“Si los muchachos están dispuestos yo también estoy dispuesto a asumir el compromiso de conducir la CGT”, aseguró ayer el titular de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Antonio Caló, postulante para un recambio en la cúpula de la central sindical. Mientras Moyano está lanzado a una segunda reelección, los sectores que no lo apoyan continúan conformando un espacio político común para presentar candidato propio. Caló es quien suena con mayor fuerza, aunque adelantó que no piensa “competir con nadie”, dejando en claro la necesidad de acordar un solo candidato para el Confederal en el que se elegirá a la nueva cúpula sindical.

“Si los compañeros me elige yo gustoso seré secretario general de la CGT, pero no es fácil, porque para ser titular de la central obrera hay que buscar un consenso entre todos los sectores”, sostuvo el dirigente metalúrgico antes de comenzar el congreso extraordinario que la UOM realiza en Mar del Plata. Caló mantuvo reuniones discretas con los integrantes de los espacios que no responden a Moyano, los Gordos y los Independientes. A ellos les informó de su beneplácito para ser el próximo secretario general de la CGT y es un hombre que tiene la venia del gobierno nacional, a diferencia de Moyano que la perdió hace ya tiempo.

Los distintos espacios políticos que integran la CGT se encuentran midiendo fuerzas entre ellos. Como es tradicional en el ámbito sindical todos se encuentran en pleno repaso de los padrones de delegados con la calculadora en la mano. En las últimas semanas el dirigente de la alimentación y ex secretario general de la CGT, Héctor Daer, aseguró que su agrupamiento –los Gordos– contaría con al menos “1300 delegados” de los dos mil que participarán en el confederal que se realizará el 12 de julio para elegir a las autoridades de la central sindical. El titular del Sindicato de Canillitas y hombre de confianza de Moyano, Omar Plaini, salió a replicar que “los Gordos hace dos años que no vienen a la CGT. No tienen idea y nosotros tenemos otros números muy diferentes. Por eso estamos muy tranquilos”.

“Si los gremios y la UOM me apoyan y estamos todos de acuerdo estoy dispuesto, pero para hacer una competencia entre los gremios no, porque ya tuvimos la experiencia fea del Teatro San Martín”, sostuvo Caló aludiendo a la fractura que sufrió la CGT en 1989, cuando quedó por un lado el cervecero Saúl Ubaldini y, por otro, lo que después tomaría el nombre de los Gordos, adictos a las políticas neoliberales que cimentaron el proceso de privatización durante el gobierno del presidente Carlos Menem.

La mayoría de los gremios coinciden en la necesidad de no llegar al 12 de julio con “más de un candidato”. Por eso la discusión va por dentro de manera silenciosa, moviendo las fichas de a poco y sin jugar a fondo, salvo los Gordos que están históricamente enfrentados con Moyano. De allí que el actual líder de la CGT buscara el apoyo del dirigente de los peones de campo, el duhaldista Gerónimo “Momo” Venegas, y haya intentado un acuerdo con el gastronómico Luis Barrionuevo, fuera de la CGT por sus diferencias con el camionero y su apoyo al gobierno kirchnerista.