucesión.
Esta semana, los dos hombres del Gabinete con despacho en Balcarce 50, Aníbal Fernández y Florencio Randazzo, que suelen funcionar como voceros del Gobierno, se refirieron por primera vez al tema, habilitando la discusión. Tanto el jefe de Gabinete como el ministro del Interior bajaron el mismo mensaje: el kirchnerismo articulará “un frente lo más amplio posible”, lo que abrió la chance a que el próximo vicepresidente vuelva a ser alguien de afuera del riñón del PJ. La experiencia de Julio Cobos, sin embargo, “va a ser tenida en cuenta a la hora de hacer la elección, sin dudas”, coincidieron varios funcionarios y políticos consultados por Página/12, todos en estricto off the record, porque “oficialmente hasta junio el tema no formará parte de la agenda”.
Esto no inhibe que un puñado de pretendientes comience a mover sus piezas en ese sentido: en la lista hay anotados gobernadores, ministros, diputados y senadores nacionales; pejotistas, transversales y aliados; hombres y mujeres; juventud y veteranos. Con mucho por verse todavía, aquí se ensaya un listado lo más completo posible de los precandidatos.
Los gobernadores. Históricamente, todo dirigente que llega a conducir una provincia se siente con derecho a pegar el salto. Más allá de las ambiciones, argumentos no les faltan: suelen formar parte de la conducción partidaria, tienen poder territorial, experiencia de gestión ejecutiva y, en general, son conocidos por buena parte de la población. Sin embargo, desde el regreso de la democracia, sólo dos mandatarios provinciales acompañaron fórmulas ganadoras en los comicios presidenciales: Eduardo Duhalde y Julio Cobos. Casualidad o no, ambos terminaron enfrentados con quien los eligió, aun antes de que concluyera su mandato.
Hoy en día, hay un póquer de gobernadores que aparecen con aspiraciones. Hace un año, muchos daban al sanjuanino José Luis Gioja como un número puesto, pero retrocedió varias posiciones: particularmente su exposición en el debate por la minería a cielo abierto “lo puso demasiado a la derecha para una parte del electorado” al que apuesta sus fichas el Frente para la Victoria. Es por eso que desde la Casa Rosada le dieron el visto bueno para que avanzara con la reforma de la Constitución provincial que le permita buscar la reelección por tercer mandato consecutivo.
Otro que buscará su reelección es el chaqueño Jorge Capitanich, hombre de mucha confianza de la Presidenta y que también es evaluado para acompañarla en la fórmula. La semana pasada el mandatario oficializó la convocatoria a elecciones provinciales para el 18 de septiembre, un mes antes de las nacionales, y lanzó su postulación a un segundo período, lo que muchos interpretaron como un paso al costado. De todas formas, el chaqueño se ha encargado de hacerle saber a su entorno que se encuentra “a total disposición de Cristina Fernández”, según le manifestaron a este diario.
La nómina la completan el tucumano José Alperovich (aunque los operadores coinciden que “corre de atrás”) y el entrerriano Sergio Urribarri, que de todos los mandatarios provinciales es el que cuenta con más argumentos a favor: tiene una buena relación con la Casa Rosada y gobierna una provincia más poblada que los otros aspirantes pero, sobre todo, una de las que formaron parte del eje ruralista donde la oposición obtuvo buena parte de los votos que le dieron la victoria en las legislativas de 2009, y que el Gobierno busca recuperar. En los últimos días se sumó a la nómina el nombre del salteño Juan Manuel Urtubey, pero es difícil que acepte: como es joven, prefiere dejar pasar un turno y apuntar directamente a la presidencia en 2015.
Aliados. Las declaraciones de Aníbal Fernández y de Florencio Randazzo esta semana le han subido el precio a los que, desde afuera del peronismo, pueden aspirar a ese lugar. “Fue un guiño a Sabbatella”, indican en la Casa Rosada. El ex intendente de Morón y actual candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires reúne varias condiciones para ser el compañero de fórmula: una buena imagen, experiencia de gestión en un distrito complicado, buen nivel de conocimiento a nivel nacional y, además, lo obligaría a bajarse de su candidatura provincial, resolviéndole un problema al PJ bonaerense, que no está para nada contento con su postulación.
En los últimos días, también creció la versión de que le ofrecerían el lugar al último de los radicales K, el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. La idea subyacente es que la UCR, luego de la aparición de Ernesto Sanz, dio un giro brusco hacia la derecha, por lo que la presencia de Zamora en la boleta “podría arrastrar a votantes decepcionados”, y recuperar a muchos de los radicales que en el 2007 votaron por la Concertación y en el 2009 cambiaron su voto. Hay un detalle de color, que exacerba la comparación con Cobos: Zamora no sólo es radical y gobernador, sino que también es mendocino, aunque vive en Santiago del Estero desde hace muchísimos años.
“Ojo, que puede ser un bleff”, advierte a este diario un legislador que sabe cómo se cuecen las habas en el despacho presidencial. “Hay que negociar muchas listas este año –explica– y si el PJ siente que el vice ya es de ellos, va a pedir más en las otras discusiones; de esta forma ya empezás a desgastarlos desde el principio y si finalmente le das al ala más dura ese lugar en la boleta, podés tomar a cambio otros espacios.”
Los de adentro. También está la posibilidad de que Cristina se decida, al contrario, por alguien de su máxima confianza. “Puede ser un pingüino, seguro, si puede ser hasta un radical cómo no va a poder ser un pingüino”, razonan en la Rosada. La principal contra de este recurso es que un candidato tan cercano a la Presidenta no sumaría muchos votos a los que aporta ella. “No necesita alguien que sume, necesita alguien que no le reste”, argumentan en su entorno. En ese tenor, corren con chances desde el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, hasta el flamante secretario de Comunicación, Juan Manuel Abal Medina, aunque de esa lista hay un apellido que se destaca por motivos evidentes: Kirchner. No son pocos los que se entusiasman con la presencia de Alicia en la boleta, mientras que otros advierten que “dos mujeres es complicado”.
Alejándose del epicentro kirchnerista pero todavía dentro del círculo de confianza, aparecen otros miembros del gabinete. Es probable que los que ocupan un lugar allí desde el comienzo del gobierno de Néstor Kirchner, hace ocho años, den por concluido su ciclo (con la probable excepción de Julio De Vido, que acompaña al matrimonio desde hace más de dos décadas). En ese grupo está Carlos Tomada, que hoy compite por la candidatura a jefe de Gobierno en la Ciudad, una puja que debería resolverse antes que la boleta presidencial, por lo que si no se impone en esa interna podría tener posibilidades. Otro que podría anotarse es Aníbal Fernández, pero “es difícil de vender a algunos sectores”.
De todas formas, la última palabra la tendrá Cristina Fernández, y sólo la dará a conocer en junio, cuando se lance por la reelección. “Es una decisión muy personal”, observó Randazzo esta semana, consultado al respecto. Y Aníbal Fernández, con su estilo habitual, dio a entender cuál es la única condición que no se negocia: “Busquemos uno que no sea traidor”.
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