Mario Poli asumió ayer en reemplazo de Jorge Bergoglio, ahora el papa Francisco, como arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina. El nuevo jefe de la Iglesia Católica, quien fue obispo auxiliar de Bergoglio entre 2002 y 2008, tendrá a su cargo las 186 parroquias, 102 iglesias y capillas y 817 sacerdotes de la jurisdicción porteña. La presidenta Cristina Fernández no pudo asistir a la misa de asunción porque está en Venezuela, pero envió en representación del Gobierno al vicepresidente Amado Boudou y a varios miembros del gabinete. También estuvo el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. El secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, reiteró que la asunción de Bergoglio marca “el inicio de un tiempo nuevo en la relación con la Iglesia, de autonomía y cooperación”. El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, fue todavía más lejos: “Nuestra misión como políticos gobernantes es hacer de la doctrina social de la Iglesia políticas públicas en beneficio del pueblo argentino”, dijo.

Poli, de 65 años, se convirtió ayer, en el 12º arzobispo de Buenos Aires y es el primero surgido del propio clero porteño en los últimos 90 años. Aunque aclara que no es amigo personal de Bergoglio, los une una estrecha relación, ya que trabajaron juntos durante seis años, cuando además de obispo auxiliar fue vicario episcopal en la zona de Flores, el barrio natal de Bergoglio. En 2008, el papa Benedicto XVI nombró a Poli obispo de Santa Rosa.

Fue notoria la presencia de funcionarios ayer. Junto a Boudou, Oliveri y Domínguez estuvieron el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; los ministros de Interior, Florencio Randazzo, y de Desarrollo Social, Alicia Kirchner. El secretario de Culto recordó que la asunción de Bergoglio “significa una vuelta de página en la relación con la Iglesia”. En relación con Poli, dijo que “tiene las mismas características de Bergoglio, es de bajo perfil y trabajo constante y es un hombre de diálogo, lo que va ayudar muchísimo en la relación” entre el Gobierno y la Iglesia. Consultado sobre si la Presidenta participará en el futuro de los Tedéum, dijo que “es una decisión de la mandataria que tomará en los próximos días”.

Poli hizo ayer un llamado para que pastores y feligreses hagan “juntos el camino de la evangelización”. Destacó el “renovado gozo” de muchos argentinos de pertenecer a la Iglesia Católica desde que el Papa es de estas pampas y los invitó a “ofrecer la riqueza del Evangelio”. “Que no me falte en este servicio el amor a los pobres, sufrientes y excluidos”, sostuvo en la misa que concelebró con cientos de sacerdotes y una decena de obispos que llegaron en micros desde Pilar, donde se realizó durante toda la semana la asamblea plenaria del Episcopado.

Las parroquias recibieron al nuevo jefe al mediodía con sonido de campanas. Cuatro horas después comenzó la ceremonia en la Catedral. El vicario general, Joaquín Sucunza, le presentó el crucifijo, que Poli besó. Le dieron la llave de la Catedral y tras visitar al Santísimo Sacramento comenzó la procesión hasta el frente de la Catedral, donde se hizo la misa. El nuncio Emil Paul Tscherrig le pidió que “enseñe y cuide al pueblo de Dios mostrándose como ejemplo de caridad del sumo y eterno pastor de nuestras almas” y le aseguró que Francisco “nos acompaña desde Roma”. El momento cumbre fue cuando Poli se sentó, en medio del repique de campanas, en la “cátedra arzobispal”, el sillón donde preside las celebraciones el arzobispo, que por única vez se trasladó desde el interior del templo hasta el altar levantado frente a Plaza de Mayo.