Viernes, 28 de octubre de 2011 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Horacio González *
A partir del 25 de mayo de 2003 al asumir la presidencia de la Nación, Néstor Kirchner inició un camino de transformación institucional y que tuvo en la política el instrumento esencial para darle a nuestro pueblo la recuperación tan deseada.
Una recuperación no sólo en el aspecto material sino, fundamentalmente, en el sentido de recrear la autoestima de todos los argentinos. Néstor Kirchner hizo de la política un medio en donde todos los habitantes de buena voluntad de este país podemos expresarnos y ser protagonistas de la Argentina por venir.
Los trabajadores organizados, la juventud, la mujer, la cultura, la producción, los partidos políticos, las organizaciones sociales, todos fuimos incorporados a un sistema de participación que es garantía de una mayor y mejor democracia. Compartí con el Dr. Kirchner encuentros que me dieron la visión de un proyecto de país para los próximos veinte años. Ese dirigente peronista convertido en estadista, preocupado y ocupado del crecimiento de la Argentina, así lo expresó en su histórica visita al bloque del FpV de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, en la que dejó su imborrable huella de jefe político.
Se inició, con su gobierno, un modelo que ha permitido la construcción de un país sustancialmente diferente al que conocíamos hasta entonces, con certezas, en el cual se implantaron nuevas bases estratégicas y una acumulación económica con inclusión social para una gran cantidad de argentinos que volvieron a sentirse dignos.
Debió enfrentar a aquellos que aceptaron dócilmente las recetas del neoliberalismo que aconsejaba la enajenación del patrimonio de los argentinos. Esos que decían restablecer las relaciones con el Fondo Monetario Internacional para ponernos bajo su dominio. Estos personajes que nos mostraban hacia dónde iba el mundo siguen como si nada sucediera, tratándonos de explicar lo que sus intereses inconfesables tornan inexplicable. Está claro que el pueblo argentino ya no soporta el engaño.
Kirchner así lo entendió y se puso al frente, utilizando la política como el instrumento que tiene que emplear sus medios de acuerdo con sus fines: la paz, el bien común y la felicidad posible del pueblo.
Paz, resultado de la justicia social; independencia económica, premisa del bien común; y felicidad del pueblo, mediante una activa y constante participación en la conducción de su destino.
La continuidad de su gesta y los logros obtenidos hasta ahora dependerá de noso-tros, de todos los que aspiramos a tener una patria grande y un pueblo feliz. Dependerá también de profundizar el proyecto nacional que hoy lleva adelante la presidenta de todos los argentinos, Cristina Fernández de Kirchner, y del acompañamiento que realicemos desde aquellos lugares donde las circunstancias nos impongan. Lo que no debemos hacer, tal como nos señalara Kirchner, es renunciar a la política para entregar el sistema de decisiones a las corporaciones. Ese ha sido, para mí, su legado.
* Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires.
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