EL PAíS
La primera escuela de hackers del mundo abrió sus puertas en París
En sus aulas conviven piratas informáticos y quienes buscan combatirlos. Está oficialmente reconocida como un organismo de capacitación profesional. La dirige un joven de 23 años.
Por Eduardo Febbro
Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro, desde París
¿Cuántos niños y adolescentes no soñaron con una escuela donde pudiesen aprender a ser piratas? El sueño, en su versión más moderna, es una realidad. En el distrito 11 de la capital francesa funciona desde hace algún tiempo y de la manera más legal la primera escuela de hackers del mundo, es decir, en su denominación castellana, de piratas informáticos. The Hackademy es una “prolongación” de la revista Hacker Voice. Creada hace dos años por Olivier Spinelli, la revista pasó del anonimato a la fama cuando el grupo multinacional francés Lagardére interpeló a la Justicia para que prohibiera la distribución de un número de la porque había revelado una serie de “fallas” que hacían vulnerables ciertos portales de Internet del grupo. Spinelli explica hoy que “Hacker Voice correspondía tanto a un deseo de provocación como de información. Se trataba de tornar visible el universo del hacking y poner en circulación las informaciones que los hackers detentaban”.
Una vez que funcionó, la escuela de piratas también dio mucho de qué hablar. En septiembre del año pasado, 10 alumnos de The Hackademy fueron arrestados por la policía cuando convocaron a una conferencia de prensa donde querían demostrar la vulnerabilidad de una decena de portales de Internet pertenecientes a grandes bancos internacionales. Según los alumnos, la vulnerabilidad reposaba sobre “una falla elemental y fácilmente explotable sin conocimientos informáticos complejos ni material sofisticado”. El “agujero” en el portal bancario permitía que cualquier pirata con malas intenciones accediera a la cuenta de todos los clientes. Poco generosos, los bancos concernidos presentaron una querella contra la escuela de piratas informáticos acusándola de haber “violado” la integridad del portal penetrando en él mediante un acto de piratería informática. No sin razón, los abogados de The Hackademy denunciaron el hecho de que la iniciativa de los alumnos apuntaba más bien a la defensa de los consumidores.
La Hacker Academia no es en nada una vivero clandestino de delincuentes informáticos. La escuela está oficialmente reconocida como un organismo de capacitación profesional por cuyos bancos ya pasaron más de mil alumnos, sin contar aquellos que se instruyen a través del portal de la Academia (www.thehackademy.net) o que siguen cursos por correspondencia. JeanPierre, un ingeniero informático de 39 años, confiesa que se inscribió en los cursos “para seguir de cerca los métodos y las técnicas más recientes de que se sirven los piratas”. Como suele ocurrir en el ambiguo mundo de los hackers, estos atacan los sistemas y, al mismo tiempo, revelan las armas para defenderse. Antoine, un ingeniero especialista en redes, se inscribió en los cursos con el fin de “seguirle las huellas al lobo y ver cómo trabaja”. Para garantizar la seguridad máxima de los sistema que administra, Antoine necesita organizar una “estructura de ataque de la red y ver de cerca cómo se llevan a cabo las intromisiones”. Muchos alumnos reconocen que lo más útil de los cursos consiste en aprender cuáles son las principales fallas de los sistemas informáticos. Para ello, “la mejor manera de encontrar esas fallas es pirateándolos”.
The Hackademy es un mundo curioso. En sus aulas cohabitan los piratas y quienes los combaten. Informáticos, ingenieros, administradores de redes, especialistas en seguridad informática, curiosos en busca de nuevos conocimientos, aspirantes a piratas o piratas de alto vuelo reciben las mismas enseñanzas. “En suma –confiesa un técnico informático– todos compartimos las mismas expectativas, incluso si no nos situamos ante la misma perspectiva: saber cómo se hace para atacar los sistemas equivale a aprender a protegerlos. Algunos venimos por lo primero, otros por lo segundo”. Con sus escasos pero brillantes 23 años, Fozzy es el responsablepedagógico de la Academia. Ingeniero en física de formación pero autodidacta en informática, Fozzy es un hacker consumado que, sin embargo, afirma con orgullo “yo no soy un pirata informático”. Según confiesa, el único acto de piratería que protagonizó “fue contra los sistemas cuyos responsables me pidieron que realizara un test de vulnerabilidad”. Apasionado por los problemas de seguridad, Fozzy arguye que “resulta más divertido y eficaz tratar esos temas desde el ángulo de la piratería”. A la pregunta sobre si estamos realmente protegidos por las estructuras actuales, Fozzy responde con dudas: “La enseñanza clásica no corresponde realmente ni a las necesidades ni a los ataques actuales. Los hackers tienen una actitud activa, se interesan de muy cerca en los últimos métodos de intromisión. En cambio, los responsables de la seguridad informática tienen una actitud pasiva: se contentan con instalar y supervisar los sistemas de protección. Recién cuando ocurre algo se dedican a comprender qué paso”.
La institución que capacita a los piratas informáticos y a sus enemigos propone varias fórmulas de capacitación, entre ellas, un ciclo completo de 24 horas de cursos por 260 dólares. Esta fórmula permite pasar de simple “debutante” a la categoría superior, Wilde. Para tener una idea de la frenética actividad de los hackers en el mundo, según reveló el arzobispo Claudio Celli, secretario de Administración de la Santa Sede, unos 10 mil virus por mes y 30 hackers al día atacan el portal del Vaticano (www. vatican.va). “No es hacker quien quiere –advierte Fozzy—. Incluso estudiando, hay que trabajar mucho en casa, buscar en la red y estar dispuesto a aprender Linux y el lenguaje C.”