Casi al tiempo que se movilizaban los vecinos de Dock Sud, La Boca y Balvanera, algunas organizaciones estudiantiles vinculadas con partidos de izquierda de la Facultad de Psicología de la UBA –en Hipólito Yrigoyen al 3200– levantaban el alerta y la preocupación entre estudiantes, docentes e integrantes del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) y ONG barriales. Decían que había habido casos de intento de secuestro de chicas por parte de una camioneta Trafic blanca. Vinculaban el accionar del vehículo a una red de trata que estaría captando jovencitas contra su voluntad. Hubo marchas a la comisaría 8ª de la Policía Federal para reclamar por el esclarecimiento de los hechos y desde el Ministerio de Seguridad de la Nación se articuló una serie de medidas para mejorar la seguridad en la zona, de por sí conflictiva, con la presencia de patrulleros y mayor iluminación, entre otras iniciativas. La decana Nélida Cervone contó a Página/12 que nunca recibió ninguna denuncia concreta, que sí hubo algunas a través de algunos periódicos (Clarín y Perfil le dieron amplio despliegue) y que a partir de la preocupación estudiantil, además de lograr mejoras en materia de seguridad para el alumnado, se abrió en la Cátedra de Victimología un espacio para recibir denuncias, con días y horarios puntuales. “Hubo consultas pero por otros temas. Sólo se recibieron dos denuncias de gente a la que le habían arrebatado el celular”, indicó Cervone. “Esto no quiere decir que el barrio donde está la Facultad no sea difícil (en materia de seguridad)”, aclaró. En momentos que estudiantes de Psicología se movilizaban, llegó a la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (Ufase), que depende de la Procuración General de la Nación, y encabeza Marcelo Colombo, una denuncia de una joven, del sur del conurbano, que dijo que la habían intentado subir a una Trafic. La denuncia se derivó a un juzgado de instrucción. “Me ocupé personalmente de ese caso. Fuimos a la casa a ver a la chica. Su discurso era poco verosímil. Parecía un discurso muy armado. No me cerró del todo”, dijo a Página/12 Zaida Gatti, coordinadora de la Oficina de Acompañamiento y Asistencia a Personas Damnificadas por el Delito de Trata.

En la sede porteña de la Fundación María de los Angeles, que encabeza Susana Trimarco, la mamá de Marita Verón, reciben con asiduidad “llamados de gente particular que nos dice que ve Trafic blancas, que secuestran chicas. Llaman con tono exaltado. Pero cuando les pedimos precisiones no dan datos”, contó a este diario la abogada de la ONG Laura Beltramo. “De nuestra experiencia podemos decir que el medio de reclutamiento de las redes de trata no suele ser el secuestro”, agregó. Y consideró “más un mito urbano” que una realidad la secuencia de la camioneta blanca llevándose chicas. Las redes de trata apelan al engaño, el enamoramiento de alguna jovencita, se aprovechan de la vulnerabilidad social de sus víctimas, a veces de sus adicciones, para captarlas.

Mientras la versión se propaga, los controles de las familias sobre las jovencitas y los chicos aumentan. Más aún después del impacto y la conmoción que causó el secuestro y asesinato de Candela, y del hecho de que cada vez que se ausenta de su casa una adolescente enseguida se vincula desde algunas ONG con un posible caso de trata. “Varias amigas están haciendo un híper control sobre sus nietas o hijas. Una cosa es enseñarles a cuidarse y otra es que no los dejemos salir ni a la esquina”, observó la abogada Magui Bellotti, de la ONG Atem 25 de Noviembre, integrante de la Campaña Abolicionista Ni Una Víctima Más. “Se está no sólo creando una sociedad del miedo, muy funcional al poder punitivo, sino generando la idea de que las adolescentes y jóvenes deben permanecer en sus casas. Puede ser muy útil a una campaña moralista y represiva. Esto sin dejar de considerar la gravedad del problema de la trata y de trabajar todos los días para desnaturalizar la prostitución y combatir la explotación sexual y la trata de personas”, concluyó Bellotti.